Para todos los que crecimos imitando dibujos de Dragon Ball o Sailor Moon –la gran mayoría de las veces con muy poco éxito– la tendencia de hacer imágenes al estilo Studio Ghibli nos toca una fibra nostálgica bien profunda. Y es que dibujar era uno de esos talentos bien, bien escasos. Y la envidia que te daba mirar a tu compañero de curso que podía plasmar a su antojo cualquier imagen que pasara por su cabeza, era tremenda.
Eso era crear, o por lo menos así se sentía en quinto básico.
Por eso no nos extrañan las ganas que dan de imitar estilos de este tipo de artistas con Inteligencia Artificial. Antes de que gran parte el mundo occidental tuviera un avatar o foto en instagram al estilo Spirited Away o Mi Vecino Totoro, cuando la IA era menos precisa en generar imágenes, nosotros también exploramos viendo cómo ese “caballo desbocado” que era Midjourney, podía imitar a Miyazaki. Era una mezcla de curiosidad inocente ante el juguete nuevo y nostalgia por esas ganas que teníamos de dibujar personajes como los de Dragon Ball.
Pero a medida que avanzan los días y las regulaciones y políticas de la Inteligencia Artificial, estos ejercicios de “imitación” van perdiendo inocencia.
Lo primero que hay que entender es por qué ahora sí podemos pedirle a ChatGPT imágenes de Studio Ghibli sin preocuparnos por el famoso copyright. La semana pasada un update a GPT mejoró considerablemente la habilidad de la IA para generar imágenes. Pero además de leer mejor los prompts, ahora se relajó un montón con el uso de personas famosas. Todo en el marco de la agenda de Free Speech impulsada por Donald Trump a la que OpenAI se está sumando.
Por eso ahora GPT te permite hacer imágenes al estilo Studio Ghibli; pero también el relajo viene por qué instrucciones o prompts la IA considera ofensivos. Con la nueva actualización la idea es que haya más libertad, así que pedidos que antes rechazaba, ahora los acepta. Por eso te puedes encontrar con imágenes de Adolf Hitler o la caída de las Torres Gemelas en versión animé.
Joanne Jang, directora de comportamiento de modelos de OpenAI, escribió sobre el nuevo modelo: “Estamos pasando de las negativas generalizadas en áreas sensibles a un enfoque más preciso, centrado en prevenir daños reales. El objetivo es adoptar la humildad: reconocer cuánto desconocemos y prepararnos para adaptarnos a medida que aprendemos”.
Como te contaba: OpenAI se está alineando lo más posible con la administración de Trump, tal vez porque el archienemigo de Sam Altman, Elon Musk, es la nueva mano derecha del presidente, y más vale no tenerlos a los dos contra ti. Los Republicanos siempre consideraron que las IA eran demasiado sensibles y que censuraban de sobra.
No es coincidencia que la cuenta oficial de la Casa Blanca haya posteado una versión Ghibli de un policía de frontera expulsando a una indocumentada traficante de fentanilo:
https://t.co/PVdINmsHXs pic.twitter.com/Bw5YUCI2xL
— The White House (@WhiteHouse) March 27, 2025
Y en paralelo, pareciera que no hubo persona que no estaba transformando fotos icónicas de la historia al estilo Ghibli:
in the coming days, people are going to anime every iconic photo in history pic.twitter.com/01SjUoqBvb
— keysmashbandit (@keysmashbandit) March 26, 2025
Desde fotografías familiares compartidas en Whatsapp, hasta todos los memes chilenos:
En Fintualist usamos –y bastante– las posibilidades de generar imágenes que tiene la IA. Nos sirve para darle un estilo similar a los post de cada semana, uno que sea reconocible y le de cierta coherencia a la web principal. Por eso decidimos homenajear a un artista a la semana, creando portadas que se asemejaran a su estilo. No nos interesa “copiar” un estilo porque sí, nos llama más la atención la capacidad que tengan esas imágenes creadas con IA de generar un vínculo entre un lector y un dibujante, ilustrador o pintor que no conocían.
Si hay algo que hemos aprendido –y que mencionamos constantemente– es que las imágenes creadas con IA están la mayoría de las veces muy, muy lejos de los originales. Pero si una portada te llama la atención, por la razón que sea, y eso te lleva a aprender sobre algún pintor o ilustrador que no conocías, creemos que es una buena señal.
Y como te contamos al principio, en junio pusimos como artista de la semana al gran Hayao Miyazaki. Y la conclusión fue la siguiente: “la inteligencia artificial que usamos para replicar su estilo lo logró solo hasta cierto punto, en la superficie. La magia, parece no estar. Y es que en Miyazaki los dibujos y el estilo son parte fundamental de su éxito, pero también lo son sus historias, que solo se encuentran en sus películas.”
Seguimos pensando lo mismo. Y para ser honestos, algo que se nos fue cuando le hicimos el homenaje, fue buscar qué pensaba el mismo Miyazaki de la Inteligencia Artificial y recién con la tendencia Ghibli de ChatGPT nos enteramos. Probablemente ya has visto lo que dijo el 2016:
En el video dice: “Hace un tiempo, cada mañana veía a mi amigo que tiene una discapacidad. Para él es muy difícil hacer conmigo un “high five”; su brazo, con el músculo tieso, no puede llegar a mi mano. Ahora, pensando en él, no puedo ver esto que me muestras y encontrarlo interesante. Cualquiera que crea esta cosa no tiene idea qué es el dolor.” Y agregó: “Nunca me gustaría incorporar este tipo de tecnología a mi trabajo.”
Pero claro, el 2016 lo que le mostraron a Hayao dista mucho de lo que podemos crear hoy en día. Aunque seguramente él, que hace todos los dibujos de sus películas a mano, fotograma por fotograma, siga pensando lo mismo.
Así que para esta semana, ahora que nos enteramos que a Miyazaki no le gusta la IA, preferimos hacer algo distinto. Porque han sido tan transversales las ganas de sumarse a la tendencia, y al mismo tiempo la culpa que genera saber que al artista no le gusta, que hasta algunos prefieren que otros creen las imágenes tipo Ghibli por ellos, “para no mancharse las manos” ( es real, conocemos un caso que confesó). Es como los vegetarianos que sí comen carne si ya se sirvió, pero no la compran. El punto es que hay más opciones: si te gusta experimentar con esta tecnología y no quieres pasar a llevar a ciertos creadores o sus derechos de autor, no es necesario que le pidas a otra persona que sea “el culpable” en tu nombre: se pueden usar artistas que estén en el dominio público para experimentar.
Por eso esta semana elegimos a Maruyama Okyo (1733-1795), un artista de grabados japonés que refleja algo crucial de la historia de Japón: su condición de isla que cada cierto tiempo se ve permeada (o invadida, dirían otros) por la influencia del resto del mundo.



Okyo partió su carrera estudiando en la Escuela Kano, una de las más influyentes entre los siglos XV y XIX. Este estilo, que sirvió de telón de fondo para adornar los palacios de varios shogunatos, mezclaba la pintura monocromática de tinta china con diseños bien grandes, que por ejemplo podían pintarse sobre murallas o biombos que adornaban los palacios y castillos del shogunato.


Pero Okyo conoció la pintura occidental a través de grabados holandeses que venían dentro de estereoscopios (un instrumento que permitía ver imágenes en tres dimensiones).
Así conoció la perspectiva occidental, y mientras tanto estudiaba pintura china. En poco tiempo Okyo encontró un estilo personal, detallista y realista.
Tan realista, que se decía entre sus colegas que una vez pintó un fantasma tan real, que se le terminó por aparecer. Su discípulo Tsukioka Yoshitoshi recreó la anécdota en esta pintura:
Esta pintura, que en el fondo es un comentario sobre un estilo particular de un artista, y al mismo tiempo lo recrea, es una de las características inherentes al arte: todos se copian o bien se “basan” en algo que ya se ha hecho antes. En literatura se llama intertextualidad. Aunque un profesor de nuestra facultad simplemente decía: ya todas las historias las inventaron los griegos.
Lo que nos trae de vuelta al asunto Ghibli: creemos que pasó un fenómeno interesante con la tendencia de esta semana, de la que no se ha hablado mucho: millones de personas que no lo hacían saltaron, al mismo tiempo, a usar Inteligencia Artificial. Probablemente las mismas que aplaudieron el chiste de López que decía “qué me importa la Inteligencia Artificial, hagan un detergente bueno” en el Festival de Viña compartieron su versión de fotos familiares estilo Ghibli. Y eso es bueno: fue como simular vivir unos años en el futuro, donde todo el mundo la use a diario, igual como hoy usamos internet.
Aprendimos cuántos supuestos litros de agua costaría ese nivel de procesamiento (Biobio compartió que por cada 10-50 consultas simples, modelos como ChatGPT-3 gastan 500 mililitros de agua.). Y la precisión de las imágenes del nuevo modelo de GPT nos ayudó a entrenar mejor el ojo: cada vez que se comparta un video o foto, más personas van a salir a comentar “Es IA”, como en este reel de un pudú en el metro de Santiago:
¿O quizás no es IA y es simple edición de video? Para los que estudiamos literatura o cine, el mundo se está poniendo interesante porque entramos en una época en que todo podría ser ficción, pero se verá tan realista como el fantasma de Maruyama Okyo.