Quería ir al cine a ver una película para la reseña semanal del Fintualist. Pero ahora estoy viviendo en Chillán, una ciudad chilena más pequeña, y que como muchas ciudades de ese estilo, tiene una cartelera más limitada que las de Santiago. Sin esperar mucho, me encontré con que la de hoy se ve así:
Ignoré la película de One Direction para enfocarme en estrenos de ficción.
No sorprende pero aún molesta que la única cartelera disponible esté tan invadida de este tipo de ofertas. Son precuelas, secuelas, extensiones de universos preestablecidos o películas basadas en material ya existente. O propiedad intelectual, que es el codiciado bien que los productores buscan poseer.
No es algo malo per se, pero muchas veces causa desconfianza. En el peor de los casos te hacen sentir como que no hay ideas nuevas y te quieren comprar con refritos y, en el mejor de los casos, solo esperas que la secuela retenga algo de la magia de la original, entendiendo que difícilmente va a superarla.
Hoy en día es mucho más fácil que financien este tipo de películas (ya vamos a ver por qué), pero su dominación es un fenómeno que, aunque no es nuevo, solo se ha intensificado con el tiempo. Aprovechando que es fin de año, revisé cuál es el top 10 de películas más taquilleras del 2024 en el mundo. ¿El resultado? Todas las películas que recaudaron más dinero en el año son basadas en propiedad intelectual.
Wicked es la única que no es una secuela (pero el 2025 se viene su segunda parte) y hay que llegar a la número 15 para encontrar algo “original”, aunque It ends with us (Romper el círculo) está basada en una novela. En el puesto 17, El robot salvaje, una película animada para toda la familia, sería la primera creación completamente original.
¿Y el futuro?
Mirando el calendario de estrenos masivos para el 2025, entre el 50% y el 70% de las películas de los seis mayores estudios –Universal, Disney, Warner, Paramount, Sony y Lionsgate– tendrán relación con propiedad intelectual existente.
Reed Hastings, co-fundador de Netflix, explica que “las historias originales son importantes, pero las franquicias establecidas atraen a los suscriptores. La gente hace click en nombres que reconoce”. David Zaslav, CEO de Disney, remata: “cuando tienes buena propiedad intelectual, el trabajo es descifrar como explotarla durante décadas”.
¿Siempre ha sido así?
El querer exprimirle más a un producto exitoso no es algo nuevo y menos en el cine. Después de todo, Jaime Lee Curtis lleva casi cincuenta años escapando de Michael Myers en Halloween. Pero sí parece ser algo que se ha intensificado en el último tiempo.
Le pedí a ChatGPT que me dijera cuál fue la película más taquillera cada año en el siglo XXI:
Si no contamos Barbie –que a pesar de ser una película original, está basada en una marca conocida internacionalmente–, Avatar es la única película original en más de veinte años. Para contrastar, hay seis películas de Marvel.
Pero, ¿qué pasa cuando una película original se convierte en un éxito? Lo que pasó las décadas anteriores: se convierten en franquicias. La misma Avatar terminó teniendo una secuela y pronto se vienen dos más.
George Lucas, creador de Star Wars, comentó sobre este modelo de generar franquicias que “los estudios ya no toman riesgos. Quieren la apuesta segura, la secuela, lo que saben que la gente pagará. Por eso me salí del juego. No es la misma industria que en la que empecé”.
En los 70 y 80 el concepto de blockbuster (cine masivo) estaba naciendo con películas como Tiburón o Star Wars. Pero no eran la estrategia central de los estudios y había espacio para dramas, comedias y proyectos de mediano presupuesto.
Si vemos la lista de las películas más taquilleras cada año antes del siglo XX, la cosa se ve así:
Un par de Star Wars y un par de Indianas Jones y un Terminator 2. Pero más allá de eso, nada. Harta película animada que se convertiría en clásico e incluso comedias como Mi pobre angelito.
¿Y los veinte años anteriores?
Solo una secuela de Star Wars (cómo le han sacado dinero a Star Wars). Pero más allá de eso, no solo no hay secuelas ni franquicias, sino que hay una diversidad de géneros más grandes.
El Exorcista es una película de terror, Funny Girl y La novicia rebelde son musicales, Love story es un dramón romantico, Cleopatra un épico histórico de más de cuatro horas y Kramer vs Kramer es un drama de una pareja que se divorcia.
Vale destacar aún más que prácticamente todas las películas en esta lista son clásicos. Todas definieron sus géneros y su época, muchas fueron éxitos con la crítica, ganaron premios y además recaudaron dinero.
Si vemos la lista actual, ¿cuántas películas realmente van a ser recordadas? ¿Cuántas ya han sido olvidadas?
¿Entonces, por qué ahora? ¿Cómo se explica este fenómeno hoy?
La respuesta corta es lo que ya imaginan: dinero. Estas películas ganan dinero y le permiten a las compañías disminuir los riesgos de sus inversiones. Finalmente Hollywood es una industria y todo se trata de números. Pero hay más detalles detrás que nos muestran cómo se llegó a este paradigma.
Antes, los estudios confiaban en la intuición de productores, guionistas y directores más que en análisis de mercado o datos, simplemente porque esto último no estaba tan masificado. La cultura de las “data-driven decisions” se ha ido sofisticando y los estudios ahora dependen completamente de los análisis de taquilla, redes sociales y boca a boca para determinar qué producir.
Desde los 2000, franquicias como El señor de los anillos y Harry Potter demostraron nuevamente la efectividad de la serialización en el cine. Y luego los Avengers la explotaron y Marvel se hizo imparable hasta hace relativamente poco.
Cuando los DVDs desaparecieron, los estudios se vieron enfrentados a recuperar su inversión solo en la taquilla (o, en menor medida, vendiendo a streamings). Si los superhéroes están vendiendo, no dejarán de ponerles trajes a los actores. Especialmente porque hoy Hollywood diseña películas para triunfar globalmente, en mercados como China e India. Personajes reconocidos como superhéroes trascienden fronteras más fácilmente que proyectos originales con trasfondos culturales específicos.
Y antes, crear universos con efectos especiales espectaculares era una tarea que tomaba más tiempo y recursos y que no permitía expandir las franquicias de manera tan rápida. Los avances en tecnología digital han permitido que esto se convierta en una fábrica de salchichas.
¿Todo está perdido?
No, porque todo está cambiando.
Scorsese hace unos años dijo fatalistamente que el cine como él lo conocía no estaba en buena forma y comparó lo que los cines están exhibiendo a atracciones como parques de diversiones.
Y hay algo de cierto y triste en eso. Nos estamos acostumbrando a una mediocridad en contenido porque el espectáculo es constante y la publicidad, poderosa. Pero también es verdad que estas películas triunfan porque nosotros las estamos yendo a ver. El poder aquí lo tiene el consumidor y, en la medida que elija algo distinto, los estudios intentarán satisfacerlo.
Pero hay varias notas positivas para terminar esta reflexión.
Primero, que algunas de estas secuelas y franquicias, aunque hayan sido creadas con fines lucrativos, sí son buenas. Con los años se ha ido dominando el arte de hacerlas y hoy no necesariamente son excluyentes con la creatividad. Está bien emocionarse con que el 2025 llegarán El diablo se vista a la moda 2 y Shrek 5.
Además, directores consolidados y verdaderos artistas están revisitando sus propias creaciones exitosas: solo este año Ridley Scott estrenó Gladiador II, Denis Villeneuve estrenó su secuela de Dune, Tim Burton volvió para Beetlejuice Beetlejuice y George Miller hizo lo mismo con Furiosa, la precuela de Mad Max. Y algunas funcionan y otras no, pero también hay un goce en ver cómo gente consagrada se suma al desafío.
O por último podemos estar felices de que artistas como Barry Jenkins (Moonlight) hayan recibido un cheque suculento por dejarse comprar con la historia del joven Mufasa, que absolutamente nadie pidió.
También podemos recordarnos que el que las secuelas sean las más taquilleras no significa que sean las únicas películas que existen. Hoy hay más contenido que nunca, lo que significa que sí, hay más secuelas y precuelas y material basado en propiedad intelectual, pero también hay más cine original que nunca antes.
Y, por último, podemos tener en cuenta que los estudios seguirán buscando material original. Ya sea para conseguir prestigio, Óscars y premios o porque también entienden que la gente está hambrienta de historias que no ha visto antes, de ideas nuevas y que buscan dejarse sorprender. Después de todo, esos son los cimientos de su industria y no pueden negar su importancia.
Bueno, y también seguirán buscando material original porque les servirá para hacer las franquicias del futuro.