Hace más de una década, en 2013, escribí un texto que es el más significativo que haya jamás escrito en mi vida. Trataba sobre un letrista fantasma de la Balada Romántica Latinoamericana —los Clásicos AM— que, según lo que hallé, nadie sabía que había casi él solo inventado la música para encerar. Luis Gómez Escolar, que así se llamaba el señor, había estado detrás de las traducciones al castellano de, “La quiero a morir” de Francis Cabrel, “A ti” de Joe Dassin, “Solo tú” de Matia Bazar, así como de las letras de “Juntos” de Paloma San Basilio o “Palabra de honor” de Luis Miguel.
La cantidad de temas esenciales de los Clásicos AM que habían discurrido bajo su égida era tan voluminosa como su misterio. Nadie sabía mucho quién era Luis Gómez Escolar y el viaje que realicé para revelar su enigma resultó tan fascinante como su conclusión.
No por nada fue quizá ese trabajo el que movió la aguja, el fiel de la balanza, para que terminaran publicándome Clásicos AM en Planeta en 2019.
La historia de Luis Gómez Escolar tenía, como decía en ese texto original para Tercera Cultura, canción de protesta, música cebolla, un trágico accidente, un número 1 del Hot 100 del Billboard, un Grammy y una copa del mundo de fútbol, baladistas italianos y franceses de los setentas, músicos latinoamericanos de los ochentas y un sonido inolvidable, y se encontraban allí juntos Miguel Bosé y Chayanne, Emmanuel y Yuri, Hernaldo y José Luis Rodríguez, Chico Buarque y Ana Belén.
Se trataba de una historia que merecía ser contada, pero que casi nadie había podido reconstruir, simplemente porque su personaje principal y central había optado por pasar desapercibido.
En los últimos años me he encontrado varias veces con historias periodísticas o de la Internet que resuenan a la que construí sobre Luis Gómez Escolar.
Searching for Sugar Man un documental sueco-británico de 2012 escrito y dirigido por Malik Bendjelloul, que narra la leyenda de un misterioso cantante conocido como Rodríguez y los esfuerzos de dos fans sudafricanos (Stephen 'Sugar' Segerman y Craig Bartholomew-Strydom) por descubrir su paradero.
O aquel episodio memorable del podcast Reply All, “The case of the missing hit”, donde se relata la odisea de un hombre de California en la búsqueda de una canción que el jura que existió, pero que había sido olvidada en las arenas del tiempo y de la Red de nuestros días, que solo aparentemente dispone de toda la información de la historia de la humanidad.
O el caso del track desconocido que subió a la red el usuario Carl92 y que nadie hasta hace solo un par de meses pudo reconocer, ni los expertos en música, ni los DJs de la radio, ni Shazam y que volvió locas a las redes sociales durante un par de años.
Todos estos relatos guardan más de algo en común: son historias de música pop, contienen altas dosis de misterio y finalmente hablan de cómo la cultura popular de nuestra era dispone de sus propios “santos griales”: compositores que habitan secretamente el centro del mainstream, hits olvidados, cantantes que han resultado famosos estratosféricamente en ciudades muy lejanas a las de las que vinieron, escriben un poco el espíritu de nuestra época.
Por eso siento de manera muy profunda que el hallazgo que he hecho en estos últimos meses de una letrista chilena de la que supe por don Alejandro Cuevas, experto musical como pocos en Chile, se inserta en la misma liga.
Su nombre era Doris Band y nadie ha reparado mucho en su existencia, tal como ocurrió con Luis Gómez Escolar.
Fue en un encuentro que tuve, el primero luego de varios lustros comunicándonos por Internet con don Alejandro, en la pizzería del Boris en Pedro de Valdivia, que él, al finalizar nuestra conversación de un par de horas sobre cultura popular, me habló de Doris Band, señalándome que ella era —aunque no fueron exactamente esas sus palabras—, “la Luis Gómez Escolar chilena”.
Luego, hace un par de semanas, cuando tanto en Facebook como en Instagram publiqué un texto extenso en recuadros modo “carrusel”, sobre los vínculos de las Goofy Songs —o el Yacht Rock— y los Clásicos AM. Allí terminé citando como vasos comunicantes entre ambos géneros a “Clásico es amarte” de Orlando Netti, que era una versión castellana de “Classic” de Adrian Gurvitz, y “Eclipse total del amor” de Lissette, versionando “Total eclipse of the heart” de Bonnie Tyler y Jim Steinman.
Allí Alejandro Cuevas comentó: , “Versión en español de Total eclipse of the heart por Lissette misma. Versión en español de Classic… por la chilena Doris Band”.
¿Quién era Doris Band?
Una chilena que cultivaba la literatura y que cursó estudios incipientes de derecho, de la que no hay registro de su fecha de nacimiento ni de fallecimiento —aunque en un posteo de Facebook, la cantante argentina Diana María señala, “Hoy les comparto esta canción que compuse en los años 80 junto a Doris Band, la querida y talentosa escritora, letrista y versionista chilena; ya fallecida y siempre recordada por su versión de 'A mi manera'”— y que se casó en los años cincuenta con un argentino.
Dice el diario La Nación del 9 de julio de 1951 en un pie de foto: “Señorita DORIS BAND, cuyo matrimonio con el señor Enrique Wolfenson Suen, se efectuó ayer. El Coro Universitario dirigido por Mario Baeza, cantó en la ceremonia religiosa como homenaje a la hermosa novia, que durante años actuó como integrante del Coro. El matrimonio partirá hoy a Buenos Aires, donde fijará su residencia” y se trasladó así a vivir a Buenos Aires donde al alero del sello Odeón ofició de traductora de letras al español de canciones en inglés, italiano, portugués, alemán y francés, entre ellas las de varias comedias musicales que se versionaron en el país trasandino, como Hello Dolly o Amor sin barreras.
Una entrevista de 1971 para la revista Paula, a propósito de una novela que ella publicó llamada La Ráfaga, y que es de lo poco que se puede bucear en la Internet sobre ella ahonda en que, “nací en Chile, pero me aburrieron los terremotos y me mudé", y en que fue redactora de pequeñas obras de ciencia ficción y policiales que circulaban en los kioscos y también jingles publicitarios, así como los guiones de algunas series de TV argentinas como El Departamento o Las Chicas o del film Ritmo, amor y juventud.
Entre las más de un centenar de letras que tradujo Band se encuentran “Aquellos fueron los días” (Those were the days) el inmarcesible tema de Mary Hopkin que es una revisita de la balada rusa “Dorogoi dlinnoyu”, por Paul McCartney y que reza, “Fueron los días que reímos sin por qué/ Bailando al son de un canto sin final/ Allí nació el amor que ayer nos dio valor/ Para vivir buscando un ideal” y que cuenta con otras interpretaciones tanto de Los Iracundos como de Tormenta; o “Palabras, palabras”, versión castellanizada de “Parole, parole” que popularizaran en francés Dalidá y Alain Delon y que en Argentina interpretaron Silvana di Lorenzo y Osvaldo Brandi; también “La chica más hermosa del mundo” (The Most Beautiful Girl) original de Charlie Rich; “Sábado por la tarde”, la versión en castellano del tema italiano de Claudio Baglioni, interpretado por él mismo, y que se abre con esa frase evocadorísima que es, “gorrioncito, qué melancolía”; “A mi modo”, Comme d'habitude, de los franceses Claude François y Jacques Revaux y que fue cantada en inglés por Frank Sinatra como, “My way”; o “Ring, Ring” de ABBA.
La lista de temas de Band es, como señalé más arriba, extensísima, desde cinco idiomas; dominando en ellos los éxitos setenteros de las Goofy Songs (como “Here’s to you” de Joan Baez y Ennio Morricone, cantada por Estela Raval, o “You’ve got a friend” de Carole King, cantada por Sergio Denis) y en particular las canciones versionadas al español de Música Libre (Música en Libertad en Argentina, como “Top of the world” de los Carpenters, en la voz una vez más de Silvana di Lorenzo).
Nada. Una genia de la que no se tiene casi ningún registro y que merece que se explore más en su trayectoria.

En la página de San Discogs pueden ver todos sus trabajos
En esta página de Second Hand Songs, dedicada a las versiones traducidas de temas se puede ver una síntesis de lo mismo muy ilustradora:
Y en IMDB sus guiones:
Y esta es la entrevista en Paula:
Internet le atribuye, aunque de manera no confirmada en fuentes oficiales, a Doris Band la frase “un beso es un mordisco que aprendió educación”.