Llevo casi 9 años trabajando en inversiones, y siempre que voy a un cumpleaños sé que en algún momento de la noche me va a llegar la misma pregunta:
Ya, dime wey: ¿en qué invierto mi varo?
En general, la mayoría de la gente piensa que las personas que trabajan manejando inversiones están constantemente comprando y vendiendo acciones, haciéndose “pasadas por la bolsa”, comprando la “última moda” de alguna acción o ETF, analizando balances contables de compañías y adelantándose al mercado llamando por teléfono para cerrar transacciones flash frente a monitores de colores.
Sin embargo, la realidad no puede distar más de esta imagen.
Muchos de los profesionales que trabajan en mesas de dinero, gerentes de inversiones o economistas destacados, seguramente te dirán lo mismo:
Yo invierto mis ahorros en fondos o ETF diversificados y con bajas comisiones, no ando moviendo mis inversiones todos los días, ni siquiera todos los años. Ahhh, y uso al máximo los beneficios tributarios que existen.
La razón de por qué hacen esto es simple pero a la vez compleja: las acciones y los mercados financieros tienden a subir en el largo plazo, sin embargo, tienen fuertes fluctuaciones en el corto plazo. Por lo tanto, si te mueves, corres el riesgo de perderte las subidas y no capturar esa rentabilidad de largo plazo. Además, los profesionales de inversiones entienden muy bien que en el largo plazo, el efecto de las comisiones e impuestos es muy importante, y es lo único que puedes saber a priori antes de invertir en mercado financieros.
La paradoja del largo plazo
La idea de que una inversión pueda andar bien en ventanas largas de tiempo, mientras en el corto plazo se cae el mundo no es algo intuitivo, pero es la forma en cómo funcionan muchas cosas en la vida.
Por ejemplo: en promedio una persona de 20 años puede llegar a perder la mitad de las conexiones sinápticas que tenía su cerebro cuando tenía 2 años de vida, esto con el fin de eliminar vías neuronales ineficientes y redundantes. Sin embargo, una persona promedio de 20 años es bastante más inteligente que un niño promedio de 2 años.
Imagina que tienes un hijo y puedes ver dentro de su cerebro. Todos los días verías menos conexiones sinápticas en su cabeza.
Probablemente pensarías que eso no está bien, que algo está pasando con su cerebro y buscarías un doctor con urgencia. Pero no. Lo que estás presenciando es el curso normal de cómo evoluciona el cerebro: desarrollo de largo plazo en medio de destrucción de corto plazo.
La economía y los mercados financieros suelen seguir un camino similar: crecimiento de largo plazo en medio de pérdidas de corto plazo.
Como se puede ver en el gráfico, en los últimos 150 años, el estándar de vida ha aumentado en 15 veces gracias al crecimiento de la economía global.
En resumen, un crecimiento económico sostenido y aparentemente suave. ¿Sabes qué ocurrió durante ese periodo?
- Aproximadamente 130 millones de personas murieron en más de 10 guerras.
- 99.9% del total de empresas eventualmente creadas tuvieron que cerrar.
- Más de 100 presidentes y jefes de estado en el mundo han sido asesinados.
- La pandemia de la gripe española mató 50 millones de personas en un año.
- Más de 6 millones de personas han muerto en 30 desastres naturales.
- 7 crisis económicas globales, que suman 40 años de extensión total.
- Prácticamente ningún economista pudo predecir estas crisis.
- El mercado accionario tuvo caídas mayores a 10% más de 100 veces desde su máximo.
- Las acciones globales perdieron más de un tercio de su valor en 12 ocasiones.
- La inflación en EE.UU superó el 7% en 20 años distintos.
- El término “pesimismo económico” tuvo más de 29,000 apariciones en periódicos norteamericanos.
- El estándar de vida en el mundo ha mejorado en más de 15 veces.
Prácticamente todos los días se han presentado razones para ser pesimistas, a pesar del notable avance de la economía y de la calidad de vida de la humanidad. Pese a eso, la mayoría de las personas del mundo se levantan y trabajan para estar mejor, ya sea ellos, su familia, su empresa, su comunidad, o su país: miles de millones de personas alrededor del mundo se despiertan en las mañanas trabajando para que algo sea mejor.
De nuevo, la naturaleza de los mercados obedece al mismo fenómeno: retorno de largo plazo en medio de pérdidas de corto plazo.
¿Por qué suben los mercados en el largo plazo?
Que los mercados suban en el largo plazo no es magia, ni mucho menos suerte, tiene que ver con el rendimiento financiero de las compañías.
Sin entrar mucho en la matemática (si quieres más detalle, en este otro artículo la explicamos), el retorno de una compañía en el largo plazo debiese corresponder a sus utilidades + el crecimiento de estas, y a su vez, el crecimiento de las utilidades de las empresas está fuertemente relacionado con el crecimiento económico.
Y como explicamos al principio (y en este otro artículo), en el largo plazo las economías tienden a crecer de la mano del crecimiento demográfico, la productividad y el desarrollo tecnológico.
Por lo tanto, en la medida en que la economía global se desarrolle, en el largo plazo los mercados accionarios debiesen sostener retornos consistentes.
Las personas que trabajan en inversiones manejan este concepto y lo aplican en su ahorro personal, ser disciplinados con su ahorro, no apanicarse e invertir en instrumentos diversificados que brinden una exposición eficiente a los mercados globales.
PD: Para la redacción de este artículo nos basamos en un capítulo del libro Psychology of money, muy recomendado para entender la dinámica del dinero, las inversiones y cómo construir un patrimonio en el tiempo.