Una mirada alternativa al mercado laboral chileno

A estas alturas ya todo el mundo sabe que la economía en Chile no ha andado de lo más bien en el último año. Con los incentivos que se dieron para paliar la pandemia, la economía creció muchísimo y alcanzó un máximo a mediados de 2021, y desde entonces se ha movido hacia un menor, y más sostenible, nivel de producción. Con esta desaceleración económica vino de la mano cierta debilidad en el empleo.

Desde el mínimo de 7.6% que alcanzó en 2022, la tasa de desempleo ha subido 1.2 puntos porcentuales.

Un clásico: la relación negativa entre crecimiento económico y tasa de desempleo es una de las más famosas en economía. Se llama ley de Okun, porque fue propuesta por el economista Arthur Okun, en 1962.

En simple, la ley de Okun dice que si el PIB crece rápidamente, la tasa de desempleo disminuye, y si el crecimiento del PIB es muy bajo o negativo, la tasa de desempleo aumenta.

Cambios trimestrales. Datos de Chile desde el 2T 2010 al 2T 2023, desestacionalizados. Esta es una versión simplificada porque la ley de Okun habla de la relación entre las desviaciones de estas variables con sus respectivas tendencias potenciales de largo plazo. 

El aumento en la tasa de desempleo es incluso mayor si comparamos el 8.8%, con el 7.2% pre-pandemia (y pre-crisis social). Actualmente hay cerca de 170 mil personas desempleadas más que en septiembre de 2019. Es un dato negativo, y además quizás no cuenta toda la historia.

La tasa de desempleo es una medida incompleta para evaluar la situación del mercado laboral

La tasa de desempleo solo considera a la población que buscó un empleo y no encontró. Es decir, las personas que no están empleadas, tienen edad de trabajar, pero no buscaron empleo, denominados como inactivos, quedan fuera de la medición.

Hoy la tasa de inactivos como porcentaje de las personas en edad de trabajar es 39.1%, dos puntos porcentuales más que en septiembre del 2019. Se puede deducir que hay cerca de 325 mil personas inactivas "en exceso" (personas que, si la tasa de inactividad hubiese permanecido constante, no estarían en ese grupo).

Hay expertos que opinan que deberíamos incluir a esta población en el cálculo de desempleados, y entonces la tasa de desempleo “real” sería del orden de 13%.

Pero la cosa no es tan directa.

¿Por qué? Porque gran parte de la población inactiva no estaría disponible para trabajar, incluso si le ofrecieran un empleo. A estas personas se les denomina “inactivos habituales”.

La última encuesta disponible de empleo refleja que las principales razones por las que alguien que no tiene un empleo no estaría disponible para aceptar uno si se lo ofrecieran son 1) que estaba estudiando o comenzará a estudiar pronto, 2) motivos de salud permanentes, 3) porque tiene responsabilidades familiares (cuidado de niños o personas dependientes, por ejemplo), 4) por motivos de salud, y 5) porque es pensionado o jubilado. La encuesta también refleja que dos tercios de la población inactiva son mujeres.

Desde 2020, en la encuesta también se le pregunta a las personas inactivas si desearían trabajar. En la encuesta más reciente tres cuartas partes respondieron que no desean trabajar para generar un ingreso.

Por su parte, los “potencialmente activos” son personas que no tienen un empleo y no buscaron, pero si les ofrecieran uno estarían disponibles para aceptarlo. Y los “iniciadores” (la línea azúl fuerte que casi no se ve en el gráfico) son los que no trabajaron pero no buscaron porque pronto iniciarán una nueva actividad.

Lo que nos parece notable es que la mayoría del aumento en la población inactiva vs pre pandemia y crisis social se explica por los inactivos habituales.

¿Y por qué importa?

Poder caracterizar a estas personas es clave para hacer  un diagnóstico más acertado del mercado laboral. Es importante diferenciar entre tipo de inactivos, porque si el diagnóstico es distinto, el tratamiento también lo es.

Los inactivos habituales son el grupo más duro de inactivos. Su aumento podría reflejar una condición estructural y no cíclica: un cambio en comportamiento (trabas o condiciones del sistema, preferencias, etc.) que no tiene que ver directamente con el débil crecimiento económico.

Es decir, son personas que quizás no se reintegren al mercado laboral incluso después que la economía chilena retome su senda de crecimiento.

Aunque es difícil saber precisamente qué causó el aumento en la población de inactivos, algo que notamos es que los inactivos hombres aumentaron proporcionalmente más que las inactivas mujeres. Es decir, hay una especie de “cierre (muy parcial)” de brecha.

También pareciera que en parte pudo haber sido por motivos de salud, en su mayoría motivos permanentes.

Por ahora no tenemos la respuesta precisa a la pregunta de por qué aumentaron los inactivos, y menos la receta de qué hacer al respecto, pero sabemos que es una pregunta que valdría la pena responder.