Hay récords que no vale la pena romper. El de los incendios forestales es uno de ellos, y parece que este año vamos camino a romper esta lamentable marca. A la fecha ya vamos sobre las 400.000 hectáreas quemadas y quedan varias semanas de verano y altas temperaturas.
Cuando escuchamos estas noticias, es imposible no hacer el símil a lo que vemos cada verano (invierno para nosotros) en el hemisferio norte, donde los incendios en California parecen reflejar la misma tendencia.
El aumento de los incendios forestales en California y Chile durante los últimos 20 años es un fenómeno preocupante que afecta a ambos países de manera similar. Aunque hay similitudes en el tipo de clima y geografía, como la presencia de montañas y bosques secos, hay diferencias importantes en el tipo de vegetación y bosque. En Chile, por ejemplo, los incendios afectan principalmente a bosques de pino y eucalipto, mientras que en California el problema es más grave en bosques de sequoias y en áreas urbanas cercanas a las montañas.
En cuanto a los datos, se puede observar un aumento significativo en las hectáreas quemadas en ambos lugares desde el año 2000. Chile ha tenido algunos años con un número particularmente alto de hectáreas quemadas, como en 2017 y este 2022-23; mientras que en California el récord fue en 2020. Es importante seguir monitoreando y tomando medidas para reducir el impacto de estos incendios en el futuro.
Los récords en términos de hectáreas quemadas en una temporada en ambos lugares sucedieron en los últimos 6 años, con un promedio de entre 4 y 6 veces más que lo que se quema en un año normal. Este aumento se debe a varios factores, como el calentamiento global, la expansión de los monocultivos y los incendios intencionales. Aunque todavía se pueden ver acaloradas discusiones entre los expertos. Algunos creen que la intencionalidad y la negligencia son la principal razón; otros culpan a las forestales y el monocultivo.
Hablando del monocultivo, vale la pena recordar a Federico Albert: un simpático alemán que llegó a Chile en 1889, de la mano del entonces presidente Balmaceda, para trabajar en el Museo de Historia Natural. En 1898 tomó a su cargo un proyecto más acorde a sus habilidades: investigar los efectos del avance de las dunas y la pesca con dinamita en algunos campos fértiles de la costa de Llico, actualmente la VII región. Entre muchas otras ideas, propuso la reforestación con especies que crecieran más rápido, como el eucaliptus y el pino. Muchos creen que ayudó a mitigar la deforestación que había empezado en el siglo XIX. No en vano hay un parque nacional que lleva su nombre.
Ahora bien, hay una nota positiva: al igual que en los días finales del siglo XIX, los gobiernos ya están tomando cartas en el asunto y viendo estos mega incendios como una amenaza estructural cada verano.