Seth Rogen reaparece inesperadamente con una comedia que lleva años sacando adelante. Protagoniza, escribe, produce y dirige The Studio, una sátira sobre cómo Hollywood no es capaz de hacer películas que combinen arte y comercio.
El presupuesto de Apple, sus ambiciosos planos secuencia, la crítica al estado de la industria cinematográfica y una larga lista de actores famosos haciendo de sí mismos, hacen que sea una de las mejores series de lo que llevamos del 2025.
Una sátira sobre lo imposible de hacer buenas películas
A Seth Rogen lo conocimos en una serie de comedias en los 2000 en la época en la que Judd Apatow, el humor stoner y un grado de irreverencia estaban en boga en las producciones más importantes.
Y aunque luego se le perdió un poco la pista, el actor pasó los últimos años produciendo (series como The Boys o Pam & Tommy), escribiendo y actuando. Es lo que lo fue preparando para hacer un proyecto más personal, algo que realmente le interesara, y tirar de todos los contactos que había obtenido para llevarlo a cabo.
Ese bebé terminó siendo The Studio, en la que Rogen hace de Matt Remick, un productor que es ascendido a jefe del estudio Continental, que entendemos que es competidor de los majors como Warner, Universal y Disney. El problema es que Remick es un romántico del cine, del celuloide y de los directores, necesita su aprobación y tiene la ilusión de poder ganar miles de millones haciendo arte.
Es así como se nos presenta: Paul Dano (uno de los muchos cameos que tiene la serie) está en set, actuando en una película de acción genérica cuando él se le acerca a felicitarlo por su debut en la dirección, Wildlife, una película independiente que poca gente vio. En el segundo capítulo, la directora Sarah Polley (de Ellas hablan) quiere grabar un imposible plano secuencia, pero Remick va al set para presenciar su proeza y dar una que otra idea.
Pero por el otro lado su jefe lo presiona para hacer la película de Jenga, Kool-Aid o la de Rubik, mientras todos en la industria intentan averiguar cómo Barbie convirtió un juguete en una película multimillionaria.
Es inverosímil que una persona con estas características llegue a esa posición, pero lo aceptamos porque sirve para establecer la crítica a un sistema que ha convertido el arte en salchichas.
Antes la taquilla, los premios y la crítica se alineaban en sincronía, pero ahora que eso pase es una anomalía. Hollywood pareciera estar perdiendo relevancia cultural, pero la verdad es que es una industria que no ha flaqueado desde su ascenso. Eso, sumado a que últimamente parece haber revivido la cinefilia en generaciones más jóvenes (gracias Mubi, gracias Letterboxd) indica que la sátira que propone The Studio nos viene bien, incluso a los que no son nerds del cine. Y que sea genuinamente graciosa ayuda mucho.



Planos secuencia, producción de alto nivel y un montón de caras conocidas
Un chiste sobre el giro final de Una mente brillante o un homenaje visual a Chinatown no son los argumentos más fuertes para convencer a quienes no le rinden pleitesía al séptimo arte de que esta serie valga la pena. Y es probable que así sea y que The Studio apunte solo a un nicho.
Pero la realidad es que ha sido una de las series más comentadas y mejor recibidas del año, incluso viniendo de AppleTV que suele esconder un poco sus producciones. Y esto es porque hay mucho cuidado, preocupación y cariño en cada aspecto de la serie.
De partida, aunque estén un poco de moda (y quizás salir justo después de Adolescence le jugó en contra), los planos secuencia que usa The Studio (solo el segundo capítulo está grabado por completo en uno, los demás utilizan varios) se siguen sintiendo como algo impresionante incluso si ya no son innovadores. En este caso sirven para generar un ritmo más frenético, acompañado de una banda sonora que recuerda más a Birdman que a otra cosa.
El nivel de producción es de primer nivel y hace que una serie sobre enredos y conversaciones termine siendo, de alguna forma, una de las series mejor filmadas actualmente al aire. Con locaciones lujosas y perfectamente diseñadas, las coreografías entre los actores y la cámara se pueden lucir y mantener la atención y el interés.
THE STUDIO feels like Curb Your Enthusiasm on cocaine.
— patrick. (@imPatrickT) March 26, 2025
It's hilariously smart and self-aware, but way sexier and stylish. Another Apple show with killer cinematography and production design.
I’m hooked. pic.twitter.com/2kq1feM0E4
También, con los cuatro capítulos que lleva estrenados hasta ahora, ha demostrado tener potencial para cambiar su forma y convertirse en lo que necesita su premisa de la semana. Así como el capítulo sobre el plano secuencia se graba en uno, un capítulo sobre una investigación nocturna en el set de una película neo-noir adopta esa estética. Y eso, en una serie, que está constantemente homenajeando al cine, tiene infinitas posibilidades.
Por ejemplo, otra característica meta se ve en el primer trailer que se reveló durante el Superbowl, que tuvo la forma de un trailer falso de una película de zombies de Continental llamada Duhpocalypse que los personajes están intentando vender.
Para rematar este juego con la realidad, está el que seguramente es el mayor gancho de todos: una larga lista de actores famosos y directores haciendo cameos, interpretándose a sí mismos y sin miedo de ridiculizarse.
Es así como aparece Olivia Wilde como una directora obsesiva, o Martin Scorsese haciendo un pitch para conseguir 200 millones para su nueva película épica. Zac Efron, Greta Lee, Antony Mackie y Steve Buscemi hacen de actores aduladores, que intentan navegar las expectativas del estudio y conseguir réditos personales.
Son sorpresas agradables, guiños para quienes estamos obsesionados con un tema que parece intrascendente pero que por algo sigue dominando el panorama cultural. Y lo bueno es que The Studio está tan obsesionado como nosotros.
Una sátira que fuese ruin o solo buscase destruir algo pierde la gracia rápidamente y lo inteligente de este producto es que se ríe desde dentro. Sin tener malas intenciones o buscar cambiar el panorama, lo señala, desenmascara y ridiculiza. Pero tiene tanta seguridad en cómo lo hace y tanto sentido de identidad, que no tiene miedo en hacerlo desde la admiración. Las ganas de que las cosas sean mejores.
Porque finalmente The Studio es una serie que critica el mundo que presenta, pero que no se molestaría en hacerlo si no lo amara en primer lugar.