Mi experiencia siendo un inversionista activo ¿vale la pena, incluso cuando le ganas al mercado?

*Nota del editor: en Fintual creemos que la inversión pasiva es la manera razonable de crear patrimonio saludable de largo plazo, y en en ningún caso consideramos que hacer trading, en especial intraday trading, sea una buena manera de lograrlo, especialmente a quienes no trabajan dedicados a eso, con las herramientas que se necesitan para competir en mercados dominados por actores institucionales (en general, market makers). Por eso le pedimos al autor que contara su historia: este texto refleja su experiencia personal y de cómo llegó a la conclusión de que invertir bien sin perder la cabeza en el intento se puede mediante la inversión pasiva. El texto original del autor lo publicamos de manera íntegra.

Soy Iair Linker, tengo 37 años, actualmente trabajo como Data Scientist senior en Globant. En el tiempo que ocurrieron los hechos que relataré trabajaba como Lead Data Scientist en una start-up de salud financiera.

Hoy soy un aficionado a aprender e informarme de lo que pasa en el mundo financiero, y quiero compartir con ustedes una experiencia, a un nivel más humano que técnico, sobre lo que significó para mí invertir activamente en el mercado norteamericano durante 15 meses.

La diferencia entre inversión activa e inversión pasiva

Desde enero 2022 me dediqué fuertemente a aprender de inversiones en la bolsa de valores y las diferencias entre la inversión pasiva (en donde usas instrumentos que siguen la tendencia del mercado, asumiendo un menor riesgo en la operación) y la inversión activa (en donde compras acciones con la expectativa de que el valor futuro del negocio no está bien reflejado en el precio y por lo tanto debería subir).

Desde marzo 2022 hasta marzo 2023 operé con mi dinero haciendo inversión activa (específicamente, hice una mezcla de trading amateur usando herramientas del value investing y análisis macro) en el S&P500 y el NASDAQ. Durante estos 15 meses le dediqué un promedio de 1.5 horas diarias (incluyendo fines de semana) y obtuve un 18% de ganancia (en USD), mientras el S&P500 perdió un 7% y el NASDAQ un 12%.

Lo primero que hice para meterme en el mundo de inversiones fue tomar un curso de inversión. Durante este tiempo me tocó: aprender de contabilidad, leer mucho sobre el contexto macroeconómico y financiero a nivel global, ver muchos videos en YouTube de creadores de contenido que explican desde las distintas escuelas de inversión hasta el escenario actual, aprender historia financiera, etc.

Fueron meses de mucho aprendizaje y a medida que fue pasando el tiempo me di cuenta que me apasionaba el mundo financiero. Mi personalidad adictiva me juega a favor cuando quiero aprender algo que me interesa, me obsesiono y no paro, lo que hace que pierda la noción del tiempo. Hice planillas de seguimiento, leí los reportes de earnings, llegué a entender bien los balances e incluso detectar algunas trampas contables clásicas (ojo con Uber). Era como un niño con juguete nuevo.

Comencé a invertir y me fue mal al inicio. Partí perdiendo o empatando y al principio no encontraba bien los timings de entrada y salida, pero a medida que fue pasando el tiempo entendí el contexto macro en el que nos estábamos moviendo, las fechas importantes en el calendario, cómo la deuda (opciones put y call) dominan los movimientos al alza o a la baja, el rol de los retailers e institucionales, etc. A los 6 meses comencé a ganar dinero y a la pasión que ya sentía se le sumó la ambición.

Como es lógico, durante este tiempo dejé de hacer muchas cosas, teniendo una alta carga laboral, pareja, una familia que le gusta verse bastante y una vida social más o menos a full, era difícil compatibilizar todo. Pero lo más impactante, mirado en retrospectiva, es que no me logré dar cuenta a tiempo cómo esto estaba afectando mis relaciones humanas:

  1. Obsesión por hablar del tema → Siempre he sido medio “pesado”, pues me gustan los temas densos: política, ciencias, comportamiento humano, etc. Sin embargo, con las finanzas superé todos mis récords, ya que no había conversación en que no sacara el tema o que si salía no estuviera 30 minutos hablando de eso, hasta mi pareja de ese momento me pidió que por favor le dejara de hablar de eso todos los días.
  2. Atención en mis tareas laborales diarias → El mercado operaba justo en mis horas laborales y a pesar de que yo tenía estrategias mensuales, semanales e intra-diarias definidas, igual me gustaba estar checando las noticias y/o los movimientos de los precios continuamente. Básicamente, el mercado financiero se transformó para mí en lo que es Instagram para muchos. Incluso cuando hacía otras cosas de mi trabajo estaba a veces escuchando videos de YouTube de inversionistas profesionales experimentados (José Luis Cava, Pablo Gil, Everything money, El arte de invertir, etc.) que daban su análisis del contexto. Eso lo hacía especialmente a la hora del cierre de los mercados, pues el input lo usaba al otro día en la definición de mi estrategia intradía.
  3. Atención y tiempo dedicado a las personas de mi núcleo familiar (incluye a mi perro y pareja) → Los fines de semana no eran la excepción, como siempre me levanto temprano (entre las 7am y las 9am) en vez de ir a hacer deporte, sacar a mi perro al parque, hacerle una sorpresa a mi novia o algo por el estilo, me la pasaba leyendo informes, viendo videos o escuchando podcasts del tema hasta que comenzaban los compromisos a eso de las 11am. Muchas veces llegué tarde a mis citas o dejé de pasar tiempo con ellos. Ese tiempo nunca lo voy a recuperar.
  4. Ambición sin sentido → Nunca fui una persona preocupada por ganar demasiado dinero hasta que comencé a invertir. Fue muy impresionante como poco a poco me fui volviendo más ambicioso y mi relación con el dinero cambió completamente (es algo que aún trabajo). Mi meta inicial era ganarle al mercado, nada más. Pero cuando vi que me iba bien comencé a correr los bordes de esa meta, y con ello los bordes que me había trazado con respecto al riesgo que estaba dispuesto a asumir (porque no hay rentabilidad extra sin mayor riesgo). Es así como comencé a hacer trading intra-día apostando a favor o en contra del mercado usando como instrumento los ETF que hacen 3x a las ganancias o pérdidas de los índices S&P500 y NASDAQ, que eran los que estudié cómo funcionaban y cuyas compañías que componen principalmente el índice las tenía en mi lista de seguimiento.

Hace poco tuve uno de los quiebres más fuertes en mi vida, que me hizo cuestionarme todo, y en ese proceso entendí algo fundamental: había malgastado 450 horas o más de mi vida haciendo algo que me traería una retribución económica que no estaba ni cerca de compensar el costo de dejar de estar para las personas que me quieren. Ahí entendí que el costo oportunidad no es solo cuánto podría haber ganado en dinero en esas horas, sino que todo lo que dejas de hacer con las personas que amas en ese tiempo y la desconexión emocional que esto genera.

En mayo retiré el capital invertido y si tuviera que recomendarle a alguien qué hacer con su dinero le diría: ser inversor retailer en el mercado de acciones de forma activa no vale el tiempo que inviertes para obtener ganancias. Quizás algún día me dedique profesionalmente a operar en la bolsa, pero hasta que eso ocurra dejé mi dinero en inversiones a plazo por ahora con tasas que fluctúan entre el 0.77% y 0.9% mensual. Es muy probable que en el futuro evalúe algún tipo de estrategia de inversión pasiva, ya sea gestionada por mí o por un fondo de inversión con buenos resultados históricos.

El dinero va y viene, pero el tiempo que dejas de estar con los que amas y te aman nunca vuelve. No esperen a perder uno de ellos para darse cuenta de eso.