Cameron Crowe fue el escritor más joven en la historia de la revista Rolling Stone. Se graduó a los 15 del colegio y por esas cosas de la vida conoció a Ben Fong-Torres, el editor de la revista, que lo contrató como una especie de escritor freelance.
Tal vez esta historia te suene conocida. Si viste alguna vez Almost Famous (Casi famosos), una película medio autobiográfica que escribió y dirigió Crowe, que contaba la historia de un quinceañero que se va de gira con la banda de rock ficticia Stillwater para cubrir sus conciertos, contratado por Rolling Stone.
Si bien la película es un poco cursi en algunos momentos, tiene la gran gracia de mostrar cómo en nuestra adolescencia la música nos define. Claro, en versión exagerada: yéndote de gira con tu banda favorita. Pero de todas formas esos años en donde todo es un poco raro, la música suele ocupar un lugar preponderante.
Tal vez la versión-gente-normal de Almost Famous sea ese primer concierto que fuiste. Y como a muchos de nosotros, ese primer concierto tuvo que ser con alguno de nuestros padres: porque no querían que fuéramos solos o bien porque ellos también habían definido nuestros gustos musicales, en los tiempos que elegir qué escuchar no era llegar y apretar un botón, si no que había que conseguirse los cassettes, discos o vinilos.
Creo que por eso nos llegaron tantas respuestas a la newsletter de la semana pasada, cuando - a raíz del post sobre el concierto de despedida de Black Sabath- pedimos que nos mandaran cartas contando de algún concierto al que fueron con sus padres. Seguramente El concierto que fuiste con tu viejo/a ya es todo un género en sí mismo. Te dejamos aquí las mejores respuestas (y por precaución preferimos editar las identidades de cada uno)
-Hola miss, vengo a dar la prueba.
-¿Qué prueba?
-A la que usted me citó hoy, porque falté el día oficial.
-ᵃ.
-¿Dónde me instalo? -pregunté yo, haciéndome el hueón porque era obvio que se le había olvidado.
-¿Qué promedio tienes? -me dice con cara de 🙄
-6,7.
-Esa es tu nota en la prueba. Ándate pa' la casa y no le cuentes a nadie.
-Bacán, gracias miss (:
Ese año gané el premio a mejor promedio de inglés y me sentí como un impostor. Gracias Los Prisioneros por favor concedido, gracias viejos por dejarme faltar a la prueba, y perdón miss Mónica por echarla al agua 24 años después.
DB
Me acuerdo también que estaba otra niña que me gustaba y, como muy cabro chico, me gustó que me viera con mi nueva polola jajaja (ella en su momento no me pescó jaja).
Dato freak: el lugar donde tocó Lucybell es el mismo "resort" que es manejado por este narcotraficante famoso chileno (que de resort no tiene nada)
Abrazos y gracias!
NR - Papá, marido y compliance officer para ganarse la vida.
FR
Aproximadamente el 2004-5, y yo ayudaba a mi amiga a estudiar y luego jugar juegos flash en páginas como juegosjuegos.com o algo por el estilo escuchando y cantando la Oreja de van Gogh.
Flashforward: tengo como 11 años, voy en un auto con sus hermanas mayores adolescentes, ella, y su papá; un descendiente alemán de metro 80 y tantos (para mí un gigante/Titán) y más que cara de poker, cara de atrévete a hacerme enojar. Íbamos a cancha, y claramente no nos íbamos a ir a meter a las patas de los caballos. Si bien las adolescentes pudieron avanzar más, conmigo bajita desde siempre era muy probable que me pisaran así que con mi amiga y su papá, atrasito pero sus buenos metros más adelante de los baños químicos. Yo ni siquiera me enteré cómo logré estar en ese estadio viendo a una de mis ídolas en las pantallas gigantes, porque no teníamos plata como familia. Probablemente se les bajó alguien a último momento y salí sorteada, aún no lo sé. Lo que sí sé es que mi compadre se la jugó full, nivel: me subió a sus hombros un rato para poder acercarnos y ver de más cerca. Yo, de papito corazón de tomo y lomo, me aguanté las lágrimas al cantar sobre sus hombros y luego agradecer el gesto. Al salir me compré un cintillo y una cosita con luces que se veía bacán si la hacías girar, quedé extasiada, por mucho tiempo fueron de mis tesoros más preciados. En fin, estudié música y sigo cantando la Oreja de van Gogh a todo pulmón, sólo que ahora la puedo chamullar en guitarra y hasta hacer algunas otras voces.
Gracias por leerme,
No veíamos ni mierda, y un viejo buena onda de atrás que sabía a lo que venía nos prestó un par de veces sus binoculares.
Sin saber mucho lo que era la marihuana, no entendía el mal olor que había en el lugar jajaja y la cara de mi papá de terror de qué fuéramos a repetir después en clases en el colegio las Ursulinas.
Lo que sí se me quedó grabado era que estaba en presencia de una leyenda de la música y que estar en esa posición en el concierto era lo que se podía pagar, porque era un músico de categoría “superior”. A mis adoradas Spice Girls jamás las verías, al menos no a expensas de mi padre.
AK