Hay algunos estilos de dibujantes y pintores que hoy en día serían como filtros de Instagram. El de Maxfield Parrish sería la saturación. Como esas primeras ediciones que podías hacerle a las fotografías, cuando no sabías nada del asunto, y terminabas saturando las imágenes de colores.
Y saturada también estaba su billetera: Parrish ganaba unos 100 mil dólares anuales en 1920, cuando la casas costaban con suerte 2.000.
Y es que como ilustrador, Parrish era un hitazo. Trabajó con las revistas más importantes de la época, justo en un momento histórico en que la ilustración norteamericana tocaba su techo –lo que se conoce como la Edad Dorada de la Ilustración Norteamericana–, gracias precisamente a la simbiosis entre publicaciones impresas y los ilustradores, lo que podríamos entender como el afiche publicitario.






Algunos de los trabajos publicitarios de Parrish para Colgate, Edison Mazda Lamps y Oneida.
Aunque la mayor parte de sus trabajos de aquella época los hizo para la revista Collier's







Tan bien le fue, que en 1920 decidió retirarse de la publicidad y dedicarse 100% a la pintura. Y en 1923 llegaría a la cúspide de su carrera, con la pintura Daybreak. En ella se ven los motivos y técnicas favoritas de Parrish: la saturación de los colores al servicio de una temática clásica, con una leve sensación onírica que medio te dice que en la Antigüedad Clásica las cosas seguramente eran más nítidas y los colores más fuertes que en nuestra gris y opaca realidad cotidiana.
Tan buena era Daybreak, que se la considera la pintura más popular de Estados Unidos. ¿Y cómo medir eso? por la cantidad de veces que se ha reimpreso. Según varios cálculos, uno de cada cuatro hogares norteamericanos tiene puesta en la muralla una reproducción de esta pintura. Le ganó a la Campbell Soup de Warhol y a la Última cena de Leonardo.
Nada mal.

Tal vez te estás preguntando cómo logra ese efecto de saturación: con esmaltado, que consiste en aplicar un barniz sobre varias capas de pintura a la vez. Una técnica que hizo famoso a Parrish en sus días.
Parris se refería a Daybreak como "mi gran obra". En 2006 la mujer de Mel Gibson la compró por más de 7 millones de dólares, y no han faltado referencias en la cultura popular. Una que te puede dar un ataque de cringe si es que no conoces la referencia –como me pasó a mí cuando lo vi el año 95– es el video de You are not alone, de Michael Jackson, en el que recrea esta escena junto a su mujer de la época, Lisa Marie Presley (sí, la hija de Elvis, por si te faltaban coincidencias).
Aunque prefiero quedarme con otro recuerdo nostálgico asociado a Daybreak: el afiche de la película La princesa prometida, está inspirado también en el hit de Parrish.

Pero dejemos a Michael un segundo y volvamos a Parrish. Por lo menos a su técnica de esmaltado o "glazeado", como le gustaba decir a él. Y sí, igual que las Krispy Kreme que te vas a comer hoy a las 6 de la tarde, Parrish se pasaba el día esmaltando ciertos colores, lo que le dio vida al Parrish blue.








