Hace unos 12 años, un muy querido mentor mío me regaló una obra que dejé todos estos años guardada: El Mundo Clásico, del eximio historiador británico Robin Lane Fox. Meses atrás abrí el libro. Es grande, pesado, contundente; tal como su contenido. “Esto hay que rayarlo, marcarlo y gastarlo”, me dije con placer al tocar el papel con olor a nuevo.
De esas decenas de marcas y anotaciones que llevo, me golpeó un pasaje precioso sobre la transición de las monarquías a las democracias en la antigua Grecia en el siglo VII a.C: Lane Fox piensa que fueron los hoplitas quienes gatillaron la revolución.
¿Viste 300? Ésos son los hoplitas: largas lanzas, una formación militar compacta e impenetrable, y escudos que, dispuestos de la manera correcta, transformaban a una cuadrilla bien entrenada en un armadillo.
El salto cuántico de estos guerreros se dio con el escudo de doble empuñadura, que permitía a cada hombre sostener una pieza defensiva muy voluminosa para la tradición militar helénica. El foco en el escudo, además, demandaba una confianza férrea en el compañero de armas: si el de al lado fallaba, tu muerte estaba asegurada. El escudo de cada hoplita, asido con el brazo izquierdo, cubría el flanco derecho del vecino, quien debía sostener su lanza con ese brazo para poder atacar.
¿Cuál fue la revolución? Los hombres libres sin patrimonio ya no dependían exclusivamente de la caballería, que estaba compuesta por hombres de alta cuna. Ahora el poder militar y político residía en cada ciudadano de a pie. El autor sentencia: “Es preciso que la innovación [hoplita] fuera obra de un individuo, pues ninguna aristocracia habría estado dispuesta a introducir un nuevo estilo de lucha que socavaba de manera tan evidente el poder de los nobles”.
Me acordé entonces de nuam, un fenómeno que vengo analizando hace algún tiempo. “¿Qué es?” -te preguntas-. En corto (no simple): la integración de los mercados de capitales de Chile, Perú y Colombia. “Ya. ¿Y qué cresta tiene que ver con los hoplitas?” Imagino que es tu segunda pregunta.
Sus protagonistas me dicen que fue hace como 12 años -cuando me regalaron mi libro- que se juntaron. Estaban armando una revolución. Francis Stenning, Juan Pablo Córdoba y José Antonio Martínez eran los gerentes generales de las bolsas de comercio de Perú, Colombia y Chile, respectivamente.
“La clave estaba en la relevancia”, me dice José Antonio. “Nuestros tres países por separado son irrelevantes a nivel global”. Si no empezaba una integración mínima de los mercados de capitales, empresas y personas dependerían exclusivamente del financiamiento tradicional, el status quo, cerrando la puertas a cientos de proyectos de inversión, a startups ávidas de financiamiento, y a un mercado inmobiliario más asequible.
Francis ahonda aún más en el diagnóstico: “Los bancos son imprescindibles para financiar el corto plazo de las personas y empresas, pero es el mercado de capitales el que debe financiar las metas de largo plazo”.
Nació la idea del Mercado Integrado Latinoamericano (MILA).
Round 1: el MVP
Los jefes de nuestros hoplitas, los directorios de las bolsas, no veían necesaria esta integración mínima. Y a nuestros protagonistas no les pagaban un peso más por planificarla y ejecutarla. En consecuencia, lo único que ganaron al principio fue escepticismo, cuestionamientos, y una carga de trabajo que se echaron al hombro voluntariamente. Con una frase que habría conmovido a Karl Marx (y probablemente también a Lane Fox), José Antonio, el que era gerente de la Bolsa de Santiago, me cuenta: “esta iniciativa nació de la administración, no de los dueños”.
Ahí, como en la formación hoplita, la confianza fue crítica. “Cada uno tenía su propia agenda corporativa; no había una agenda común. Entonces, nada -enfatiza Francis- excepto nuestra convicción de que esto engrandecería a nuestros países, mantenía este proyecto andando”.
Emulando a tantos otros emprendimientos, esto partió como un side hustle. Era en las horas post laborales que nuestros hoplitas podían complotar. Querían, tal como manda la ley lean del emprendedor actual, hacer algo liviano; no esperar a que los reguladores de los países se pusieran de acuerdo, pues el mercado de capitales es un tema muy complejo. “Teníamos que llevar algo concreto para que las autoridades nos compraran la idea”, cuenta José Antonio.
Lamentablemente, la cosa no anduvo como los revolucionarios habían querido. Francis reconoce que la tímida integración mínima que proponían fue insuficiente: “teníamos tres códigos regulatorios para los tres mercados y tres compensaciones distintas. Ahí MILA empezó a perder la confianza”. “Deberíamos haberlo planteado de manera diferente -complementa José Antonio- creamos expectativas que hicieron que el mercado y los dueños se sintieran decepcionados”.
¿Qué falló realmente? A mi juicio, el punto de vista de Juan Pablo es el más certero: “Creo que el mayor error de MILA es que no nos preocupamos de hacerle la vida fácil al inversionista”. El punto de fricción, viaje del cliente, CX ¡ponle como quieras! El producto no estaba pensando en el cliente, sino en el oferente. Ergo, no había incentivos reales ni facilidades para que inversionistas chilenos invirtieran en Perú o Colombia, y viceversa.
Round 2: el Aprendizaje
El esfuerzo invertido había sido enorme. Habían convencido a las bolsas de comercio, parte troncal del status quo en casi cualquier país, de que la integración era la única forma de mantener a nuestra región en el mapa del capital global. ¿Cómo echarse a morir ahí?
“En 2018, en una segunda conversación -cuenta Francis - nos juntamos con José Antonio en Santiago; teníamos que ser más agresivos”. Había que lanzar una agenda corporativa conjunta. Juan Pablo se sumó también. Esta vez era la última. Triunfar o morir.
Parte de la agenda corporativa conjunta era superar MILA. Aparte de todo el trabajo de back office que implicaba integrar los mercados de capitales, era el momento de proponer una nueva identidad de marca. Nacía nuam.
Fue una tarde de diciembre de 2019 cuando, con sincronización de relojería suiza, nuestros hoplitas presentaron simultáneamente el proyecto en los directorios repartidos por la costa del Pacífico. Había sido todo, de nuevo, a espaldas de los dueños. Francis asegura que “no estaban contentos de que se la hubiéramos ocultado, pero la potencia de la idea tenía peso propio”.
Llegó la pandemia y siguieron perseverando.
“Lo que pasa es que la convicción siguió incólume” -me dice Juan Pablo-. “Mira, el capital se mueve globalmente, no le importan las fronteras de nuestros países”. Aunque suene de perogrullo, hay una cruel verdad detrás de esa frase: “Si tú no le abres la puerta al capital de inversionistas internacionales, ellos simplemente se van a otro lado” - sentencia Juan Pablo.
¿Qué cambió? “Imagina que estabas en un supermercado de acciones -plantea Juan Pablo-. Con MILA tenías que pagar los productos de Perú en una caja, los de Colombia en otra, y los de Chile en una tercera”. Era, efectivamente, un cacho, como diríamos en Chile. “El objetivo de nuam es corregir eso -añade Córdoba-: ahora tú pescas una acción del pasillo que te plazca, y pagas todo por la misma caja”.
¿El objetivo final? Atraer al inversionista de Singapur, Arabia Saudita, Ámsterdam y Nueva York. ¿Para qué? Para que nuestros NotCos, Nubanks, Fintuals, y MercadosLibres puedan, más temprano que tarde, abrirse en bolsa acá, en Sudamérica, en vez de tener que listarse en Nueva York.
Más empresas sudamericanas listadas en Sudamérica atraerán, obviamente, más inversionistas y, ¡eureka! Bajarán las comisiones para invertir en la Bolsa. ¿Que no tiene impacto? Literalmente millones de personas, sin importar su proveniencia social, podrán invertir parte de sus ahorros a un menor costo. Tal vez suena un poco iluso, pero si pensamos que en Estados Unidos el 62% de las personas tiene acciones, y que de el tercio más pobre 1 de cada 4 invierte en ellas, nos podemos imaginar por qué son tan atractivas. Si bien en Chile uno invierte en acciones de manera indirecta a través de las AFP, fondos mutuos y otros vehículos, menores costos y mayor liquidez pueden incentivar la participación directa de las personas en la bolsa.
nuam va por ese sueño, y otros se le han sumado. Nasdaq, la primera bolsa electrónica del mundo, firmó un convenio para la operación de nuam. La B3 de Brasil, el mercado de capitales más robusto de América Latina, es un accionista muy relevante de nuam. Y aunque nadie es profeta en su tierra, hoy todos los directores de las Bolsas de Lima, Bogotá y Santiago están empujando el tren, apuntalando al hoplita que queda y actual CEO de nuam, Juan Pablo Córdoba.
Si, como yo, eres un aficionado a los mercados de capitales, revisa lo que está pasando con este proyecto. No querrás quedarte abajo de la revolución de esta nueva América.