Las controversiales propuestas económicas de Milei, explicadas

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Update al 20/11/2023: desde que escribimos este texto, Javier Milei ganó la elección presidencial, con alrededor de un 56% de los votos, contra un 44% de Sergio Massa. Milei asumirá como presidente de Argentina, un mandato de cuatro años, el 10 de diciembre de 2023.

Argentina se está preparando para sus décimas elecciones presidenciales desde el retorno a la democracia, en octubre de este año. El fin de semana pasado tuvieron las primarias, en donde Javier Milei fue el candidato de derecha más votado (con un 30% de los votos). En Argentina el resultado de las primarias, conocidas como PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), es un hito muy importante porque, como son simultáneas y obligatorias, son una especie de simulacro de las elecciones generales

Su triunfo fue una sorpresa: le ganó a los candidatos de las dos coaliciones más importantes de Argentina, Patricia Bullrich de Juntos por el Cambio, y Sergio Massa, del ala peronista, (un movimiento político muy influyente en los últimos 80 años).

¿Quién es Javier Milei?

Es un economista y político argentino, diputado por Buenos Aires desde 2021. Es el líder del partido La Libertad Avanza, con un perfil de derecha y libertario. Tiene varios libros, y enseña sobre economía austriaca en distintas universidades del país y extranjeras.

Él mismo se autodefine como “anarcocapitalista en la teoría, liberal-libertario y minarquista en la vida real”. ¿Qué significa todo eso? Son distintas filosofías políticas de cómo debería funcionar un país, y quiénes debiesen intervenir en esa organización.

La filosofía anarcocapitalista tiene dos partes. La anarquía postula la existencia de una sociedad sin un Estado que la organice. El capitalismo protege la soberanía de los individuos, protegiendo la propiedad privada y el libre mercado. En la práctica, significa que el mercado no debiese estar regulado (o muy poco), y los servicios sociales debieran ser entregados por instituciones privadas, como las isapres.

Un minarquista, por su parte, piensa que el Estado debiese tener un tamaño mínimo, suficiente para proveer seguridad y la protección legal para mantener la propiedad privada. Lo liberal-libertario se refiere a que lo más importante es la libertad del individuo, por sobre todo. Incluso se oponen a los derechos sociales, ya que es cada persona quien debe encargarse de su propio bienestar.

Y, además, tiene ideas características de derecha en temas morales como prohibición del aborto y el derecho al porte de armas. Pero no comparte todas porque, por ejemplo, no está en contra del matrimonio igualitario (si no del matrimonio completo, como institución).

Su visión política tiene, por supuesto, un impacto grande en sus propuestas para un posible gobierno: son bien radicales en comparación con las propuestas de sus contrincantes. Tan solo con haber ganado en las primarias, movió completamente el mercado financiero.

Tipo de cambio argentino 101

Apenas se conocieron los resultados de la primarias, muchos inversionistas vendieron los activos financieros argentinos que tenían. En una economía con un tipo de cambio flotante, o sea cuyo valor se mueve de acuerdo a la oferta (cuántos quieren vender pesos) y demanda (cuántos quieren comprarlos) de pesos como en Chile, esto habría hecho que suba el tipo de cambio. En el caso argentino, esto significa que el peso vale menos, y debes gastar más pesos argentinos para comprar un dólar.

Pero Argentina tiene un sistema distinto: el Banco Central fija el tipo de cambio y lo mantiene fijo por medio de regular la oferta de dólares. Entonces, cuando los inversionistas extranjeros venden sus activos en masa, el Banco tiene que vender sus reservas de dólares. Pero las reservas que tiene el Banco Central no son infinitas. Cuando se le empiezan a agotar, el Banco ya no puede sostener la misma tasa de cambio que antes. Entonces está presionado a modificar el tipo de cambio y devaluar: exigir más pesos argentinos por cada dólar (que es lo mismo que depreciar, pero se llama así cuando es un régimen fijo).

Pero la historia con el tipo de cambio en el país vecino es todavía más compleja que eso. En realidad, en Argentina existen más de 15 tipos de cambio distintos.

Primero, está el dólar oficial o minorista: no tiene impuestos ni cargos extra, y es el que usan las empresas para importar o exportar. Se compra y vende directamente al Banco Central. Luego está el dólar mayorista: para compras y ventas a gran escala de bancos o agentes de comercio exterior. No se transa a través del Central, si no que directamente entre quienes quieran hacerlo.

También existe el dólar blue: el dólar informal que las personas comunes y corrientes pueden comprar fuera del Banco Central. Se hizo más común luego de que Mauricio Macri, ex presidente argentino, impusiera en 2019 un máximo de compra de dólares en el sistema formal, de solo 200 dólares. Si alguien quiere comprar más que eso, debe ir al sistema informal.

Por otro lado, existen un montón de dólares específicos para algunas industrias. Está el dólar soja, más bajo para exportar soja al extranjero y el dólar agro, para otros productos de agricultura. El dólar de recitales (o “Coldplay”) sirve para pagar a artistas extranjeros, y tiene un sobrecargo de un 30% por sobre el oficial. Cuando se quieren pagar servicios en dólares, hay 2 tipos de cambio: el dólar turista (o “Netflix”) cuando son menos de 300 dólares, con un sobrecargo de 75% (aunque un 45% es reembolsable); y el dólar Qatar para gastos por sobre 300 dólares, con un sobrecargo extra al turista.

Hay varios dólares más (como el dólar MEP del que hablamos acá), pero se me iría el artículo en eso si sigo.

Las propuestas económicas de Milei

Tres propuestas son las más polémicas, sobre todo para los economistas que leemos de lejos.

Primero, quiere dolarizar el país y cerrar el Banco Central.

O, en sus palabras, “cuando hablo de quemar el Banco Central no es una metáfora, lo quiero dinamitar, pero esto es literal. Es decir, hacerlo implosionar y que queden todos los escombros”.

El tema es que para dolarizar, hay que tener dólares. Y a Argentina se le están agotando. Para poder implementar el programa completo, necesitan unos US$35.000 millones según sus propios asesores.

Para conseguirlos, haría varias reformas, y canjearía los fondos del Banco Central por deuda, para inyectarla luego como dólares a la economía. Luego, el plan es el siguiente: eliminar el Banco Central y permitir a las personas elegir entre el peso argentino y el dólar; una vez que el dólar sea el más masivo (con al menos un ⅔ de las transacciones), la economía se dolarizaría completamente. Con eso, se lograría eliminar la inflación (que es el objetivo).

¿Qué dicen los expertos? Hay opiniones divididas. Los que están en contra dicen que, de funcionar las reformas que quiere hacer, no será necesario dolarizar. Y, si aún lo fuera, no serían suficientes para conseguir los dólares que se necesitan. Los que están de acuerdo creen que esto simplemente oficializa lo que los argentinos hacen informalmente: usar el dólar.

Si no existe una moneda local, en teoría el Banco Central no sería necesario. ¿Por qué? Porque el Central tiene varios roles en la economía:

  • Controla la inflación local, moviendo cuánta plata circula en el país (o sea, cuánta plata se imprime)
  • Atenúa los shocks externos que puedan dañar la economía local. Por ejemplo, el Banco Central actúa si hay una crisis financiera en el mundo, para proteger de alguna forma a los consumidores locales.
  • Decide cómo se mueve el tipo de cambio: si va a ser flexible, fijo o alguna combinación de ellos.
  • Actúa como prestamista de última instancia cuando hay crisis financieras para los bancos comerciales locales.

Si una economía usa una moneda externa, no tiene cómo controlar la inflación que ocurre en el país. De hecho, hereda la inflación que existe en el país de origen de esa moneda; como el dólar es una moneda mundial, ni siquiera podría estimar cuánto será la inflación futura porque simplemente hay demasiados dólares en todas partes. Sin duda será una inflación menor a la de Argentina, pero tiene otros efectos.

Entonces, el Banco Central no sería necesario para controlar la inflación. Pero sigue siendo necesario para otras labores. Ecuador, El Salvador y Panamá son los tres países latinoamericanos que han dolarizado completamente su economía; los tres tienen un banco central.

Panamá fue el primero. En 1904 definió como oficiales el dólar y el balboa, su moneda original. Ecuador se dolarizó en el año 2000, porque estaba en una crisis económica muy profunda; tenía mucha inflación y una moneda muy devaluada. El Salvador hizo lo mismo en 2001, para poder aprobar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Pero decidió que circularan las dos monedas (la local, el colón, y el dólar) simultáneamente hasta que solo circularan dólares.

¿Cómo lo han sobrellevado? Primero, no han habido más devaluaciones repentinas (obvio). Se estabilizaron los precios, desaparecieron las fugas de capitales y la inflación se controló. Ecuador es un buen ejemplo: en 5 años bajó de más de 90% a menos de 5%; pero su déficit fiscal se ha mantenido, lo que mantiene al país en problemas económicos. Además, en los tres países los precios internos se desajustaron y varios productos se volvieron imposibles de comprar; otros son más baratos importados, por lo que varias industrias locales quebraron.

Segundo, Milei quiere pagar toda la deuda de Argentina.

Los países pueden acumular deuda principalmente de dos formas: pidiendo préstamos a otros países o a instituciones globales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), o emitiendo bonos (o títulos de deuda).

Argentina tiene ambos tipos de deuda, y en realidad no es de las más altas del mundo. En 2022 fue de un 84,5% de su PIB (Producto Interno Bruto, el indicador de cuánto produce un país), mientras que en Japón fue de 255%, Estados Unidos de 126% e Italia, de 144%.

Sin embargo, es una deuda que les ha costado pagar. En 2001 decidieron no pagar 95.000 millones de dólares a acreedores privados. Varios años han tenido que repactar su deuda, o sea re acordar los esquemas de pago con sus acreedores. El año pasado refinanciaron su deuda con el FMI.

Y bueno, Milei quiere terminar con esta tradición de no pago. ¿Cómo? Primero bajando el riesgo cambiario apenas se dolaricen. Si un país tiene deuda en moneda extranjera, su valor puede ir variando según cómo avanza el tipo de cambio; en el caso de Argentina se hacía cada vez más cara porque siempre se necesitaban más pesos argentinos para pagar cada cuota. Si solo hay dólares, se reduce una de las variables para saber cuánto va a valer la deuda.

Segundo, quiere reducir un montón el poder del Estado y un 90% de los impuestos. Quiere reducir la cantidad de obras públicas pagadas por el Estado y adjudicarlas simplemente a privados, la cantidad de ministerios (como el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, Cultura y Educación) y varios subsidios. Con esto, el gasto estatal sería mucho mucho menor.

Con ambas cosas, el riesgo país bajaría un montón porque los inversionistas tendrían más confianza en que Argentina saldrá del hoyo.

Y tercero, quiere congelar las relaciones con China y sacar a Argentina del bloque Mercosur.

Acá se puso más polémico aún, ya que se niega a que Argentina comercie con “socios socialistas”, como China y Brasil. Aunque cualquier contrato que ya está firmado, se respetará.

¿Cómo podría afectar esto a la economía trasandina? Al menos al año pasado, Brasil y China fueron los 2 países que más transaron con Argentina, con un 23,3% de las exportaciones en total y un 41,1% de las importaciones.

Para muchos economistas, estas políticas suenan, por decir lo menos, curiosas. Y es sabido que muchas de las promesas de campaña no se cumplen cuando son electos. Por ejemplo, conocidas son las promesas de Menem, varias veces presidente de Argentina, sobre un aumento en el empleo, que quedaron en nada luego de privatizar masivamente un montón de industrias.

Sea como sea, tendremos que esperar a octubre para saber quién sale electo. Y, en caso que sea Milei, un par de meses para saber qué cosas se ejecutan y cuáles quedarán como una exagerada campaña de elección.