Acaba de concluir la edición 31 del Festival Internacional de Cine de Valdivia, una muestra que presenta una programación diversa, más de cien películas de todas partes del mundo, longitudes, temáticas y géneros.
A lo largo de una semana, la ciudad sureña estrenó largometrajes chilenos, cortos latinoamericanos, películas juveniles, cortometrajes de escuela; tuvo focos dedicados a cuatro cineastas, ofreció incentivos para proyectos en desarrollo e incluso mostró VHS de cine erótico y animé.
Aquí un resumen de los ganadores, películas que pronto llegarán a los cines, además de otras presentaciones de alto perfil que fuimos a cubrir con Fintualist.
Los ganadores de esta última edición
Doce largometrajes chilenos y extranjeros, documentales y ficciones, formaron parte de la Competencia Oficial, el espacio de mayor perfil que le da vitrina a realizadores de nueve países distintos.
Los estrenos fueron evaluados por un jurado compuesto por la curadora de cine María Paula Lorgia, el crítico y académico Héctor Oyarzún y la crítica Lucía Salas. Eligieron a:
Mejor Película: ¡Aoquic iez in Mexico! (¡Ya México no existirá más!)
Valdivia decidió darle su premio principal a un logro del cine experimental. La película de Annalisa Quagliata organiza una serie de imágenes impresionantes (ya sean archivos, doble exposición, material intervenido o pintado y la puesta en escena) unidas por un montaje atrevido que busca hacernos reflexionar sobre la mexicanidad, la relación de los habitantes con ese espacio problemático que ha sido México desde su colonización.
Resignificando imágenes y jugando con la forma, Quagliata nos enfrenta a símbolos, contrapone imágenes, repite texturas y propone asociaciones para crear su propio relato país en esta pieza única.
Denominación de origen: Premio del público y Premio especial de jurado
Lejos la recepción más acalorada del festival la tuvo la película de la longaniza. Denominación de origen, de Tomás Alzamora, es una comedia que muestra los intentos del Movimiento Social Por la Longaniza de San Carlos (MSPLSC) por reivindicar el honor que la ciudad de Chillán le ha quitado a San Carlos en la cultura nacional. La sala se rió de principio a fin, llenó sus funciones y terminó ganando dos premios, incluyendo obviamente el premio de un público que agradeció la euforia colectiva.
Puedes revisar el trailer aquí.
Mejor largometraje chileno: Una sombra oscilante
Un ejercicio de memoria que tiene la forma de una conversación entre una hija y su padre. Un ensayo biográfico sobre la historia familiar y la dictadura chilena. La directora Celeste Rojas intenta especular a través de fotografías y reconstruir una narración utilizando archivo fílmico y una voz en off que oscila entre lo íntimo y lo poético. Así, permite que la audiencia se deje llevar por un juego, una narración activa y sensorial que nos invita a imaginar más allá de lo que puede ser visto.
Competencia de largometraje juvenil
Los ganadores de esta sección paralela, que cuenta con protagonistas adolescentes o niños, fueron elegidos por Isidora Escobar y Violeta Rubilar, estudiantes de enseñanza media y por Guillermo Huaiquimillla, estudiante de Comunicación Audiovisual.
Mejor película: 78 días
Contado a través de grabaciones de VHS caseras, accedemos al cotidiano de una familia serbia justo cuando la OTAN empieza a bombardear el país en 1999. Sucesos sin mayor relevancia, juegos de niños y paseos por el campo se entremezclan con el peligro latente que se esconde fuera de campo. Los registros son tan naturales y los personajes tan reales, que es impresionante que esta película conmovedora e interesante se trate de una ficción.
Premio del jurado: La suprema
Esta película colombiana abraza su inocencia y se presenta tal cual es: como una fábula cálida y sencilla sobre un pueblo cuyos habitantes viven y se apoyan en comunidad. A pesar de que no cuentan con electricidad, una joven que quiere ser boxeadora se decide a conseguir un televisor para que puedan ver una pelea. Y la película es justamente eso, el viaje de la chica para conseguir el tesoro y hacer feliz a su pueblo.
¿Qué otras películas mostró el festival?
Muchas. Además de los ganadores y sus respectivas categorías, varias películas se presentaron en secciones especiales como Gala o fuera de competencia. Algunas de muy alto perfil tenían a los cinéfilos interesados.
El segundo largo de los chilenos León y Cociña (La casa lobo, Los huesos), Los hiperbóreos, tuvo a la gente haciendo fila horas antes de su función. Su estilo habitual y proeza artística esta vez se mezcla con actuaciones en live action y comedia inesperada. Atentis para verla pronto.
Dahomey, la última película de Mati Diop (que ganó el premio mayor en el último Festival de Berlín) es su incursión en el documental para denunciar el extractivismo francés. Benin logra recuperar 26 piezas de arte (de más de 7000) que Francia había robado hace más de 100 años y, a través del viaje de una escultura de un país a otro, se abren discusiones urgentes sobre colonialismo en el mundo contemporáneo.
Otra anticipada película chilena es Animalia Paradoxa, de Niles Atallah, colaborador de los mencionados León y Cociña y que sigue revolucionando el panorama chileno con técnicas plásticas variadas. Esta vez su historia es el postapocalipsis visto desde la degradación, la basura y personajes y sonidos perturbadores, una experiencia a la que entregarse.
Quizás el body horror esté de moda, pero Else, de la sección más género-friendly Nocturama, se destaca por su creatividad y bajo presupuesto. El mundo está asediado por una pandemia que empieza a fundir los cuerpos de la gente con su entorno y una pareja intenta tener su historia de amor a pesar de todo.
Caught by the tides es la más reciente película de Jia Zhang-Ke, una odisea que sigue la búsqueda de una mujer a través de los años en una China que va sufriendo transformaciones físicas y sociales. El director crea al mismo tiempo una historia épica y una historia de amor melancólica que grabó a lo largo de más de veinte años.
All we imagine as light, de la directora india Payal Kapadia, explora los deseos, sexualidad y romance de tres mujeres en la conservadora Mumbai. Es una mirada delicada y contemporánea, que ha dado de qué hablar desde que se estrenó en Cannes este año y que seguirá siendo parte de la conversación los meses venideros.
Hablando de Cannes, también debutó en Chile el último ganador de su premio al mejor director, Miguel Gomes con su Grand Tour. Un híbrido romántico y juguetón que se siente ambicioso incluso para el director portugués detrás de Arabian Nights y Tabú.