Robin Wong, un flautista y compositor/arreglista, tuvo un “burn out” por culpa de la escena musical de Nueva York. Había llegado a la ciudad hace unos diez años, atraído por la reputación de primer nivel de los shows en vivo.
En cambio, lo que encontró fue un ambiente artístico arduo, especialmente para esos géneros más icónicos de la ciudad: el jazz. En las sesiones de improvisación abiertas en Smalls y otros lugares similares, vio a los artistas competir entre ellos en lugar de invitarse mutuamente.
“Estaba yendo a todas estas sesiones de improvisación que eran hipercompetitivas y realmente intensas y nada acogedoras… a veces ni siquiera te decían lo que estaban tocando por adelantado. Simplemente comenzaban y tenías que saber lo que estaba pasando.”
Pero en enero de este año encontró la comunidad musical que estaba buscando. En el Music and Gaming Festival — MAGFEST — en D.C., Robin se pasó todo un fin de semana leyendo partituras de los videojuegos que jugaba cuando era niño, particularmente la música del mundo de Nintendo, ese vasto universo de videojuegos cuyos personajes incluyen a Mario, Luigi, Peach, Bowser, Kirby, Yoshi, Link, Zelda, Donkey Kong, Sonic the Hedgehog y todos los Pokémon. Los músicos eran una mezcla de aficionados y profesionales, que tocaban una variedad de instrumentos, desde la guitarra y el saxofón hasta el fagot y el sousafón. Era un lugar donde la línea entre "instrumentos geniales" e "instrumentos de banda nerd" se hacía borrosa. Nadie quería demostrar nada. Todos habían venido a disfrutar de la música que los había acompañado desde la infancia.
“Hay algo realmente genial en aprender música que ya está arraigada en tu cerebro”, me cuenta Wong. “Yo estaba pensando: a ver, wait, esto es como parecido a los etudes, pero más entretenido”. Un breve paréntesis: los“etudes”, que vienen del francés y quieren decir “estudios”, son obras musicales diseñadas para mejorar la técnica en un instrumento. Son principalmente pedagógicas, pero algunas han pasado a considerarse obras de arte.
Wong encontró particularmente inspiradora una sesión donde interpretaron canciones del juego Super Smash Bros. mientras la gente jugaba el juego en tiempo real. Desde entonces ha ampliado esa idea, convirtiendo 'Smash Bros. Live' en una experiencia de concierto-juego mensual en la ciudad de Nueva York. “Estoy demasiado entusiasmado con esta música y con poder tocarla en un ambiente divertido”, dice.
En los últimos años, la música de videojuegos ha crecido no solo como un género, sino como una tendencia global. Cuando MAGFEST empezó en 2002, solo tenía 300 asistentes. Dieciocho años después, alcanzó los 24,000. En 2022, la 8-Bit Big Band, una orquesta de 30-65 miembros que solo toca versiones de jazz de videojuegos, ganó un Grammy por su arreglo de “Meta Knight’s Revenge,” una canción del juego de 1996 Kirby Super Star.
Ese mismo año, el reconocido saxofonista de jazz Kenny Garrett hizo un streaming de un concierto dedicado solo a la música del juego Elden Ring. Unos meses después, un video de YouTube de Adam Neely llamado “The Nintendo-ification of Jazz” alcanzó 918,000 vistas. A medida que los músicos que jugaban esos juegos cuando niños se hacen más viejos, empiezan a crear “scenes” en ciudades de todo el mundo para compartir nostalgia y la necesidad de pertenecer a comunidades amables y acogedoras.
Ahora hay dos tipos de presentaciones que dominan la música de videojuegos: en la primera, como 'Smash Bros. Live', una banda acompaña con música en vivo mientras un grupo de personas juega, usualmente, algún título canónico de Nintendo.
La segunda está fuertemente influenciada por el jazz, con la mayoría de las canciones estructuradas en torno a la melodía y la improvisación. Incluso hay un Video Game Music Real Book, modelado en el Real Book de jazz, una especie de biblia del músico con partituras de todas las melodías estándar.
El saxofonista Patrick Bartley es considerado uno de los primeros músicos de jazz reconocido que hizo que la música de videojuegos fuera parte de su repertorio. Cuando fundó el J-Music Ensemble, un grupo que lleva interpretaciones de jazz a la música japonesa moderna, creó un Real Book que incluía arreglos de canciones de Sonic, Kingdom Hearts y Final Fantasy. En 2018, comenzó una sesión de improvisación de jazz en Nueva York que incluía este repertorio y que, en una entrevista con Inside Edition, consideró “la mejor manera de atraer a la mayor cantidad de jóvenes al jazz.”
“Patrick tenía una visión: que más personas participaran en el jazz a través de la música de videojuegos”, dice el instrumentista de viento madera Jasper Dutz, un habitual en las sesiones de improvisación de Bartley y actual director artístico de VGM-NYC.
Cuando la ciudad empezó a reabrirse después de la pandemia, Patrick había dejado Nueva York y las sesiones habían estado en pausa durante un año y medio. Los habituales de las sesiones de improvisación de J-Music, incluidos Dutz, el bajista Tyler Lupi y el gerente de operaciones Richard Shango Woods, buscaron la manera de revivirlas. Encontraron OS-NYC, un local que era anfitrión del torneo de Super Smash Bros. Melee de Nueva York, con quienes acordaron hacer una nueva sesión de improvisación de música de videojuegos. ('Smash Bros. Live' se lleva a cabo en el mismo lugar). VGM-NYC celebró su primera sesión de improvisación abierta en octubre de 2021 y hasta el día de hoy se ha hecho todos los meses.
“Si hay una canción que te gusta mucho, puedes traer una partitura principal”, explica Dutz. “Luego la agregamos a nuestro Real Book comunitario, que ahora tiene dos volúmenes y casi doscientas canciones. Así que ahora tenemos un libro masivo que hemos transcrito para diferentes instrumentos.”
Desde febrero de 2023, las sesiones han estado completamente vendidas y atraen a músicos de todos los niveles.
“Tenemos músicos ganadores de múltiples premios Grammy en el escenario junto a jugadores que recién tomaron la guitarra hace un mes. Usar videojuegos para romper esa barrera entre músicos y amantes de la música es el mayor significado de este evento.”
Casi todas las ciudades de EE.UU. tienen un torneo local de Smash Bros., proporcionando la infraestructura para nuevas sesiones de improvisación en todo el país. Ya se ha establecido una en Boston y las sesiones de Nueva York han visto globalizarse su audiencia, con personas que vienen de lugares tan lejanos como Montreal y Londres.
El bajista venezolano Nelson Gonzalez tuvo una experiencia similar en uno de los conciertos de su propia banda. Él y el baterista Ethan Neel habían visto videos de música en vivo mientras la gente jugaba Mario Kart, y decidieron, junto con sus colegas de la Universidad Central de Oklahoma, hacer algo similar. (Un dato: el saxofonista de la banda, Colin Ferrell, que no tiene nada que ver con el actor, estaba en clases con Patrick Bartley). Empezaron a organizar shows de “Mario Kart 8 Live” en un bar local en Oklahoma City hace menos de un año, y han llegado hasta personas de Oregón y Filadelfia. Hicieron un show para todas las edades y encontraron un grupo de niños cuyos padres habían hecho el viaje de casi seis horas desde Austin, Texas, para disfrutar de su experiencia en vivo.
“No hay suficientes eventos casuales para las personas que les gustan los videojuegos”, dice Gonzalez. “Los eventos de videojuegos tienden a ser muy competitivos. Necesitas entrenar y practicar o no puedes participar. ‘Mario Kart 8 Live’ es un lugar para que la gente juegue y simplemente lo pase bien. También hemos tenido personas que dicen: ‘No juego mucho Mario Kart, pero disfruto la música.’ Así que crea un buen ambiente para los jugadores casuales, las personas que les gusta la música en vivo y las personas que solo quieren divertirse.”
“No me interesaba en verdad organizar un torneo”, dice Jack Dobson, líder de la banda de ‘Mario Kart Live’ en Melbourne, Australia. “Ya hay muchos de esos. Quería un ambiente casual en el que cualquiera pudiera participar.”
Uno de los mayores desafíos para cada grupo que organiza su versión de “Nintendo Live” es coordinar la música con los desarrollos a veces impredecibles que pueden suceder en cada juego en particular.
“Mientras tocamos, no puedo sacar los ojos de a la pantalla”, dice Dobson. “Pongo atención a lo que cada jugador está haciendo y doy señales a la banda cuando veo algo. Tuve que practicar eso viendo videos de jugabilidad en YouTube.”
El grupo de Dobson ha dado con la nota correcta, literalmente y en sentido figurado, al hacer una gira en ciudades de toda Australia, su nación insular, durante el próximo verano.
“Incluso si no jugaste el juego mientras crecías, el caos de la música y la energía del público tiene su propia gracia. A veces la música cambia cinco veces en un minuto, y la multitud se vuelve loca cada vez que a alguien le golpea una concha azul.”
“Establecimos un modo de tiempo donde cada partida dura consistentemente tres minutos”, dice Robin Wong de ‘Smash Bros. Live.’ “Pero una vez que llegamos a los últimos quince segundos, empezamos a mirarnos y a idear un final. Si entramos en modo de muerte súbita, donde los dos jugadores han estado empatados todo el tiempo, entonces seguimos improvisando. Es cuando las cosas se vuelven locas y todos están tocando solos al mismo tiempo.”
Aunque estos shows puedan ser nuevos, me recuerdan a una tradición actoral mucho más antigua, también, como Nintendo, arraigada en Japón. Durante la era del cine mudo en ese país, la mayoría de las proyecciones en los teatros eran acompañadas por un narrador en vivo conocido como benshi, que proporcionaba comentarios a la película en pantalla. Muchos benshis empezaron a tener seguidores fanáticos por derecho propio, ya que los miembros del público se sentían atraídos tanto por las actuaciones como por las propias películas. A medida que más escenas de música de videojuegos en vivo aparecen en todo el mundo, puedo imaginar una tendencia similar, donde el público viene por los videojuegos pero se queda por los artistas y todas las formas y sabores que aportan a la música.
Por ahora, los que impulsan la escena de música de videojuegos en sus respectivas ciudades están principalmente agradecidos por la comunidad que se ha formado alrededor de estos eventos. En los últimos años, los videojuegos en general han sido identificados como un camino hacia la soledad y la adicción. La Organización Mundial de la Salud incluso ha clasificado el “trastorno del juego” como una condición médica. Pero la escena musical de VGM ofrece una cura, un evento recurrente cuyo atractivo particular solo puede lograrse a través de la experiencia compartida.
“Estamos en un punto donde hay una comunidad mágica y acogedora que es muy alentadora y solidaria entre sí”, dice Wong. “Bromeo que una de mis campañas publicitarias va a ser ‘¿Tu pareja juega demasiados videojuegos y nunca sale de casa? ¿Quieres que salga más? ¡Ven a Smash Bros Live!’” O como dijo Jasper Dutz de VGM-NYC, “Cualquier cosa en esta época que pueda sacar a las personas de una pantalla y llevarlas a un lugar real vale la pena.”
*Nota: Robin Wong y yo hemos sido amigos desde que tocamos juntos en la banda de jazz de nuestra escuela secundaria.