Fintual es un bicho bien raro. Seguramente muchas startups lo son, al menos para quienes venimos de empresas tradicionales.
Para mi sorpresa, una de las cosas que más me ha costado es dar feedback. Yo me creía valiente y empoderada, pero en la escala de Pedro, nuestro CEO, no lo soy tanto.
Pedro nos pide que lo critiquemos, y si se puede, en público.
“Nica”, pensé cuando leí ese mensaje.
Cuando no estoy de acuerdo con una decisión de Pedro, o cualquiera de los otros founders, automáticamente se me activa un chip que me dice: “Te falta información. Es el founder; seguro tomó la mejor decisión.”
Resulta que ese chip es cultural, y el psicólogo social Geert Hofstede lo midió para muchos países.
Su índice de distancia al poder (PDI, por sus siglas en inglés) mide el grado en que las personas de un país esperan y aceptan que el poder es desigual, y que quienes están en posiciones de poder tienen más privilegios que los que están más abajo en la jerarquía.
El índice de distancia al poder
Las puntuaciones más altas del PDI (tonos más oscuros) indican una mayor aceptación de la distribución desigual del poder, mientras que las puntuaciones más bajas del PDI sugieren una mayor igualdad.
En muchos aspectos, este chip tiene malas consecuencias. Por ejemplo, hay estudios que ligan la distancia al poder con mayor probabilidad de accidentes aéreos (porque los copilotos no se atreven a cuestionar la decisión del piloto).
México tiene una distancia al poder de 81, mayor que el 63 de Chile. O sea que, en promedio, a los mexicanos nos cuesta más cuestionar a nuestros “superiores” . Eso sí, ambos países están bien lejos del 22 de Nueva Zelanda, el 13 de Israel, o el 11 de Austria.
Pedro no es austríaco, es más chileno que los porotos (aunque nació en Xalapa, México), pero tiene razón: como todas las personas somos falibles, es mejor que haya espacio para que nos cuestionemos entre todos y expresemos nuestras opiniones.