Cada año, Wimbledon lanza un nuevo póster oficial. Y cada año lo miro como una diseñadora un poco obsesiva. Aunque el torneo comenzó hace más de un siglo –1877–, los pósters oficiales como tradición empezaron a publicarse de forma regular recién entre los años 90 y 2000.
Afiches publicitarios vs posters artísticos anuales
Pero ojo, Wimbledon sí tuvo afiches desde mucho antes, como el de la pintora y artista escocesa Anna Zinkeisen para la edición de 1934. Uno de los más icónicos y antiguos, pero que además muestra a una tenista femenina (algo muy significativo para la época).

Eso sí, estos pósters no se producían todos los años, ni con continuidad ni bajo una política formal de “tradición visual oficial”. Fue recién a partir de los años 90 que el All England Lawn Tennis Club (AELTC) –el club responsable de la organización de Wimbledon desde su fundación en 1868– empezó a encargar un póster anual de manera sistemática. Desde entonces, esta práctica se convirtió en parte de una estrategia visual cuidadosamente curada, trabajando con artistas seleccionados.

No existe tanta información específica sobre cómo el AELTC elige a los artistas, ni tampoco hay un proceso público: no abre concursos o llamados a artistas externos. Excepto por el 2013, que fue un año especial no solo por la victoria histórica de Andy Murray, sino porque ese año colaboraron con los estudiantes del Royal College of Art.
Así que, más allá de un par de excepciones, la selección es un proceso cerrado y exclusivo (maldición) y además los encargos no son siempre para artistas nuevos. Cuando un ilustrador logra captar bien la esencia y cumple con las expectativas del club, es probable que vuelva a ser convocado. ¿Y cuáles son las expectativas? Debe ser sobrio, elegante y clásico, con un lenguaje editorial, no ilustraciones comerciales o caricaturescas. Se busca un estilo que parezca parte de una revista o un libro de arte. Además, debe tener símbolos reconocibles pero integrados de manera sutil, que permitan conectar con el público más fanático sin ser obvios, como por ejemplo el halcón Rufus que aparece en varios posters.

Rufus, el halcón que cuida Wimbledon
Rufus es un halcón Harris entrenado y su misión es ahuyentar a las palomas y otras aves del recinto de Wimbledon, especialmente de las canchas. Su objetivo principal es mantener el pasto limpio y libre de distracciones antes y durante el torneo. ¿Pura elegancia británica? Puede que sí, pero los halcones son una muy buena manera de controlar las plagas de palomas, se usan mucho en iglesias y edificios antiguos, por ejemplo. En otras palabras, no es cualquier mascota, es parte de la historia silenciosa del torneo, una de esas obsesiones de Wimbledon por el orden perfecto y que hace tan especial este campeonato.
Es considerado un “empleado oficial” del torneo desde hace más de 15 años. Cada mañana, Rufus sale a volar a las 5 AM para patrullar las canchas antes de que lleguen los jugadores.

Su importancia es tal que tiene su propia credencial de seguridad.

Y el drama lo rodea, igual que a la familia real: en 2012, Rufus fue robado desde el auto de su cuidador y estuvo desaparecido por tres días. La noticia recorrió todos los medios británicos hasta que fue encontrado sano y salvo.

Rufus es un buen ejemplo de cómo en Wimbledon todo está pensado hasta el último detalle. Incluso el aire se cuida. Por eso no me sorprende que también hayan decidido tomar en serio su tradición visual.
Uno de mis pósters favoritos es el de 1993: un diseño clásico y elegante que marcó el inicio de esta tradición. Me encanta su solemnidad, como una declaración gráfica del respeto por la historia y la elegancia del campeonato, que además se refleja en los vestidos de las mujeres. El court aparece en el centro, con una perspectiva que te invita a entrar a este mundo medio exclusivo.

O el póster del 2003 que parecía anticipar la final en la que Roger Federer ganó su primer título de Wimbledon, enfrentándose a Mark Philippoussis. La imagen muestra a dos jugadores en plena acción, con el estadio lleno, transmitiendo la vibra del partido.

Sus colores como marca registrada
Y ya te habrás dado cuenta que si les piden a los artistas seguir un estilo, eso también incluye la paleta de colores, que se repite a lo largo de los años: la clásica combinación de verde oscuro (Pantone 349 C) y morado (Pantone 268 C) están registrados como marca desde el 2016. Esto significa que la organización tiene derechos exclusivos sobre esta combinación específica para evitar usos no autorizados.
Las franjas de color deben cumplir con reglas específicas en cuanto a proporciones y disposición (el verde siempre a la izquierda cuando se muestran en vertical). Esta protección ayuda a mantener la identidad coherente y evita que terceros utilicen estos colores para fines comerciales. Sí, a ese nivel llegan.

Y con aún más precisión, incluyeron como parte de su marketing una máquina de Rube Goldberg: una compleja serie de acciones encadenadas que requiere una planificación y sincronización milimétrica para funcionar a la perfección.
Todos estos pósters y reglas marcan el inicio del campeonato y son parte de la cuidada imagen que Wimbledon mantiene, desde sus colores patentados hasta el detalle en cada pieza gráfica. Y como dice mi descripción acá abajo, mi sueño es diseñar uno algún día. Me encantaría que el All England Lawn Tennis Club lea este artículo y me elijan. Mientras tanto, seguiré con mi objetivo para al menos poder ir al campeonato. Imagínense, justo el año que junto la plata pa ir, me toca diseñarlo.
