“Si quieres guardar un secreto, también te lo tienes que guardar a ti mismo”. Eso escribió Orwell en su novela de ciencia ficción, 1984. Y de eso se trata el reality Gran Hermano.
Encierran a 18 jugadores en una casa donde no pueden tener secretos: todo lo que hacen tiene que ser capturable por alguna de las 72 cámaras robóticas y los micrófonos portátiles o ambientales dispuestos en la casa.
No pueden evadirse. Lo único que pueden hacer para distraerse es conversar, bailar y cantar, porque eso lo puede escuchar y ver cualquier espectador. En cambio, no se permite leer o escribir, ejercicios más solitarios y difíciles de grabar sin que se pierda información. “Está prohibido susurrar”, dice la voz de autómata de Gran Hermano.
“Ves gran hermano?” “Sigues viendo eso?” a veces me preguntan con una mueca 😒.
Es cierto que los realities no tienen la mejor fama a nivel de contenido, pero creo que si se escarba un poco y se le dedica tiempo se puede observar el fenómeno inaudito que gatilla este experimento de Gran Hermano. Así que no se preocupen, yo les voy a contar y les ahorraré horas de ver el reality hasta la madrugada.
¿Se imaginan no tener secretos? Tener información guardada para soltar en el momento preciso, a las personas elegidas, es un gran poder. Pero al entrar a Gran Hermano renuncias a tu vida interior y a ese poder. Un infierno para introvertidos. Un pacto con el diablo para lograr “vida eterna”, fama.
La revista Esquire en su artículo The Show That Changed TV Forever: 'Big Brother', 20 Years On lo explica bien al analizar los distintos Gran Hermano en diferentes países: esto no es un show de convivencia, es un show de convivencia bajo vigilancia, y la persona que lidia mejor con esa vigilancia, gana.
El sicólogo Daniel Jone profundiza la falta de control que tienen los humanos adentro del reality en su libro La sicología de Gran Hermano: "Tienes luces de estudio que se prenden y música que suena cuando Gran Hermano quiere que despiertes”. Y menciona un estudio sobre prisioneros de guerra, en el cual los que sobrevivieron más tiempo fueron aquellos que, entre otras cosas, ejercieron mayor control sobre sus circunstancias – contando hasta cinco antes de gritar, por ejemplo.
Por eso a los participantes que mejor les va en ese encierro lleno de reglas, son los que deciden tomarse pequeñas libertades para sentir que todavía tienen control, libertades que tientan el límite las reglas sin llegar al punto de que te echen: sacarse el micrófono un rato, decidir no comer cuando todos comen, decirle a otro jugador que no tiene derecho a hablarte de cierta manera, y sobre todo pelear.
El programa está hecho para que los jugadores toquen fondo de aburrimiento y empiecen a hacer cosas más delirantes por desesperación, solo para que sea un poco más entretenido el día a día.
Por eso en la década de los 2000 existía la duda moral de si debería seguir existiendo un programa así de sádico. En el libro Big Brother International: Formats, Critics and Publics, explican que la reacción al ver por primera vez Gran Hermano es parecida a la de una película de terror: primero los espectadores tienen curiosidad por el formato, luego les repugna, y después de entender y acostumbrarse a las reglas del juego, lo defienden.
Pero llegan más allá aún: se crean los famosos fandoms, verdaderos ejércitos que protegen a ciertos jugadores con una vibra similar a una barra brava de equipo de fútbol.
Cómo funciona el formato y los efectos impredecibles que tuvo el primer Gran Hermano en Chile
Hace mucho tiempo que no teníamos un reality en Chile, y menos en la era de oro de TikTok. Ese fue un elemento clave que hizo que pasara algo impredecible.
El reality se transmite 24/7 en la aplicación Pluto TV y la página web de Chilevisión. Y en la noche, en horario prime, dan el programa en el canal Chilevisión editado con “las mejores partes” y con un panel en vivo que analiza el comportamiento humano de los jugadores, al frente de un público que como en un circo romano, grita de euforia cuando aparece un concursante que les gusta, o chiflan y abuchean cuando aparece alguien que quieren eliminar.
La transmisión 24/7 es clave. Como el tiempo es oro en televisión, las imágenes que aparecen en el prime de Chilevisión son solo una pequeña parte editada de lo que pasa en la casa. Pero hay cosas que no se muestran, que los espectadores sí ven y analizan. Así fue que muchas personas empezaron crear su propio Gran Hermano, a grabar y editar su propio programa en TikTok con historias que encontraban escondidas en el 24/7. Aparecieron miles de “Gran Hermanos” versión Fruna, con distintos puntos de vista del reality que iban armando el puzle que completaba la verdad de lo que se vivía adentro del reality.
Lo mismo con X (ex Twitter). Capturas de pantallas y diálogos transcritos mostraban distintas versiones de Gran Hermano muy diferentes a las que mostraba el programa oficial de la noche.
Personas común y corrientes se viralizaron y empezaron a competirle en creación de contenido a Chilevisión. Hasta nacieron las teorías que las ediciones para el programa de la noche, estaban creadas para manipular las percepciones de los espectadores e inducir favoritismos hacia algunos personajes.
Enojados por eso, las personas en X y TikTok cambiaron el nombre del reality y también de algunos personajes que odiaban, así Chilevisión y esos jugadores poco queridos no podrían usufructuar de ser tendencia gracias a sus propias creaciones. Al programa dejaron de decirle Gran Hermano y empezaron a llamarlo en redes “The Lulos Show” (porque una participante le dice a todos lulos, una abreviación de malulos).
Y a los jugadores que no querían que se hicieran famosos, les transformaron los nombres también para que no fueran trending topic: Francisca pasó a ser Fernanda, a Trinidad la llamaron Teresa, a Skarleth la bautizaron Escalera, e incluso para evitar darle rating a Chilevisión empezaron a ver el programa por Twitch. ¿Cómo no quedar embobado con el ingenio que generó este formato de reality? Hasta alteraron una estación de metro dejándola como propaganda para la eliminación de una participante e hicieron una colecta que juntó más de $1.100.000 destinados a mandar los mensajes de texto necesarios para expulsarla.
Cada semana se armaban rifas, “vacas”, ofertas en comercios, todo para juntar plata y mandar mensajes de texto pagados que dejarían dentro de la casa a los favoritos y expulsarían a los más detestados. Pero cuando realmente se percibió la popularidad de Gran Hermano, fue para el 18 de septiembre, cuando se vieron fondas inspiradas en el reality.
El reality era una mina de oro, y para extraerlo había que estar conectado a la versión en vivo para ver si se pillaba un momento polémico o sabroso entre tanta cotidianidad aburrida adentro de la casa. Hay una frase de Charles Baudelaire que Bolaño usa de epígrafe en su novela de 2666 y que perfectamente se podría aplicar a Gran Hermano: “un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento”. Eso era lo que todos buscábamos encontrar en el reality, un momento destacable entre tantas escenas de personas recostadas mirando el techo, durmiendo, o comiendo. Y si lo encontrabas podías llenarte de likes y seguidores.
El problema que soluciona el robot Orwell
Hasta que surgió un problema, el problema que sufren todos los Gran Hermanos del mundo y que nos hizo inventar el robot: la censura.
Cuando empiezan las polémicas y peleas en el reality se pueden ir auspiciadores porque no quieren asociar a su marca a algo malo (se fue Té Club y Quix). También los jugadores pueden sufrir mucho daño reputacional si muestran algo muy fuerte (es parte de este programa en todos los países intentar proteger la salud mental de los jugadores y no exponerlos en situaciones extremas). Y además está la intención del canal de evitar denuncias en el Consejo Nacional de Televisión, que se disparaban cuando había discusiones dentro de la casa. Entonces la transmisión online no podía mostrar todo.
Mientras más álgido e interesante se ponía el reality, más se censuraba el 24/7 para evitar estos conflictos y funas. Pero también rondaba otra teoría: que la censura se hizo para que Chilevisión pudiera quedarse con el mejor contenido, y así no competir con estos espectadores/creadores que hicieron Gran Hermanos alternativos.
¿Y cómo era la censura? Dejaban de mostrar el interior de la casa y ponían una pantalla con el logo azul y morado donde se muestra el icónico ojo de Gran Hermano. A diario en X se veía a personas alegando que el reality era una estafa porque siempre estaba el ojo y realmente no existía una transmisión 24/7. Muchos teníamos la página abierta todo el día para ver cuando volvía el stream y si se pillaba desprevenidos o durmiendo a los editores que censuran para lograr agarrar algún momento icónico.
Fue en esos días de intentar entender la obsesión y odio que generaba el reality, cuando tuve una epifanía que se sintió como un episodio maníaco, esa sensación de tener una iluminación fuerte y que probablemente en el futuro la iba a encontrar ridícula: hay que automatizar esto, pensé, programar un robot de Twitter que avise cuando se acabe la censura y vuelvan a mostrar la casa. El robot revisaría cada segundo la página web donde dan Gran Hermano, y cuando viera que no está la imagen del ojo, el bot publicaría un post en Twitter avisando que ya no hay censura, que volvió el reality. Así todos sabrían cuando lo están dando y “hay oportunidad de minar material”.
Sé algo de programación así que sabía que era completamente factible, no tan difícil, pero sobre todo útil y masivo porque este reality todo lo que toca lo viraliza. Era perfecto para Fintualist por ser algo masivo, noticioso y un “hack” para burlar con código el problema de la censura, y si lo hacemos, Fintualist hasta podría salir en la tele, pensé.
Cuando imaginé el robot de Twitter siendo mencionado por Diana Bolocco en el panel, sin duda ese fue el peak de mi episodio maníaco. Recuerdo que sin pensarlo le mandé un audio largo a un colega diciendo “esto hará la diferencia”, el audio era tan largo como un podcast, pobre colega. Pero él programa en Python mejor que yo y también suele tener ideas un tanto extravagantes y arriesgadas para generar contenido (se le ocurrió arrendar un auto Tesla en México para reseñarlo, por ejemplo), así que fue la víctima perfecta.
Y sí, funcionó, prendió como el incendio que prende en lugares secos un día caluroso de verano. “Podría ser tu proyecto de fin de semana”, dijo, y me explicó que la mejor forma de hacerlo sería la siguiente:
- El programa tendría que tomar una captura de pantalla donde se transmitía Gran Hermano en vivo.
- Lo compararía con una imagen donde sale el logo morado con el ojo y entregaría un puntaje de qué tan parecidas son las dos imágenes.
- Si el puntaje es alto, quiere decir que se parece mucho a la imagen y el programa en Python considera que hay una pausa/censura.
- Si el puntaje es bajo, quiere decir que no se parece a la imagen de la censura, y el programa le da la orden al bot para que postee en X que volvió Gran Hermano.
Era simple, él tenía un código base que hacía esto que me podría pasar, pero el resto lo tenía que hacer yo. Al menos sabía el nombre del bot, se llamaría Orwell.
200 páginas de conversaciones con ChatGPT
El fundador de la empresa Magnific AI, Javi Lopez, quiso probar qué tanto se podría confiar en la Inteligencia Artificial para que programara un videojuego completo. Así que hizo el experimento de crear una réplica de Angry Birds llamada Angry Pumpinks, para que saliera en Halloween.
Se demoró un poco más de 10 horas, y no escribió ni una sola línea de código él. Fueron más de 400 mensajes intercambiados con ChatGPT para lograrlo: lo importante era darle instrucciones precisas de lo que quería lograr, y cada vez que había un error, pedirle que lo corrigiera. Para esta parte los conocimientos de programación que tenía Javier fueron útiles, porque le permitían pillar de forma más fácil las fallas. Y el 31 de Octubre , justo para Halloween, publicó el juego con un hilo en X que explicaba su experimento y viralizó.
Yo pensé “maldición, me copió, hizo lo mismo que yo, pero yo lo hice antes”. No, broma, obviamente no era lo mismo, pero con mis conocimientos básicos de Python, mi procedimiento fue bien parecido: más de 200 páginas de conversaciones con ChatGPT intercambiando código para crear este robot, pidiéndole la lógica y devolviéndole el código cuando encontraba un error. Hasta hubo momentos entusiastas en que se me escaparon agradecimientos demasiado humanos como para que la máquina los apreciara.
Acá pueden encontrar cómo resultó el robot Orwell:
Al robot le agregué:
- Que calculara cuánto duraba la pausa/censura y posteara en X el largo de esa pausa/censura, para ver si había patrones.
- Que guardara un archivo con las pausas.
- Que posteara una foto del pantallazo de cuando volvía el reality de la pausa. Esto fue un éxito porque las personas sabían qué personajes y cámaras estaban mostrando, y así decidían si entrar o no a ver Gran Hermano, dependiendo de si mostraban a sus favoritos.
- Que cuando la pausa durara más de 5 minutos, avisara que hay una pausa más larga de lo normal (porque en promedio las pausas normales, que no eran censura, duraban alrededor de 2 minutos y medio).
El código
Acá les dejé el código, para que vean que es bien simple. Seguro tiene torpezas y no es tan elegante, pero funcionó bien y tuvo sus fans, igual que ciertos robots que generan ternura aunque hayan sido creados con sobras electrónicas y chatarra.
Sobre el código quiero decir que de Python solo sabía cómo funcionaba "if", "else", "elif, y "while". Sabía un poco de la lógica muy básica, pero nada más. Todo el resto me lo pasó ChatGPT y a medida que lo usaba y le pedía cambios, fui entendiendo mejor lo que hacía este lenguaje. Lo sentí parecido a aprender un idioma por primera vez, auditivamente. No aprendí los elementos de la sintaxis de Python, ni estuve haciendo pequeños ejercicios con un diccionario en mano o un curso que me explicara qué es cada elemento. No entendía casi nada y solo aprendí poniéndole play y viendo qué salía en la terminal. Igual que los niños cuando aprenden a hablar de la nada, solo por estar expuestos muchas horas a ese nuevo lenguaje, de pronto todo eso que no se entendía empieza a cobrar lentamente sentido, y es difícil explicar cómo o por qué. Creo que esta es la mejor forma de aprender a programar y hasta que ChatGPT llegara a convertir el lenguaje natural en código de forma tan fácil, esa manera de aprender no era posible.
¿Y llegó a la tele? Lo que hizo viralizar a Orwell, la clonación de la voz de Gran Hermano con Inteligencia Artificial
Recibía halagos del público y estaban satisfechos (hasta alguien dijo que el bot era “un héroe sin capa”), pero quería darles algo que quisieran más todavía.
¿Acaso me estaba haciendo adicta a la fama como los chicos reality? No creo (espero 😬), más bien sospechaba que aunque Orwell solucionaba un problema, no era lo suficiente llamativo como para aparecer en la tele, o viralizar en X como la copia de Angry Birds.
Ahí tuve otra iluminación o quizás una pésima idea (entre esas dos cosas siempre hay una línea muy delgada) pero al menos era fácil y rápido de hacer: clonar la voz de Gran Hermano con Inteligencia Artificial y hacerlo decir cosas que el público quería que dijera.
Primero pensé que era tan fácil, que obviamente alguien ya lo habría hecho, pero no. En este mundo de programas más masivos de televisión, no hay muchas personas que les interese resolver estos problemas con tecnología, es un “vacío” por un asunto de gustos, y esa fue mi suerte. Y era fácil porque Gran Hermano, el personaje omnisciente que ve todas las cámaras y le da instrucciones a los jugadores, imita la voz profunda y entrecortada de un robot escalofriante como HAL de 2001: Odisea en el espacio. Al ser una voz de un robot es mucho más fácil de recrear con Inteligencia Artificial. Además, su voz es tan icónica que a penas se terminó el reality la prensa se llenó de noticias sobre quién estaba detrás de la voz: a diferencia de lo que se creía, no era Rodolfo Valss, quien comúnmente interpreta a Gran Hermano. "Yo no soy el señor que trabaja para Chile, porque me están escribiendo un montón de chilenos, pero yo no soy", aclaró en una entrevista. Al final era Sergio Soldati, otro argentino locutor de radio que lograba mejor hablar en español neutro.
Era sábado y me ganó la impaciencia de nuevo, así que sin pensar que podría estar ocupado con sus hijas, le pregunté a uno de los cofundadores de Fintual cuál era la mejor app para convertir texto en voz, con Inteligencia Artificial. Por suerte él había estado trabajando en un chatbot de finanzas con Inteligencia Artificial y ya había explorado soluciones de voz, así que lo tenía bien claro: no se demoró en contestar que ElevenLabs es lo mejor en español.
Extraje rápido el audio de la voz de Gran Hermano de varios Tiktoks, los junté y subí el archivo a ElevenLabs para que pudiera tener un referente para clonar la voz. Es lo único que te pide, y bueno, cuesta 1 dólar mensual. Decidí arriesgarme.
Después de menos de cinco minutos, bastaba con escribir un texto cualquiera, y me lo devolvería con esa voz clonada que había creado. Lo primero que le pedí es que dijera mi nombre, y el resultado fue escalofriante. Era prácticamente igual, pero tenía un problema:
Hay días, como dicen los deportistas, en los que nada te sale por más que técnicamente estés haciendo todo bien, y días en los que misteriosamente, sin ninguna razón, todos los golpes salen perfectos. Me fijé que cada vez que escribía palabras con una “z” o una “c”, la voz clonada las pronunciaba con acento español.¿Pero si reemplazara por una “s” en el texto, cada vez que saliera una de esas letras?
Por fin las clases de fonética que había tenido cuando estudié literatura sirvieron de algo: la técnica funcionó y sonaba prácticamente igual, así que podía preguntarle a los seguidores qué cosas querían que dijera este clon de Gran Hermano. Ahí llegó el peak de la fama, cuando una cuenta que se describe como “Chilean News with the worst english in history” agarró un video que compilaba varios audios con la voz que había clonado y la subió a su Twitter. Tenía más de 23.000 seguidores.
La fama siguió un tiempo más gracias un TikTok que subí con otro pedido que me hizo un usuario, y que tuvo 25 mil views.
@elcocineroesceptico Hice un robot que replica la voz de Gran Hermano con Inteligencia Artificial. Es orwell_gh en twitter. Las personas piden frases y el robot las dice. Además el robot postea de forma automática cada vez que el reality vuelve y no está la pausa/censura del ojo #granhermano #granhermanochile #hans ♬ original sound - Floev22
No hemos salido en la tele con el robot aún, es cierto, pero creo que el 2023 será, entre otras cosas, recordado para siempre por el primer Gran Hermano en Chile y la inocencia con la que nos acercamos a la Inteligencia Artificial, parecido a la primera vez que escuchamos el ruido de un modem que se conectaba a internet. Y al menos el hecho de que las dos cosas se crucen en este proyecto creo que para mí lo hace algo memorable y ya me da algo de nostalgia.
Me acuerdo de un día de mucho calor que se sentía como verano, y encerrada en la casa con un buzo y todas las cortinas cerradas, estaba tratando de arreglar el robot. Para hacerlo tenía que revisar si Gran Hermano estaba en pausa o lo estaban dando, y constantemente mostraban a los jugadores bailando en la piscina, tomando sol durante horas. Hipnotizada pensaba lo raro que era ver esas actividades veraniegas que yo nunca hago, que no me gustan, pero que podía espiar.
Sentía que al mirarlos tanto tiempo fijo, podía simular ser esas personas por un día, como cuando lees un libro y vives otra vida varias semanas hasta que te lo terminas. Quizás por eso de simular tener otra vida muchos sentimos que mira Gran Hermano era parecido a jugar a los Sims, a mirar fijo el comportamiento de peces en un acuario o de mascotas virtuales que existen para hacernos compañía. Estuvieron con nosotros de fondo en el trabajo, como ruido blanco para concentrarnos, en los silencios de las 3 de la mañana y mientras escribo este post: ahora me acompaña uno de los últimos capítulos donde los finalistas cuentan en vivo historias paranormales y sus series favoritas. Quizás los días y proyectos más inolvidables sí nacen del mayor aburrimiento posible.
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