Desperté con la noticia de que Mamdani, el candidato demócrata que vitoreaban todos los artistas gringos que sigo en instagram, ganó las elecciones y se convertirá en alcalde de Nueva York, una ciudad donde la mayoría del mundo no vive físicamente pero sí mentalmente.
Y al poco andar de mi scroll, apareció su mujer, Rama Duwaji en la ecuación:
“Conozcan a Rama Duwaji, la primera-primera dama de la generación Z de la ciudad más grande de América”


Las dos fotos que acompañan todos los titulares la retratan de dos maneras: de novia y de civil; de blanco y de negro. Es una interesante dicotomía y un simbolismo fuerte para el partido demócrata: la mujer del idolatrado alcalde joven, cool e inmigrante, es al mismo tiempo, tradwife e it-girl, y quizás esa doble militancia sea una señal de un nuevo código para el feminismo de este retorno de la cultura “woke”, que cayó en desgracia estos últimos años por transformar su discurso pluralista en uno sectario, donde las madres y las novias son clasificadas como conservadoras y donde parecía que sólo había una manera correcta de ser mujer: soltera, empoderada, independiente, girl boss, artista atormentada pero exitosa, e influencer activista. Pero - y quizás me estoy aventurando demasiado- en esta nueva era woke, vaticino y espero que personajes como Rama Duwaji sean más valorados, ya que el modo de habitar su feminidad es más complejo y tiene capas que se muestran en esas imágenes: por un lado, vestida de negro con el hombro descubierto y un gesto sensual, y por otro con vestido blanco, sonriente al lado de su marido, (solo que con botas de cuero negras que la separan de una novia tradicional).
Rama es ilustradora y animadora. También hace cerámicas con sus ilustraciones. Ha colaborado con dibujos para Spotify, The New Yorker, The Washington Post, BBC, Apple y Tate Modern. Su estilo de ilustración tiene un asombroso parecido a las xilografías de la Lira Popular y las temáticas que abordan sus dibujos y gifs -hechos con procreate en su iPad, supongo- también son de protesta y manifestación política. Los rostros que perfila son mucho más toscos que el suyo, los cuerpos más redondos que su figura espigada y los ceños más fruncidos que su mirada inocente de Bambi.


Rama nació en Houston, Texas en 1997, pero a los 9 años se mudó con su familia a Dubai (sus papás son Sirios, de Damasco) y estudió bellas artes entre Dubai y Estados Unidos hasta que en 2021 se mudó definitivamente a Nueva York, donde conoció a Mamdani a través de Hinge, la app de citas (él lo reveló en una entrevista). El que la pareja más comentada del momento se haya conocido en una app de citas da para un tratado sobre el romance moderno, pero ese dato lo dejaremos para más adelante.
Se casaron en febrero de 2025 en el New York City Hall, y The New York Post dice que su visión fue clave en el branding de la campaña de Mamdani, pero su influencia la ejerció desde las sombras. Incluso la definen como “aloof wife”, una manera de decir que está distanciada y desaprendida de la carrera política de su marido, pero no de una manera mezquina, sino de una manera cool. No puedo evitar tornear los ojos: estas cosas del estilo y el garbo son difíciles de comprender…¿es posible mostrar indiferencia por tus seres queridos de una manera cool, o es siempre una estrechez de corazón?

Es tentador pensar que su allure se basa en su aspecto: flaca, alta y con un rostro que parece sacado de una pintura antigua de medio oriente, pero sus posteos en instagram tienen algo más que sólo look, ya que como si de un medio editorial se tratara, hace carruseles mensuales con el caption: “Things I saw that made me want to make art”. Por más escéptica y envidiosa que me ponga con estas jóvenes a la moda, no puedo dejar de encontrar genuina inspiración en su idea de posteo. Efectivamente, para los artistas hay ciertas cosas que nos lanzan disparados de la silla al taller; una exposición, una obra de teatro, una servilleta, un logo de auto, una señal de tráfico o un pantalón. Rama capitalizó esa sensación y mensualmente sube lo que la inspira a instagram, y eso que califica como posteable es de todo, menos su marido, Zohran Mamdani. Una chica fan en twitter (ya se ha formado un ejército de fanáticas de Duwaji), postea un pantallazo de uno de estos carruseles y dice: “Posting this two days before ur husband is elected mayor and he’s not even in it. She´s the chicest woman alive” (“Postear esto dos días antes de que a tu marido lo elijan como alcalde y él ni siquiera aparece. Es la mujer más chic del momento”).
Lo chic, aparentemente, es hacer como que no te importa que tu marido está viviendo el momento más importante de su carrera política. Y ¿quizás realmente no le importa? ¿O la actitud blasé es una performance para instagram? Sea como sea, no puedo dejar de compararla con Erika Kirk, a quien acusaron de ponerse lágrimas falsas antes de un acto en memoria de Charlie, su marido fallecido. Erika no solo está en el bando político contrario a Rama, sino que su comportamiento con respecto a su pareja es diametralmente distinto: finge que le importa demasiado. Y a diferencia de Rama, a Erika la desprecian; sus trolls alegan que su pena es tan artificial como su bronceado y su rubio platino. Kafka decía que la vida es una fiesta de máscaras y disfraces en la que nadie muestra su verdadera identidad, y las redes sociales-ya es un cliché decirlo- exacerban el engaño.

Pero sigamos con Rama. Más abajo del twit que alaba lo chic que es, alguien comenta, bromeando muy atinadamente, que ella inventó el trend “Is having a boyfriend embarrassing now?”, con el que se titula un artículo viral de British Vogue. En él, la autora, Chante Joseph, plantea que últimamente ha visto que en instagram las mujeres heterosexuales que sigue postean poco a sus novios, e introduce sus descubrimientos con esta lapidaria frase:
There’s nothing I hate more than following someone for fun, only for their content to become “my boyfriend”-ified suddenly.
Postear fotos de la pareja, según Chante Joseph, sería una práctica profundamente poco cool, normie, y molesta. Luego plantea una hipótesis que se parece mucho a la que yo sostengo a propósito de las dos fotos de Rama Duwaji. Chante Joseph dice: “To me, it feels like the result of women wanting to straddle two worlds: one where they can receive the social benefits of having a partner, but also not appear so boyfriend-obsessed that they come across quite culturally loser-ish.”
(Para mi, es como si las mujeres quisieran habitar dos mundos: uno donde reciben las bondades sociales de tener una pareja, pero al mismo tiempo sin verse tan obsesionadas con su novio al punto de parecer un poco loser culturalmente”)
La autora de Vogue UK También reconoce esa dualidad en la mujer: la independiente, cool, y la emparejada aburrida, tradicional y babosa por su pareja.
Pero, me pregunto ¿Qué sería exactamente lo loserish de tener novio? ¿Por qué te quita aura? Probablemente la razón es evidente: es loser darle la señal al mundo de que uno necesita compañía, es vulnerable, incompleta y normal. Quizás el pecado está en mostrarse humana y romper la fantasía de ser una ninfa etérea, que habita en un mundo mágico del arte, que flota entre hobbies aesthetic y cafecitos cute con las amigas. Alguien más suspicaz podría pensar que se trata de una estrategia para atraer más hombres y así ampliar las oportunidades de tener un plan B por si la pareja actual no resulta. También hay quienes, en el artículo de Vogue, hablaban de un temor al mal de ojo, y a que otras personas vean con tanta envidia las fotos de la pareja feliz que les hagan algún hechizo maléfico. Y bueno, también está lo político: en el podcast “The Delusional Diaries”, conducido por dos influencers neoyorkinas, Halley y Jazz, discuten si tener novio ahora es “sonso”. “Por qué tener novio se siente republicano?” decía el primer comentario, con 12,000 likes.


Ese es el meollo del asunto: en los rincones más crónicamente online, ser una mujer heterosexual y tener una relación con un hombre, es de derecha, es trad, es conservador y republicano.
Y si ese feeling se mantiene, Rama Duwaji tiene que ser aún más cuidadosa con la máscara que mantiene en su Instagram ahora que tiene cerca de un millón de seguidores: que no se note mucho que tiene marido (aunque todos lo sepan y su pareja sea el alcalde más famoso del mundo) y que no vaya a dejar de lado sus intereses artísticos (aunque le falte tiempo para crear, porque estará ahogada en comidas y eventos políticos). ¿Cómo va a conservar el precario equilibrio necesario para mantener feliz y satisfecho a su ejército de fans, que, como siempre ocurre con estas celebridades meteóricas, están listas tanto para hacerle un altar como para cortarle la cabeza ante el más mínimo error? Creo que ya no envidio a Rama Duwaji. Me parece que se acerca una tormenta a su vida, un momento que marcará un antes y un después indeleble: la fama. Y la fama trae muchas cosas, pero nunca felicidad. Espero, sinceramente, que en medio de tanto fan, tanto troll y tantas capas de ironía y disfraz, pueda seguir encontrando cosas que genuinamente la insten a hacer arte, sean dignas de postear o no.
