A veces, lo que dicen de nosotros nos refleja mucho mejor que las descripciones que podemos hacer de nosotros mismos. Como cuando te piden escribir tu biografía para un evento, y no sabes bien si poner tu currículum, tus intereses personales o algún chiste para salir del paso.
De Xul Solar, se podría argumentar que los dichos de sus amigos antecedieron su fama como pintor.
El célebre escritor Jorge Luis Borges dijo alguna vez que Xul había creado varias cosmogonías en una sola tarde. ¿Cosmogoqué? Cosmogonías, mitos que intentan explicar el origen del universo, como los relatos de Ovidio o muchos de los mitos griegos que aprendiste en el colegio.
En Adán Buenosayres, la tremenda novela de Leopoldo Marechal, el personaje Schultze está basado en Xul Solar (que en realidad se llamaba Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari).
Sus amigos manfierristas –un movimiento artístico de vanguardia que giraba en torno a la revista Martín Fierro– comentaba que había creado varias panleguas: un lenguaje que reflejaba todos las lenguas del mundo. Y por si fuera poco, se había inventado un nuevo tipo de ajedrez, en que las piezas se movían según los signos zodiacales y las constelaciones.
Bastante joven tuvo la suerte de viajar a Europa y entrar en contacto con las vanguardias del viejo continente: dadaístas, surrealistas, futuristas, y esa larga lista de ismos e istas que habían decidido explotar el arte desde dentro con invenciones totalmente excéntricas.
El ethos vanguardista dialogaba bastante bien con la personalidad de Xul, que ya empezaba a mostrar sus primeras pinturas. En ellas se mezclaban su pasión por las lenguas (sabía más de 10 idiomas, incluyendo arameo, guaraní y sánscrito) y su esoterismo.
Lo que reflejaba mejor la personalidad de Xul era su inagotable curiosidad. En otras palabras, era una esponja: sabía de matemática, biología, metafísica, arquitectura, música, escrituras persas y árabes, religiones musulmanas, el Sufismo de Rumi, los Upanishad del hinduismo, el Zend Avesta, la alquimia, San Francisco de Asís, el budismo zen, I Ching y la astrología. Nómbralo y Xul algo sabía.
O mejor dejemos a su amigo Borges describirlo:
"Hombre versado en todas las disciplinas, curioso de todos los arcanos, padre de escrituras, de lenguajes, de utopías, de mitologías, huésped de infiernos y de cielos, autor panajedrecista y astrólogo perfecto en la indulgente ironía y en la generosa amistad, Xul Solar es uno de los acontecimientos más singulares de nuestra época."
Por algo Jorge Luis lo escogió como ilustrador de su libro El idioma de los argentinos.



Su pintura hizo en cierto sentido el camino inverso de la pintura occidental. Primero fue muy simbolista y críptico, y con los años empezaría a colarse en su arte la figura humana y arquitectónica. Finalmente los lenguajes y el resto de sus intereses.









Lenguas, esoterismo, vanguardias, arquitectura, astrología... navegar por la obra de Xul Solar es dejarse ir por caminos medio aleatorios, pero que al final siempre te sorprenden. Pero mejor dejemos que él mismo se describa para cerrar este post:
“Soy campeón del mundo de un panjuego que todavía nadie conoce: el panajedrez. Soy maestro de una escritura que nadie lee todavía. Soy creador de una nueva técnica musical, de una grafía musical que permitirá que el estudio del piano, por ejemplo, sea posible en la tercera parte del tiempo que hoy lleva estudiarlo. Soy creador de una lengua universal –la panlingua– sobre base numérica y astrológica, que tanto contribuiría a que los pueblos se conociesen mejor unos a otros. Soy creador del neocriollo, lengua que reclama al mundo de Latinoamérica. Soy el director de un teatro que todavía no funciona…”