Invertir para financiar la universidad de tu hija o hijo es una buena idea, sobre todo porque es una meta de largo plazo: ahí el efecto de los rendimientos compuestos se vuelve muy poderoso.
El interés compuesto es, en simple, el efecto de re-invertir los intereses generados junto con un capital inicial durante más de un periodo. Naturalmente, mientras más periodos sean, mayor será el poder o la fuerza de este efecto.
¿Cuánto cuesta una carrera universitaria en México?
Las colegiaturas en universidades privadas en México han tenido incrementos fuertes en los últimos 10 años. Incluso casi al triple del costo: hoy una carrera completa (8-10 semestres) puede llegar a costar entre $1,200,000 y $1,500,000.
Incluso aunque evites el costo de la colegiatura, ya sea a través de una beca o eligiendo una universidad subvencionada por el Estado, existen costos de materiales, libros, cuotas escolares, etc. que no son nada baratos.
Y si tienes que mudarte de ciudad para ir a la universidad —como me pasó a mí— entonces hay que sumar el costo incremental de vivir ahí. Considerando todos los gastos (renta de un cuarto, transporte, comida, etc.) debes presupuestar al menos $10,000 al mes en ciudades como Monterrey o CDMX. Y eso ya es apretadito.
Supongamos que tu vástago saca un 50% de beca en la colegiatura y gastará $12,000 al mes durante 4 años y medio. Son $1,200,000 en presupuesto para sus estudios.
Si empiezas pronto, tienes muchas opciones de llegar tranquilamente a ese monto usando un fondo de inversión.
Esos $1,200,000 representarían un gasto de $22,222 por mes durante 4 años y medio. Pero si empiezas a ahorrar desde antes, esa mensualidad puede ser más liviana.
Incluso de $3,000 al mes.
Con un portafolio moderado en Fintual, por ejemplo, en 18 años tendrías alrededor de $2,500,000 ahorrados que, ajustados por inflación, serían 1.6 millones hoy.
Y ojo que tú ‘sólo’ invertiste $648,000. El resto son rendimientos que generaría tu ahorro. Incluso en escenarios pesimistas, el dinero es suficiente para solventar los gastos de tu hija o hijo.
¿Y qué hay de los seguros educativos? ¿Son una buena opción?
Generalmente no.
Existen dos tipos de estos seguros: los que contratas directamente con una universidad o a través de una aseguradora.
El problema con los primeros, claramente, es que te amarran para que tus hijos estudien ahí. Si quiere estudiar en otro lado, ni modo.
En el segundo caso no tienes restricción de la universidad, pero son seguros muy caros y que no te dan un beneficio real por tus ahorros: para llegar a los mismos 2.5 millones estimados, tendrías que hacer pagos de más de $10,500 pesos al mes.
Y si lo que te interesa es dejar protegidos a tus hijos en caso de que tú faltes, lo cual es muy válido, lo que puedes hacer es simplemente comprar un seguro de vida que te proteja por 2.5 millones de pesos y el resto del dinero invertirlo en un fondo de inversión.
Con esta estrategia, terminas invirtiendo menos de la mitad ($10,500 en el seguro educativo vs. $4,404 en fondos + seguro de vida).
Además de que ganas el incalculable valor de la flexibilidad: en el caso de no poder hacer aportaciones por un tiempo, puedes cancelar el seguro de vida o dejar de aportar unos meses en el fondo, sin comprometer todos tus ahorros para la educación de tus hijos.
¿Qué otras cosas debo considerar antes de empezar?
El tiempo es oro (o pesos, como lo quieras ver).
Empezar desde antes implica un esfuerzo grande porque existen otros gastos de tus hijos que hoy son más inmediatos que la universidad, como mamilas y pañales si aún es bebé o quizá la colegiatura de la primaria.
Pero la paz mental de tener pagada ya la universidad de tu hija o hijo bien lo vale.
Y el beneficio de la flexibilidad no es menor: en caso de que tus hijos consigan mayor beca o estudien en una universidad en la misma ciudad donde vives tú y se puedan quedar más tiempo en casa, simplemente usas ese dinero para otros fines.
Por último: ¿Cuál es el beneficio de tener pagada la universidad?
Desde un punto de vista enteramente personal, la universidad fue el mejor regalo que me dieron mis padres. Y que espero darle a mis hijas.
Como en los últimos semestres ya no había becas, sino créditos, tomé uno y me gradué con una deuda de $150,000. No menor, pero me alcanzaba para pagarla con mi primer salario. Ese no hubiese sido el caso sin ayuda de mis padres y seguramente seguiría pagando un préstamo hoy, 6 años después.
Si $3,000 por mes se sale del presupuesto, es mejor empezar con una fracción de eso que no ahorrar nada. Poniendo ese dinero a trabajar obtienes el poder del interés compuesto y ayudas a los tuyos en la que es probablemente la inversión más importante de sus vidas.