Soy una convencida de que estamos en una nueva era para la producción global. Por lo menos desde que la pandemia reveló un costo del comercio internacional que hasta ahora había permanecido bien escondido: la falta de resiliencia.
Cada vez más empresas quieren implementar estrategias de nearshoring u onshoring (producir lo que consumes lo más cerca del consumidor final), que acercan los productos a las personas para acotar lo que puede salir mal. Una encuesta de HSBC en noviembre reveló que un 89% de las empresas encuestadas planean transformar su cadena de producción en un futuro; 42% en 2023.
Otro análisis que hizo Bloomberg identificó que, en el segundo trimestre de este año, 181 empresas públicas mencionaron los términos “nearshoring”, “reshoring” u “onshoring” en sus exposiciones de resultados trimestrales. En el primer trimestre de 2020, cuando los cuellos de botella todavía no eran un mayor problema, sólo 15 empresas ocuparon esas palabras.
La búsqueda por cadenas de producción más cortas y seguras probablemente va a reducir lo que el mundo en agregado es capaz de producir, porque la producción no necesariamente será en donde sea más eficiente o barata. Pero entre países, hay algunos que podrían beneficiarse, y otros que podrían salir perjudicados. China probablemente tenga más que perder, porque tiene poca afinidad política y está lejos del mundo desarrollado. Y lo opuesto pasa en México.
Aunque el comercio global ha caído en la última década en algunos países como China, India e Indonesia, en México en cambio se ha expandido, Y con el mayor foco en la resiliencia, el comercio y la inversión en México tienen el potencial de aumentar todavía más.
De hecho, hay evidencia de que esto ya está sucediendo. El sector manufacturero mexicano, que está bien integrado en la cadena global de suministros, ha crecido más que el resto de la economía en los últimos tres años. En este tiempo, México ha ganado cuota de mercado en las importaciones industriales de Estados Unidos, mientras que China ha perdido.
En una encuesta que llevó a cabo el Banco de México, 16% de las empresas con más de 100 trabajadores a nivel nacional, reportaron que observaron incrementos en la demanda de sus productos o servicios o en su inversión extranjera directa, esto a consecuencia del nearshoring, en los últimos 12 meses. Los beneficios parecen estar más presentes en el norte del país, debido a su cercanía con Estados Unidos.
Nadie sabe cuánto tiempo va a durar este ímpetu por blindar las cadenas de producción. Por ahora, el reacomodo de la cadena de suministro global parece explicar, al menos en parte, que la economía mexicana ha sido más dinámica de lo que la mayoría esperaba este año. Y aunque debido a la desaceleración global es improbable que México vea un crecimiento estelar en 2023, hay razones para pensar que México podría crecer más que la mayoría de los países.