Estaba leyendo este post sobre Creative Coding de mi ex colega Valentín, cuando me crucé con esta frase: "Estoy convencido que la chilecon valley tiene que empezar a separar: una UX minimalista y funcional, pero una marca maximalista y expresiva."
Se refería a que el minimalismo que domina a las startups en sus diseños debería mantenerse en términos de usabilidad, pero que habría que arriesgarnos un poco con las páginas web y las aplicaciones.
Me dejó pensando: hay algunos historiadores del arte que ven el desarrollo de la pintura y otras artes como un péndulo entre minimalismo y maximalismo –personalmente creo que es un poco más complejo, aunque no soy ningún experto– pero si tienen algo de razón, entonces este momento minimalista podría dar paso a un nuevo estilo más barroco, o tal vez su versión tardía, el llamado rococó.
Ya la palabra rococó te queda sonando en la cabeza como algo pomposo y extravagante, ¿no? Algunos creen que era una broma que le hizo el pintor Pierre-Maurice Quays a su maestro Jacques-Louis David, ambos representantes del neoclásico: era una mezcla entre las palabras rocaille y baroque, haciendo referencia al movimiento artístico barroco y a las ornamentaciones rocosas que imitaban las conchas de los moluscos.
El término era notoriamente despectivo, y no fue hasta el siglo XIX que se empezó a usar en los círculos de críticos de arte. Y es que el rococó fue una reacción a los excesos del reinado de Luis XIV en Francia, cuando el barroco era el estilo predominante y que estaba reflejando su poder absolutista constantemente: un arte para el monarca. El rococó en cambio era el arte de los aristócratas y los burgueses, y reflejaba su vida relajada y ánimos de puro pasarlo bien.
Y su mejor exponente fue Jean-Antoine Watteau: hijo de un techador, Watteau nació en 1684 en Valenciennes, una pequeña ciudad del norte que había sido cedida a Francia por los Países Bajos solo seis años antes. Su integración al circuito del arte no fue fácil: sus motivos desprejuiciados y "poco clásicos" le pusieron el camino cuesta arriba, por ejemplo su pintura para recibirse de la Academia de Artes francesa era un paseo por el campo a la mítica isla de Citerea: un grupo de gente rica pasándoselo de lo lindo en un día de campo.

Pero Watteau se consiguió un par de mecenas –recordemos que el arte como "mercado" todavía no existía o no se había terminado de formar–: por ejemplo Jean de Jullienne (1686-1766), que escribió una biografía temprana del artista y patrocinó una campaña sin precedentes para registrar sus bocetos, lo que contribuyó enormemente a su fama e influencia como dibujante. Su colección incluía el Mezzetin, una representación del personaje de la commedia dell’arte (el teatro popular italiano del siglo XVI).

Para ese entonces los bocetos de Watteau eran tan reconocidos como sus pinturas. Aunque la historia tendería a resaltar más sus alegres pinturas marca rococó.




Puro relajo marca rococó
Dudo que el estilo de las startups chilenas migre al rococó francés del siglo XVII o a las pinturas festivas de Watteau, pero sí creo que el minimalismo y la sobriedad no pueden durar para siempre. Ya veremos si el Creative Coding será nuestro rococó.


