El martes, mientras veía a la Contralora Dorothy Pérez rutilar entre los aplausos que le dio hasta de pie el empresariado chileno, con su forma de ser tan encantadora, amable y consistente, no pude evitar recordar al personaje del libro El maravilloso Mago de Oz y si le habrían puesto ese nombre por ella.
En esa obra infantil, la protagonista y heroína emprende un viaje difícil a la Ciudad Esmeralda a través del camino de ladrillos amarillos. Por la ruta reúne a tres compañeros (el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León) y se encuentra con brujas y personajes malvados a medida que avanza, mientras va mostrando sus dotes de liderazgo, bondad y valentía frente a los desafíos que enfrenta.
La protagonista de Oz era huérfana; en cambio Dorothy Pérez, en su esperada exposición en el Encuentro Nacional de la Empresa (Enade), mencionó a su madre y aprovechó de pasar el dato a su audiencia de su origen, de clase media, de esa que tiene que ahorrar y “hacer mucho esfuerzo” para lograr comprarse un computador, como relató que fue su caso.
Para quienes conocemos la administración pública, Dorothy Pérez ha sido un personaje conocido y respetado desde que ingresó en 2004 –como abogada rasa– a la Contraloría General de la República. Era ‘conocida’, siempre destacó en los cargos que ocupó (y que fueron varios) antes de llegar a convertirse en la primera mujer en encabezar la Contraloría General de la República.
Sin embargo, –al igual que la de Oz– la Dorothy que encabeza el máximo ente de control del Estado consigue logros sin hacer aspavientos. “Es la primera vez que hacemos una exposición como esta –dijo en el encuentro–, nuestro trabajo debe ser silencioso porque es técnico”. De hecho, ella no ha dado entrevistas en medios de comunicación estando en el cargo, pese a que tendría bastante que contar.
En Enade explicó cómo han realizado pesquisa de licencias médicas impropias, irregularidades en municipios, el extravío de fentanilo en hospitales, mal uso de recursos en las Fuerzas Armadas, entre otras, y –algo desconocido– que frente a las irregularidades presentan juicios para recuperar los dineros perdidos.

Dorothy también mostró ser ecuánime y que no le interesa el aplauso fácil. Un ejemplo: reconoció el retraso que tiene el Estado en la tramitación de permisos para realizar proyectos –una de las quejas habituales de los empresarios–. Envió un mensaje a los empleados públicos que revisan dichos permisos, les dijo que deben considerar que hay empleos y familias esperando detrás de esos proyectos. Y cuando la audiencia comenzaba a estallar en aplausos, se apuró en precisar que era igual de importante que quienes solicitan los permisos, “entre los cuales ustedes se encuentran”, también cumplan con entregar en forma la información.
La contralora mostró la mejor cara de una funcionaria pública –”y a mucha honra”, enfatizó–, al mechar su discurso con pedazo del poema: “El placer de servir”, de Gabriela Mistral, y de lo necesario que es capacitar al Estado en la tecnología de la ola que viene: la computación cuántica, con lo que podrá hacerse maravillas en el control y fiscalización del aparato estatal.
Cuando terminó, Dorothy fue aplaudida de pie por los asistentes, que por cierto pertenecían al mundo privado. Es que con su discurso, la contralora representó la idea o aspiración con la que soñamos muchos, de que Chile sea una sociedad más proba y con mejores estándares, una ilusión similar a la de alcanzar la Ciudad Esmeralda que era gobernada por el gran Oz.
Pero que la vida tiene muchas vueltas, de eso no hay duda. La misma Dorothy que hoy está en este momento de reconocimiento y gloria, tuvo sus tragos amargos y no hace tanto. En 2018, el entonces contralor general Jorge Bermúdez, como una suerte de mago, intentó operar los controles detrás de la cortina y le pidió que renunciara a su cargo de subcontralora. La razón: haber sido citada –como testigo– a declarar en uno de los casos de corrupción de Carabineros (el Pacogate).
Dorothy no renunció pues consideró la medida un hechizo sin fundamento. Bermúdez, entonces, apretó el botón y declaró vacante su cargo, para luego nombrar a Soledad Frindt en su reemplazo (¡glup!). Fue un camino de brujas y facciones oscuras para la Dorothy real que permaneció dentro de la Contraloría en una situación muy compleja, que se zanjó con un dictamen de la Corte de Apelaciones y luego de la Suprema, que resolvieron a su favor un recurso de protección.
Aunque eso no fue todo. Cuando el contralor Bermúdez terminó su periodo en diciembre de 2023, Dorothy asumió como contralora aunque interina, calidad en la que permaneció por más de un año, mientras el entrante gobierno del Presidente Boric no se allanaba a la idea de ratificarla en el cargo, vaya a saber uno por qué.
Al final, tal vez el viaje de esta Dorothy real –un camino de ladrillos amarillos lleno de desafíos– no sea tan distinto al de la ficción. En la novela el León buscaba ser valiente, el Hombre de Hojalata quería tener sentimientos y el Espantapájaros ser inteligente; pero finalmente entienden que ya tenían esas capacidades, solo que no se habían dado cuenta. Y de la misma forma, ese día en Enade, Dorothy Pérez nos mostró con su charla que hay ciertas capacidades al interior del Estado que ya están. Ahora solo falta usarlas.