Hay errores y errores.
Hay errores chicos, como decir un garabato en televisión abierta.
Hay algunos más trascendentales, como Colón, que calculó mal la distancia entre Europa y Asia y descubrió un nuevo continente.
Y hay errores bastante evitables, pero súper costosos: la semana pasada, varias corredoras de bolsa perdieron harta plata y arriesgan una multa. Todo por no leer la letra chica.
¿Qué pasó con LATAM y sus acciones??
Como a todo el rubro del turismo y viajes, a la aerolínea Latam le fue mal durante la pandemia. Para no quebrar, tuvo que proponer un nuevo plan de reestructuración, acogerse al Capítulo 11 de la ley de quiebra de EE.UU. y el precio de sus acciones se fue a piso.
Dentro de este plan, que permitía suscribir (comprar) nuevas acciones, había una pequeña cláusula: quien quisiera comprar acciones de Latam, recién se las entregarían en noviembre de este año.
¿Y qué importa? Bueno, importa si es que te comprometiste a tenerlas. Por ejemplo: le prometiste a algún comprador que le venderías tus acciones pronto aunque no las tienes, y asumiste que sería tan fácil como salir al mercado a comprarlas. Pero sales al mercado, piensas que las podrás comprar a un precio razonable y ná de ná: no hay ninguna acción de Latam a la venta a un precio “normal”.
Cuando invertimos, compramos instrumentos financieros. Y hay de distintos tipos. Un tipo de instrumento se llama opción: un contrato en el que, quien la compra, tiene la opción de comprar o vender otro instrumento en el futuro a cierto precio pre establecido.
Imagina que compras una opción que te permite comprar acciones de Amazon a $10 en 2 años más. Para ti será una elección: en 2 años decidirás si efectivamente las quieres comprar. Si el precio pre establecido es más bajo que el precio al que se venden en el mercado, imaginemos a $12, ejerces la opción. Compras la acción a $10 y la vendes a $12. Ganas $2.
Si decides hacerlo, quien te vendió (o emitió) la opción está obligado a venderte sus acciones a $10. ¿Qué pasa si no tiene acciones para pasarte? Tendrá que salir a comprarlas, como sea y al precio que sea.
¿Qué pasó con Latam?
La semana pasada, las opciones de esas acciones estaban a $1 y el precio pre establecido (precio de suscripción o strike price) era de $9: por $10 podías comprar una acción en el futuro. Y el precio de mercado era más alto (cerca de $15).
Algunas corredoras de bolsa chilena se dieron cuenta y pensaron “buena, momento de ganar platita”. En finanzas, a esto se le llama arbitrar: aprovechar diferencias de precios de compra y venta, para ganar plata sin (o con poco) riesgo.
Compraron un montón de opciones y, asumiendo que tendrían las acciones más adelante, se las vendieron después a sus clientes. Pero no cacharon que no podían ejercer las opciones ahora porque, en la letra chica de la reestructuración de Latam, decía que las acciones recién se entregarán en noviembre. Osea, vendieron acciones que no tenían.
Tuvieron que salir al mercado a comprar rápido, y el precio de la acción empezó a subir y subir. Llegó incluso a $120 por acción.
No están solos
Este no es el único error que ha ocurrido por descuido.
Famoso es el caso que aparece en la biblia de los derivados, el libro Opciones, Futuros y otros Derivados de John Hull. Un tipo de instrumento son los futuros: contratos en donde acuerdas un precio de compra o venta para cierto activo en el futuro.
Algo bien común es que se compra un futuro de compra y luego uno de venta para la misma fecha final. Entre ambos se netean, no se recibe ni entrega ningún activo y se trata de ganar plata. Normalmente se hacen sobre materias primas, como trigo o ganado.
Pero hubo un caso en el que un empleado nuevo se equivocó y, en vez de hacer un futuro de compra y uno de venta, hizo dos de compra. Y cuando cachó, ya era muy tarde: iba a recibir un montón de vacas vivas en poco tiempo. Su jefe lo mandó a recibirlas a más de 3.000 kilómetros de la oficina (algo así como la distancia entre Puerto Montt y Arica). Para más remate, tuvo que esperar una semana para recién poder venderlo en el remate local. O sea, también tuvo que conseguir alojamiento y comida para ese ganado.
Cuando cometas un error en tu pega, recuerda que probablemente no va a ser tan malo como ese.
Otro error relativamente común en el sector financiero es el de apretar botones de más. Sobre todo agregar ceros donde no corresponden: a la derecha. Una vez, un empleado de Citigroup hizo que el banco perdiera aprox. 50 millones de dólares solamente por equivocarse al digitar un cero de más en un precio. Un fat finger problem. Que también le ha pasado a Samsung Securities, Deutsche Bank y varios otros.
¿La moraleja? Concéntrate al trabajar. Lee el contrato entero. O aprovecha la inversión pasiva y no te preocupes de andar seleccionando acciones.