Si los padres de John Everett Millais hubiesen vivido en nuestros días, habrían sido de esos papás un poco lateros, que cuentan historias totalmente inverosímiles en redes sociales del tipo "mi hijo de 3 años me preguntó si la nueva ley de isapres cubriría sus cambios de chupete".
El tweet de los padres de Millais habría sido algo así: "Mi hijo de 10 años acaba de decirme que Rafael destruyó la pintura occidental". La diferencia con los orgullosos padres modernos es que lo de Millais bien podría haber sido cierto. A los 11 años se convirtió en el artista más joven en entrar a la prestigiosa Royal Academy School de Londres. Ahí conoció a quienes serían sus compinches de toda la vida: Dante Gabriel Rossetti y William Holman Hunt, con los que fundaría la sociedad de los Prerrafaelitas.
La idea de los prerrafaelitas era imitar la pintura antes de Rafael di Sanzio, uno de los maestro del renacimiento. El grupo buscó volver a los detalles abundantes, los colores intensos y las composiciones complejas del arte italiano del Quattrocento.
La pintura más famosa del grupo la pintó, precisamente, nuestro joven Millais: Ofelia muerta en el agua, y que servido de portada para muchas de las obras de Shakespeare.

Pero hay otra pintura de Millais que en su momento causó mucha, mucha polémica: Cristo en la casa de sus padres, donde se lo ve de niño dando vueltas en el taller de carpintería de José.

La gente se enojó porque estaban acostumbrados a ver sus pinturas de motivos religiosos siempre idealizadas y suavizadas –a pesar de que la Biblia es, muchas veces, una película bien gore–. Jesús aparece en el sucio taller de su padre, mostrando un poco la miseria en la que vivía, con su madre arrodillada al lado en una pose sumisa; con San Juan Bautista en un rincón con cara de que lo habían castigado, e incluso la versión colorina de Jesús hizo escandalizar a varios.
Charles Dickens, el escritor, alegaría que María parecía "casi una alcohólica, tan espantosa en su fealdad que... se destacaría del resto de la compañía como un Monstruo, en el cabaret más vil de Francia, o en la taberna de ginebra más baja de Inglaterra", y que Jesús era "un niño pelirrojo, torcido y lloroso, con una bata de dormir, que parece haber recibido un pinchazo... jugando en una cuneta de la esquina".
Tanto fue el escándalo, que la reina Victoria pidió que el cuadro fuera llevado al Palacio de Buckingham para poder verlo en privado. Algo así como la serie más controversial del momento.
Aquí la profesora Dr. Rebecca Jeffrey Easby explica los detalles que hicieron de esta pintura una de las más comentadas de su época.
Pero además de la controversia por el estilo, Millais logró, gracias a su rechazo del manierismo post Rafael, un estilo muy original, que se acercaba muchas veces a las ilustraciones más modernas.







