En 2015, me topé con un artículo de Wait But Why sobre la revolución de la inteligencia artificial (IA) que me voló la cabeza.
El artículo exploraba el desarrollo acelerado de la IA y cómo transformará nuestro mundo, desde la "IA estrecha" (tareas específicas) hasta la IA general (igualando la inteligencia humana) y eventualmente la IA superinteligente.
En ese entonces pensé: "Al menos tenemos hasta el 2040 para el problema existencial de la superinteligencia artificial".
Ahora creo que quizás no tenemos tanto tiempo.
Esta evolución promete un progreso sin precedentes en la historia de la civilización humana, pero también plantea riesgos existenciales significativos para la humanidad. Personalmente, soy optimista y creo que podremos vivir para contar que llegamos a un desarrollo tecnológico y cultural mejor. Tal vez incluso trascender como especie.
¿Quién sabe? Quizás nos ayude a desarrollar nuevas formas de generación de energías, y pasar a ser una civilización tipo I en la escala de Kardashov.
Siendo honesto, esto parecía ciencia ficción. Es que, hace tan solo 20 años, la IA parecía más inofensiva y, quizás, más inútil.
De hecho, ¿recuerdas a Clippy, el (molesto) asistente de Office que aparecía en tu pantalla a finales de los años ‘90? Aquel primitivo intento de "inteligencia artificial" nos dejó a muchos con una impresión poco favorable de los asistentes virtuales.
Pero el mundo ha cambiado drásticamente desde que Clippy colgó sus consejos (programados gracias a algoritmos bayesianos) y se jubiló en 2004. Especialmente en la última década.
En pocos años, la inteligencia artificial copó la primera plana de varias revistas, diarios, libros. E incluso informes de políticos y mandatarios de las principales potencias del mundo.
Lo cierto es que las cosas van muy, pero muy rápido en IA: bienvenidos al renacimiento de la inteligencia artificial.
Un renacimiento liderado por una empresa que ha sabido moverse rápido y cambiar los pilares de cómo el común de las personas veía este tipo de tecnología: OpenAI, la compañía que actualmente está empujando y acelerando este progreso.
Fundada en 2015 con la no-poco audaz misión de asegurar que la IA beneficie a toda la humanidad, OpenAI ha pasado de ser una startup idealista a convertirse en el epicentro de esta última revolución tecnológica. Su impacto es tan profundo que ha redefinido completamente nuestra visión del futuro y el papel de la tecnología en nuestra civilización. Un impacto a escala civilizatoria.
El nacimiento de una nueva era: GPT y ChatGPT
El corazón de la revolución de OpenAI está en el ritmo de los anuncios de sus cada vez más modernos modelos de lenguaje GPT (Generative Pre-trained Transformer).
Pero, ¿qué es GPT?
Imagina un cerebro artificial capaz de comprender y generar texto de una manera tan fluida y natural que a veces es difícil distinguirlo de un humano. Eso es GPT, que en sus modelos más recientes, GPT-3 y GPT-4, nos han sorprendido cada vez más.
Ahora explicaré el detalle de qué es exactamente “GPT”.
Para entender la magia detrás de GPT, imaginemos por un momento que estamos jugando un juego de adivinanzas con el lenguaje. Tu tarea es predecir la siguiente palabra de una frase. Fácil para un humano, ¿verdad? Ahora imagina tratar de hacer esto y entrenarte en este juego con cada palabra en un libro, de un periódico o de todo internet. Ya no-tan-fácil para un humano, pero eso es esencialmente lo que hace GPT, a una escala muy pero muy masiva a nivel de consumo y procesamiento de datos.
GPT, en términos generales, es lo que llamamos un Modelo de Lenguaje de Gran Escala (LLM, por sus siglas en inglés). Ha sido entrenado con una cantidad colosal de texto, desde libros y artículos hasta conversaciones en línea. A través de este entrenamiento, aprende los patrones y estructura del lenguaje humano, sin necesariamente “guardar” cada una de las combinaciones de texto posibles. Lo que hace en cambio es construir un “modelo probabilístico de lenguaje”, que permite estimar probabilidades sobre la siguiente palabra dado un texto que la precede.
Es que ahí está el truco: GPT no “memoriza”, sino que aprende a entender el contexto y generar texto coherente. Es como si hubiera absorbido toda la sabiduría escrita de la humanidad y pudiera combinarla de formas nuevas y creativas.
GPT-3 y su sucesor, GPT-4, han establecido nuevos estándares en la capacidad de generación de textos. Pueden escribir poemas, contar chistes, explicar conceptos complejos e incluso programar. Es como tener un equipo de expertos en cada tema imaginable, disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Los modelos GPT se comenzaron a desarrollar antes del 2018, pero el verdadero punto de inflexión llegó en noviembre del 2022 con el lanzamiento de ChatGPT, una interfaz web que permitía interactuar con un modelo GPT.
Con ChatGPT, de repente, cualquiera podía conversar con una IA avanzada a través de una simple interfaz web. El impacto fue inmediato y global. Estudiantes, profesionales, curiosos... todos querían probar esta maravilla tecnológica. ChatGPT se convirtió en el tema de conversación en oficinas, escuelas y redes sociales de todo el mundo desde finales del 2022 hasta el día de hoy.
Si no conocías ChatGPT o aún no lo has utilizado, vale la pena que le eches una mirada, puedes probar sin costo y en el idioma que quieras acá: chatgpt.com
OpenAI y su intento de democratizar la inteligencia artificial
Lo que hace a OpenAI realmente diferente es su enfoque en la democratización de la IA. A diferencia de muchas empresas tecnológicas que guardan celosamente sus avances, OpenAI ha adoptado una postura algo más abierta. Han hecho que sus modelos sean accesibles a través de APIs, que permiten que desarrolladores y empresas de todo el mundo integren esta tecnología avanzada en sus propias aplicaciones y servicios.
Esto ha desencadenado una ola de innovación, desde aplicaciones de escritura creativa hasta asistentes de programación.
El capitán del barco: Sam Altman
Detrás de esta revolución está Sam Altman, el CEO de OpenAI. Antes de liderar esta empresa visionaria, Altman ya era una figura destacada en Silicon Valley como presidente de Y Combinator, la aceleradora de startups más influyente del mundo. En 2019, Altman tomó la decisión de dejar YC para centrarse completamente en OpenAI, una movida que señaló la importancia y el potencial que veía en la IA.
La búsqueda de la AGI
El objetivo final de OpenAI es aún más ambicioso: desarrollar la Inteligencia Artificial General (AGI). Imagina una IA que no solo pueda procesar lenguaje, sino que pueda entender, aprender y aplicar conocimientos como un ser humano. Una IA que pueda resolver problemas complejos, hacer descubrimientos científicos, demostrar teoremas matemáticos aún abiertos y tal vez incluso comprender las complejidades de la conciencia humana y la naturaleza del universo.
La AGI podría ser la llave para resolver algunos de los problemas más importantes de la humanidad, desde el cambio climático hasta enfermedades incurables. Pero también plantea preguntas profundas sobre el futuro de la humanidad y nuestro lugar en un mundo donde las máquinas puedan igualar o superar nuestras capacidades cognitivas. Un mundo con superinteligencia artificial.
¿El futuro es “ahora”?
A medida que avanzamos hacia un mundo cada vez más impulsado por la IA, el papel de OpenAI en dar forma a esa realidad es innegable.
Incluso creo que OpenAI nos ha empujado más rápidamente al umbral de una nueva era, donde la línea entre la inteligencia humana y la artificial se vuelve cada vez más difusa.
Una era llena de posibilidades para la civilización humana, pero también muchos desafíos. Y mucho vértigo.
No sé exactamente qué va a pasar, pero creo que una cosa es cierta: el futuro que alguna vez imaginamos en la ciencia ficción ya no está tan lejos, o al menos, está cada vez más cerca. Y OpenAI es una pieza grande del juego, especialmente si nos hace llegar, como civilización, al encuentro de la superinteligencia artificial.
¿Estamos preparados para el mundo que OpenAI está ayudando a crear?