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20 de may. de 2022

Columnas

La extraña relación entre pesca con mosca y las inversiones

Son las 09.00 en Bariloche. Mi amigo y guía profesional de pesca “Luquitas” está bajando el bote del tráiler sobre la orilla del río Limay. Mientras me pongo el traje de neopreno (Wader) y las botas voy pensando lo que me esperará de la jornada. Se siente el frío de otoño, pero después de 4 días seguidos de lluvia y viento, el sol que se asoma por la estepa patagónica me da indicio de que quizás va a ser un gran día. ¿Qué mosca voy a usar?, ¿cómo iremos a encarar el río?,¿será verdad que solo tendré una oportunidad en este tan aclamado paraíso pesquero?, ¿podré aguantar todos los casteos en el día?, ¿si logro enganchar esa trucha… tendré la habilidad para poder sacarla?

Soy un enamorado, enfermo, apasionado y casi loco de la pesca con mosca. Esta modalidad, que año a año me va enseñando nuevos desafíos o secretos, resulta que tiene una estrecha relación con invertir. Si, por más loco que suene, tiene los mismos pilares que exigen llevar a cabo una inversión de manera inteligente.

Pescar con mosca no es solo un deporte, es un fascinante mundo dónde conjugan la biología, la geología, física, química y en gran medida la meteorología. Aprender a ser un buen fly fisher lleva muchos años (por cierto, yo llevo 4 y sigo sintiéndome amateur) y su tasa de abandono es muy superior a otros estilos de pesca y otros deportes outdoor.

A diferencia de otras modalidades, la pesca con mosca tiene como objetivo principal engañar a un pez con una imitación artificial de aquellos insectos que frecuentemente elige comer en su hábitat. Es por esa razón la importancia de hacer un estudio previo del ecosistema en el que uno va a ir a pescar: qué especies de insectos frecuentan, en qué momento del día eclosionan, en qué estación del año elegimos ir. Y todas estas variables determinarán el tipo de mosca que vamos a utilizar, el estilo de casting, el equipamiento a llevar...

A su vez, las técnicas que se usarán van a estar atadas a cómo se encuentra el río/lago que elegimos navegar o caminar. La profundidad del agua, velocidad de caudal y la claridad/turbiedad también serán factores determinantes.

Todas estas variables, que son específicas de cada lugar, siempre (o casi siempre) son resueltas o bien asesoradas gracias al rol fundamental que tiene el guía que nos acompaña en esta orquesta. Esta persona es determinante, ya que su conocimiento del terreno es irremplazable y el haber transitado la zona en infinitas ocasiones nos da la mejor garantía de que la mosca que nos recomiende y los lugares que nos sugiere depositarla sean los correctos.

Las inversiones y la pesca con mosca comparten muchas similitudes, y una de las más relevantes desde el punto de vista del inversor/pescador es la “irreversibilidad” que tiene una decisión. Es aquí donde hay un punto de encuentro entre estas disciplinas. La pérdida de foco por la ansiedad que genera la turbulencia de los mercados o en el río, responde a una desconexión en la cadena de decisiones que llevan a la consecución de un objetivo.

Una sabia expresión dice que para agarrar un pez hay que tener la línea en el agua. No se sabe cuándo las cosas van a cambiar, por lo que no se puede dar el lujo de dejar de pescar. La paciencia hay que trabajarla por sobre todas las cosas. Dejarse llevar por el enojo o la impotencia de que las cosas no están funcionando, es el peor camino.

>>Son las 16.50 y llevo casi unos 1000 casteos sin éxito alguno. Las truchas no se ven, y a pesar de que las condiciones son buenas no logramos capturar el trofeo mayor. Me propongo seguir al pie de la letra una y cada una de las indicaciones del guía, sin pensar en ninguna otra cosa que me pueda distraer. “Dos Cast, lanzar y stripp rápido”; “dos cast, lanzar y stripp rápido”; “dos cast, lanzar y stripp rápido!!” sólo me repito eso en mi cabeza.

17.00 y finalmente llega el momento tan esperado!! Una trucha marrón de unos 3 kilos toma la mosca que me ató Lucas y luego de una pelea de 10 minutos logro capturarla. Tomamos la foto para el recuerdo y luego la devuelvo de nuevo a su río. Momento inolvidable sellado con un fuerte abrazo y risas, y una buena IPA para saborear la adrenalina que vivimos.

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