Este año, las economías de casi todo el mundo se han movido al unísono. Debido a que la alta inflación es un problema prácticamente global, casi todos los bancos centrales han tenido que subir sus tasas de interés.
Esta semana, los dos principales bancos centrales del mundo estuvieron en foco. El miércoles se juntó el Banco Central de Estados Unidos, la Fed, y el jueves el Banco Central Europeo (BCE), que regula la política monetaria de 19 países de la Unión Europea. Al final del día se unió el Banco Central de México (Banxico).
En los tres casos, los bancos subieron su tasa de política monetaria en 0.50%, lo cual significó una desaceleración en el ritmo de alza de tasas. La Fed había subido su tasa en pasos de 0.75% en las cuatro reuniones previas, al igual que Banxico, y el BCE en sus dos reuniones previas.
¿Y qué pasó en el mercado?
Aunque los bancos bajaron el ritmo de alzas, dejaron muy claro que las tasas no han llegado a donde deben llegar, y que cuando lleguen a su máximo, no bajarán rápidamente.
En el caso de México, la tasa subió a 10.50% y podría llegar a cerca de 11% a principios del próximo año.
Este mensaje de “tasas altas por largo tiempo” no fue muy bien recibido por el mercado, que espera con ansias que los bancos dejen de aumentarlas. ¿Por qué? En parte, porque las tasas altas no son una buena noticia para la mayoría de las empresas, ya que incrementa su costo de financiamiento.
A pesar de que las tasas todavía podrían subir algo más, la buena noticia es que nadie, ni el mercado, ni los bancos centrales, ni los analistas, tiene dudas de que estamos muy cerca de llegar al máximo de tasas.
Ok, pero ¿qué hago con mis inversiones?
Como siempre te decimos, los mercados se mueven siempre, para un lado o para otro, y esos movimientos no deberían cambiar tu plan de inversión.
Lo mejor es tratar de dejar pasar los movimientos de corto plazo, y confiar en que en el largo plazo, los rendimientos serán positivos, como históricamente siempre ha sido.