El año pasado contratamos a Cristóbal Henríquez, 24 años, el mejor jugador chileno de ajedrez (¿de la historia?).
Su trabajo ha sido: seguir jugando.
¿?
Sí. Cristóbal no ha venido nunca a la oficina ni se ha conectado remotamente a ninguna reunión y se ha estado dedicando las mismas diez horas diarias a estudiar como venía haciendo, pero ahora con un “sueldo” a fin de mes.
Se nos han ocurrido algunas cosas que podríamos hacer, como por ejemplo que Cristóbal juegue partidas simultáneas con 20 clientes y (les gane a todos), pero lo cierto es que todavía no hemos aprovechado su disposición y hemos preferido no molestarlo en su preparación.
¿Por qué hicimos esto?
Porque cuando conversamos, vimos que le podía ir muy bien. Y porque además una de nuestras razones para emprender es ser soporte de personas muy inteligentes que se han atrevido a seguir sus ideales.
Lo entretenido es que después de contactarlo, una serie de Netflix puso un poco de moda al ajedrez y la semana pasada Cristóbal clasificó por mérito propio al Campeonato Mundial de Ajedrez que es en Rusia el próximo mes, al salir tercero en el Torneo Continental (algo inédito en la historia del ajedrez si no me equivoco).
Esto es importante porque permitió que otro jugador chileno, Pablo Salinas, pudiera usar la wild card que usaría Cristóbal y ser invitado también, y bueno, alguien lo apoyó a él también recién.
Una jugadora, Javiera Gómez, completa el trío de representantes.
Ahora estamos bordando un loguito de Fintual para que lo use en su chaqueta de juego. Y vamos a estar hinchando por él.
Parece que estamos haciendo una buena inversión.
Y a largo plazo.
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