Desde hace ya algunas semanas, las personas que tenían ahorros en CAME (una sociedad financiera popular, o SOFIPO, que otorgaba créditos a personas y PyMES) no pueden retirar su dinero.
Y la situación se agrava porque ni siquiera los mismos empleados han recibido el pago de su sueldo desde entonces.
¿Pero qué pasó con CAME? ¿Por qué están prácticamente en quiebra? ¿El seguro del IPAB cubrirá los ahorros de los 1.3 millones de clientes que tenía la compañía?
Aquí te platico más.
Crónica de una muerte anunciada: la guerra de tasas en las Sofipos y cómo una captación agresiva puede volverse un problema
Desde hace un par de años, muchas compañías colocadoras de crédito han utilizado la figura legal de sociedad financiera popular (Sofipo) para captar recursos del público y hacer préstamos a personas y PyMEs.
CAME, una de las Sofipo con más tiempo en el mercado, que operaba desde 1993 en México, fue una de ellas: ofrecía productos con rendimientos anuales superiores al 15%. En total, al cierre de 2024, tenían 1,599 millones de pesos en ahorros de clientes.
A muchas personas les pareció una alternativa atractiva empezar a ahorrar en estas Sofipos, ya que ofrecían una tasa de rendimiento superior a la que ofrecían los pagarés bancarios o incluso instrumentos como CETES.
Sin embargo, este “premio” en la tasa naturalmente viene acompañado de mayor riesgo. Al final, las Sofipos devuelven los intereses a sus inversionistas utilizando los intereses recolectados de los créditos que colocan para pagarle a sus inversionistas.
Y esto representa un problema doble, que en el caso de CAME, ya explotó.
Por un lado, el incrementar la recaudación ofreciendo tasas de rendimiento más elevadas que la tasa de referencia de Banxico produjo que mucha gente pusiera sus ahorros en esta institución. Lo cual se traduce en una mayor cantidad de intereses por pagar: cada vez que una Sofipo o institución ofrece una mayor tasa de interés para atraer clientes, también asume un mayor compromiso financiero.
Eso vuelve necesario buscar alternativas que te permitan colocar ese dinero en créditos, para obtener los recursos y pagar esos intereses. Sin embargo, si esto ocurre muy rápido, una compañía corre el riesgo de empezar a prestar a perfiles más riesgosos y se arriesga a un deterioro de su cartera de crédito y el aumento en la morosidad e impagos.
En simple, eso fue lo que pasó con CAME. La tasa de morosidad ajustada alcanzó el 25%. En otras palabras, 1 de cada 4 pesos que tenían en préstamos vigentes no habían sido devueltos.
Y eso terminó arruinando a las personas que tenían ahorros con ellos y asumieron un riesgo que probablemente era demasiado grande.
Una forma de medir el riesgo crediticio de CAME habría sido revisar su NICAP (Nivel del Índice de Capitalización). Este indicador, que se usa para evaluar a instituciones financieras que otorgan créditos como las Sofipos, refleja qué tan preparada está una entidad para absorber pérdidas inesperadas debido a los riesgos que enfrenta al prestar dinero.
En resumen, el NICAP es un termómetro de la solidez financiera de estas instituciones crediticias: entre más alto, mejor. Por regulación, las Sofipos deben mantener este índice por encima del 130% para operar con normalidad, mientras que un nivel inferior al 56% indica una situación crítica y un riesgo alto de intervención o quiebra.
En el caso de CAME, al cierre de diciembre de 2024, su NICAP era del 102%, por debajo del mínimo requerido, lo que refleja una situación financiera complicada y un riesgo significativo para sus ahorradores. Ese fue el último mes en el que reportaron este dato.
Algo muy importante a destacar: el NICAP, o similares como el ICAP aplicable a bancos, son medidas para calcular el riesgo de crédito. Este riesgo es inherente a instituciones que toman dinero de ahorradores para prestarlo a otras personas. En compañías que ofrecen instrumentos como fondos de inversión de deuda gubernamental o CETES, esta métrica no aplica ya que no existe un riesgo de crédito, porque tu dinero no se usa para otorgar créditos (y por ende, son instrumentos mucho más seguros).
¿El seguro del IPAB cubrirá a los ahorradores?
Previendo estos casos de insolvencias en instituciones financieras que se dedican a otorgar préstamos, existen seguros —financiados con contribuciones obligatorias de las propias compañías— con el interés de proteger el ahorro de las personas.
Al ser CAME una Sofipo, el seguro del IPAB (que protege hasta 400,000 UDIS, o unos 3.2 millones de pesos hoy) no aplica, ya que es únicamente para instituciones que dan créditos y cuentan con licencia bancaria. En el caso de las Sofipos, hay un seguro que se llama Prosofipo, que cubre un monto bastante menor, de 25,000 UDIS (poco más de 200 mil pesos hoy). Por encima de ese monto, el dinero no está asegurado.
Pero existe un problema más grave: el seguro de Prosofipo no tiene dinero suficiente.
Como te comentaba, este seguro no viene del gobierno, si no que se financia con contribuciones de las propias Sofipos. Si una de ellas quiebra, se usa el fondo para reparar a los clientes. Y ya hay Sofipos que han quebrado en el pasado, eran generalmente compañías chicas, con pocos clientes. Pero nunca una con 1.3 millones de personas.
El patrimonio del Seguro Prosofipo, al cierre de 2024, era de 597 millones de pesos, lo que representó un crecimiento anual de 149%. Esto cubriría aproximadamente el 37% del saldo total de los ahorradores de CAME, que al mismo periodo sumaba 1,599 millones de pesos.

Y si bien el derecho a cobrar el seguro no proscribe, pasarán años (muy probablemente décadas) para que el seguro junte los fondos necesarios para terminar de pagarle a todas las personas, ya que hay aún casos pendientes de Sofipos como Operadora Reforma y Auxi donde aún no se liquida al 100% de los clientes.
Lecciones finales: es importante saber dónde tienes invertido tu dinero
El caso de CAME es una lección (particularmente dolorosa para quienes eran clientes) de por qué no solamente hay que fijarse en la tasa de rendimiento de un lugar para ahorrar el dinero.
No se trata de que dejemos el dinero debajo del colchón (lo cual, por cierto, también es extremadamente riesgo) sino de verdaderamente saber en qué están invertidos nuestros ahorros y quién es la contraparte responsable si están invertidos en algún instrumento financiero.
En el caso que quieras invertir tus pesos con bajo riesgo, y así evitar el riesgo de instituciones crediticias como Sofipos o bancos, puedes contar con la deuda federal (como CETES) o con los fondos de deuda federal de corto plazo.
Como mencionamos previamente, a diferencia de las Sofipos, tanto los CETES como los fondos de deuda federal no necesitan de índices como el NICAP, ni tampoco seguros como IPAB o Prosofipo, porque no funcionan como entidades de crédito.
Los fondos de deuda federal invierten en instrumentos respaldados directamente por el gobierno, como los CETES (Certificados de la Tesorería de la Nación) o BONDES (Bonos de Desarrollo del Gobierno Federal). Esto significa que el dinero que inviertes no se presta a otros para obtener intereses, sino que se utiliza para comprar deuda gubernamental, que tiene un riesgo de crédito extremadamente bajo.
En otras palabras, el riesgo de impago es nulo porque está respaldado por el propio Estado mexicano, que siempre puede emitir pesos para cumplir con sus obligaciones.