Cuando era chica tenía un chanchito de greda para juntar mis monedas. Era horrible, pero me lo había regalado mi abuela y me encantaba. Cuando quería sacarlas, para no romperlo, usaba un palo e iban cayendo una a una. En especial guardaba las de $10, porque eso valía un chocolate en el negocio de la esquina.
Hoy se puede pagar cualquier cosa con Redcompra o transferencias electrónicas. Y siento que las monedas han ido desapareciendo poco a poco. ¿Será una pista de que están pasando definitivamente a la historia? Parece que algunos gobiernos ya tienen la respuesta.
Un nuevo comienzo: las monedas digitales
Una nueva forma en que los países pueden digitalizar sus monedas son las govcoins. Estas pretenden hacer mucho más que solo estar en la red porque estarían reguladas a través del Banco Central, lo que permitiría un control sobre inflación y estaría respaldada por una entidad, tal como lo hacen las monedas físicas. Y, léase con voz de locutor de radio, “con sólo unos toques en el celular y un código podrías comprar en supermercados, farmacias o incluso prestarle plata a un amigo”.
Ahora viene la pregunta: ¿ya, y qué tiene de nuevo eso? Porque para lo anterior existen las tarjetas y aplicaciones que facilitan las compras. Lo interesante es que con las govcoins las transacciones se realizarían directamente con el banco central. Es decir, los pagos no se harían por intermedio de los bancos comerciales, sino que directamente con quién emite las monedas, lo que bajaría las comisiones y cobros asociados. Además esto implicaría llegar a 1.700 millones de personas en el mundo que no tienen actualmente acceso a una cuenta bancaria. Es como si en vez de ofrecerte el precio al detalle, pudieses adquirir productos siempre al por mayor.
Criptomonedas y govcoins: ¿lo mismo con otro nombre?
Te preguntarás: ¿por qué sacar otra moneda digital, si está lleno de criptomonedas? Sucede que la principal diferencia entre estas y las govcoins es quienes las emiten: mientras que las govcoins son emitidas por el Estado, las criptomonedas son descentralizadas porque su cantidad no es regulada por una sola entidad, sino que por los mineros en el mundo.
Otra diferencia es su respaldo. Las govcoins son respaldadas por el gobierno correspondiente, en cambio, las criptomonedas dependen de la confianza y la percepción del mercado, por lo que hacen que su precio sea volátil y, por ejemplo, si Tesla dice que no le gusta alguna criptomoneda en particular, todo va cuesta abajo. Por otro lado, como las estas últimas no están reconocidas en todas partes, aún no puedes ir a comprar al negocio de la esquina con ellas (por ahora)… a menos que tengas Bitcoin y vivas en El Salvador.
No todo es color de rosas
Si bien tener un trato directo con el Banco Central y que las transacciones sean mucho más baratas suena genial, no todo puede ser tan perfecto. A diferencia de la moneda actual, las govcoins dejan un rastro y existe la opción de ser programadas por quienes las emiten, los bancos centrales.
Es decir, en los países en los que cierta información está censurada, se podrían restringir la compra de libros, de alcohol o incluso de artículos de algunas empresa extranjera. Además, las govcoins seguirían dependiendo de la economía de los países que las emitan y los países que no se sumen a su emisión podrían quedar dominados por monedas extranjeras, desestabilizando el mercado local.
Y se nos queda alguien fuera en esta ecuación: los bancos.
¿Qué opciones hay para los bancos?
Si las transacciones se realizan directamente con el Banco Central, nuestros conocidos intermediarios (los bancos comerciales) ya no serían necesarios en su rol actual. ¿Qué pasará con ellos entonces?
Nuevo sistema, nuevas oportunidades. Si bien, nadie sabe con certeza el rol que irán adquiriendo, este probablemente irá de la mano con servicios tecnológicos. Una de las opciones es entrar en el mundo de los sistemas de pago digitales como Alipay, en que incorporan billeteras electrónicas o sistemas QR en restaurantes y supermercados. También podrían ofrecer privacidad en transacciones para los clientes que lo necesiten, haciendo una intermediación en este nuevo sistema financiero.
¿Cómo está el panorama actual?
Créanlo o no, ya existen. Y lo más increíble es que no es de Estados Unidos ni Europa, sino que el país que tiene la primera moneda digital oficial es (redoble de tambores)… Las Bahamas. Y qué mejor nombre para una moneda en el caribe que el Sand dollar.
Pero la situación es muy variada. Entre países en que no hay desarrollo, algunos en investigación y otros ya implementados, el mapamundi se ve bastante colorido.
De los gigantes asiáticos sabemos que China se prepara con tenida deportiva. El debut del yuan digital al resto del mundo se espera para los juegos olímpicos de invierno de Beijing en febrero de 2022. Actualmente están en fase de experimentación y el plan es mantener un híbrido entre el efectivo, transacciones con medios digitales y el nuevo yuan digital.
Mientras tanto, en Europa aún se debaten respecto al futuro digital, con una fecha tentativa para el año 2025. Y el dólar digital, por su parte, está en investigación y la fase de experimentación se prevé dentro de un año más. En Chile, el Banco Central da algunas luces de estar atentos a lo que pasa en otros países con las CBDC y además investigando respecto al peso digital.
Así que por el momento parece que continuaremos con las monedas y los billetes, en paralelo a monedas digitales y quizás en el futuro nuestros nietos no tengan alcancías para juntar su plata. Probablemente, para ellos será mucho más fácil acceder a una cuenta segura, confiable y más barata, en donde ya no tengan que contar monedas para ir a comprar, sino que puedan pasar un código con el celular y pum!, su compra estará lista.
Y las tarjetas y monedas quedarán en ese rinconcito de nostalgia: junto a los cassettes, los tazos y los chanchitos de greda.
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