El 16 de diciembre de 2020 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la reforma de pensiones. El texto incluye varias modificaciones para incrementar las aportaciones patronales, reducir el requisito de semanas cotizadas y disminuir las comisiones cobradas por las Afore, entre otras.
A partir del año 2023 y hasta 2030 habrá un aumento gradual de las aportaciones patronales, es decir, la cantidad que aporta el empleador al plan obligatorio de pensiones. A grandes rasgos, esto permitirá a cada trabajador ahorrar cada vez un mayor porcentaje de su sueldo: si antes del 2023 era solo un 6.5% del salario base lo que se aportaba de forma obligatoria, ahora desde en 2030 la aportación obligatoria llegará al 15% del salario base.
Este aumento gradual del ahorro obligatorio, a más del doble, suena bien en la teoría, pero quizás no tanto en la práctica.
Te lo explico en dos puntos.
El primer punto tiene que ver con que más de la mitad de los trabajadores en México trabajan en condiciones de informalidad (el 55.5% del total de los empleos, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi del mes de febrero de 2023). Esto se traduce en que más de 33 millones de personas en México trabajan sin la protección de la seguridad social, y por lo tanto, esta reforma no les beneficia en nada.
Es más, en el corto plazo el aumento de la aportación patronal podría incentivar mayor informalidad, ya que algunos patrones o algunos trabajadores podrían preferir recibir el salario informal directo, que el que tiene descontadas las aportaciones.
Esta informalidad puede ser parcial a través del tiempo. A veces algunos trabajadores van a tener trabajos formales y otras veces informales, y eso, en la práctica, es un mayor porcentaje de vacíos de semanas cotizadas o ahorradas. Y es que se necesitan acumular un mínimo de 800 semanas cotizadas (al 2023), y 1,000 semanas al 2030 (para hacerse una idea, mil semanas son un poco más de 19 años), para optar por alguna de las opciones de pensión cuando cumplas los 65 años, ya sea un retiro programado que se contrata con la Afore, un renta vitalicia que se contrata con una aseguradora, o la pensión mínima garantizada, que es una pensión que el Gobierno Federal paga cuando tu ahorro es muy bajo y no alcanza el mínimo, y cuyo monto mensual es el equivalente a un salario mínimo general de la Ciudad de México.
Pero ese no es el mayor problema con la informalidad. El mayor problema son las expectativas. Hasta ahora pocos trabajadores se han pensionado bajo este régimen de Afore, de hecho, solo recientemente la primera generación de Afore comienza a pensionarse, ya que es un sistema que acaba de cumplir 25 años, pero poco a poco se espera que este número crezca fuertemente, a medida que incorpore más generaciones de nuevos pensionados.
Y eso provocará descontento. Miles de personas verán que sus pensiones no alcanzan, o que simplemente sus semanas trabajadas en el sistema formal no son las suficientes para acceder a un beneficio actual. A medida que pasa el tiempo, este problema se extenderá a decenas de millones de personas. La ONU espera que para el año 2050 México tenga una población de aproximadamente 35 millones de adultos mayores (es decir, con 60 años o más), lo que aumentará aún más la cantidad de personas afectadas, y por lo tanto, aumentará también la tensión social en torno al problema de pensiones.
Y sobre las expectativas hay muchísimo más que decir.
Por lo tanto, mi segundo punto se refiere a las expectativas creadas en torno a los montos de las pensiones, es decir, de la tasa de reemplazo, que es la relación entre la pensión que se recibe al final de la vida laboral y el nivel de ingresos que se tuvo durante el periodo de trabajo.
Una expectativa demasiado optimista sería pensar que una persona se podrá pensionar con el 100% de su último sueldo o su sueldo promedio. En la práctica, ni en los países más ricos es así, de hecho, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha expresado como objetivo llegar a un 70% de tasa de reemplazo.
¿Y cuánto se estima o espera que sea la tasa de reemplazo en México luego de la reforma de pensiones?
Supongamos a una persona imaginaria, llamada Paula, de 27 años, que entró recién a trabajar este 2023.
Haciendo algunas simulaciones con la calculadora del Consar (Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro), usando simplemente la Afore más grande, y asumiendo un 4% de rendimiento real, y suponiendo que Paula va a tener en su vida un salario base promedio de $30,000 (es decir, uno sueldo neto de unos $25,000 aproximadamente, que es la definición de un ingreso de clase media en zonas urbanas según el Inegi), el resultado es que su pensión estimada a los 65 años será de $17,695 mensual, es decir, una tasa de reemplazo de 59%, algo bajo ese ideal 70% que mencionamos anteriormente. Este número asume una densidad de cotización del 80%, es decir, que un 20% del tiempo Paula no cotizó en el sistema formal.
Ahora, supongamos que Paula decidió viajar, o tener hijos, o emprender, o simplemente tuvo un par de malos momentos en que le costó encontrar trabajo, por lo que en realidad cotizó 7 a 8 años menos de lo esperado, y por lo tanto, su densidad de cotización baja a 60%. En este caso, su pensión estimada bajaría a $13,271 mensual, con una tasa de reemplazo de 44%.
Estos casos serán comunes en varias capas de la sociedad. Y probablemente el descontento se propague a gran parte de la clase media, tal como ocurrió en los últimos años con el sistema previsional de Chile (el sistema de las AFP, un sistema de contribución fija muy similar al sistema mexicano de Afore, pero que comenzó antes, en los años ‘80).
Con todo, me temo que en general tus ahorros en la Afore no serán suficientes para tener una buena pensión. Es necesario además bajar las expectativas. El sistema de Afore y la reforma del año 2020 sin duda mejoran mucho el panorama, pero no llenarán los espacios generados por las expectativas de pensiones con altas tasas de reemplazo.
Dentro del manejo adecuado de expectativas, y siguiendo las recomendaciones internacionales, es necesario también incentivar el ahorro voluntario para el retiro, ya sea desde el sector público o privado. Este ahorro voluntario conforma el tercer pilar de un sistema de pensiones saludable, luego del pilar de contribuciones obligatorias de trabajadores y del pilar de contribuciones mínimas garantizadas por el gobierno federal.
Es clave entender que las alternativas de ahorro voluntario para el retiro son realmente importantes para complementar las necesidades futuras. Y en México existen varios tipos de cuentas voluntarias para el retiro, como el ahorro voluntario en la misma Afore, los planes personales de retiro (PPR), los planes privados de pensiones (PPP), y cuentas en compañías de seguros de vida. Cada uno de estos tipos de cuentas mencionados ofrece beneficios fiscales y tributarios útiles, como deducciones fiscales en las aportaciones realizadas, o reducción en el pago de impuestos por rendimientos o dividendos obtenidos. Y además, hay mayor variedad en el mercado para elegir los planes que más se ajusten a cada necesidad de ahorro voluntario.
Es más, el PPR no requiere tener un trabajo formal. Con esto, todos estos beneficios de un plan voluntario impactarán muy a favor de los trabajadores de clase media, ayudando a incrementar sus pensiones esperadas.
Pero eso no es todo. Incentivar más el ahorro e inversión privada beneficiará al país en muchos aspectos. Por ejemplo, en el largo plazo se podría ver un mayor desarrollo del mercado de capitales, mayor estabilidad económica, y un mejor acceso a financiamiento, tanto como para personas físicas como para empresas. Y con esto, en definitiva, mejorar el bienestar económico de todos los integrantes del país.
En conclusión, si hoy eres joven, y pese a la reforma del 2020, quizás la Afore no te alcance. Y por eso, el manejo correcto de expectativas sociales, la mejora de la información al público, y el fomento del ahorro voluntario para el retiro, no solo son importantes para complementar las necesidades actuales y futuras de los trabajadores, sino que también pueden tener un impacto positivo en la economía y sociedad en general. Por lo tanto, es necesario seguir promoviendo la educación financiera y las alternativas de ahorro voluntario para el retiro en México, para lograr un sistema de pensiones saludable y un mayor bienestar económico para todos los ciudadanos.
Nota del autor: esta es una versión extendida basada en una columna de opinión de Omar Larré publicada en Expansión.
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