El director Darren Aronofsky (El cisne negro, El luchador, mother!) prefiere héroes trágicos que enfrentan destinos condicionados por sus propias exigencias. En ese sentido The Whale, su último estreno, calza perfecto en su filmografía. Su más reciente protagonista, Charlie (Brendan Fraser), es un hombre con obesidad mórbida a quien le quedan pocos días de vida, pero que se rehúsa a buscar ayuda. En vez de eso, pasa la vida entre cuatro paredes y la película hace lo mismo, prohibiéndose mostrar el mundo exterior.
Pero hay una diferencia con las otras películas del director, y es una mirada más benevolente, optimista o quizás simplemente humana. The Whale habla de la bondad, del perdón y retrata a personajes que quieren hacer lo correcto y conectar, pero no saben bien cómo. En esa frustración está el conflicto de esta adaptación teatral que permite a su pequeño elenco lucirse, especialmente a Brendan Fraser.
The Whale es un llamado a la conexión
Enfocándose en una sola semana, vemos los últimos días en la vida de Charlie, un profesor universitario que hace clases remotas. Padece de depresión y problemas cardíacos derivados de su obesidad, y es esto lo que inicia una cuenta regresiva para poner algunas cosas en orden. Por eso contacta a su hija (Sadie Sink de Stranger Things), una adolescente que parece odiarlo después de años sin verlo, desde que Charlie abandonara a su madre por uno de sus alumnos.
Charlie es quizás excesivamente optimista y se toma el desprecio de su hija como una oportunidad para vincularse con ella. Su única amiga, Liz (Hong Chau), es también la única que se preocupa por su bienestar y salud, sirviendo como vínculo con el mundo exterior. Pero Charlie parece haber tomado una decisión, que es la de avanzar hacia la autodestrucción, sin aplicar para sí mismo la bondad que tiene con todo el mundo.
Así, The Whale deja clara sus intenciones. En un marco de tiempo y espacio acotados, muestra cómo se desenvuelven una serie de dinámicas alrededor de la idea del perdón. Es sobre relaciones complicadas que están al borde de quebrarse y el esfuerzo de mantenerlas con todo el coste que eso supone.
A pesar de incluir varios elementos religiosos, es crítica con el cristianismo pero tematiza la salvación. La película pareciera preguntar cómo podemos ayudarnos, entendiendo que nadie puede rescatar a nadie. Y su respuesta es sencilla y humana: un llamado a la conexión y a creer en los lazos que creamos con otras personas.
Las películas sobre personas bienintencionadas queriendo hacer lo correcto parecen nunca fallar en sacar lágrimas, y The Whale es una de las experiencias más lacrimógenas del año, avanzando hacia un final climático que ha removido a espectadores en todo el mundo.
Todos amamos un regreso
Darren Aronofsky lo había hecho antes con Mickey Rourke en El luchador y con Ellen Burstyn en Requiem por un sueño, y ahora sacó de entre las sombras a Brendan Fraser para darle el papel de su vida, una oportunidad para ponerlo bajo los focos nuevamente y permitirle demostrar su talento al mundo entero.
El actor, recordado por su participación en clásicos de los 90 y los 2000, siempre tuvo al público de su lado (es cosa de ver la adoración que La momia aún despierta en la gente), pero tras un incidente de acoso sexual que Fraser denunció, fue puesto en una lista negra no oficial que lo alejó de Hollywood y le quitó oportunidades laborales.
Todo eso cambió con The Whale. Desde que se estrenó en el Festival de Venecia con una famosa ovación de pie de varios minutos, el actor ha recibido elogio tras elogio y la humildad con que se los ha tomado solo parece aumentar el deseo de que la gente lo vea triunfar.
Esto se pondrá a prueba la próxima semana, cuando Brendan Fraser asista a la ceremonia de los Oscar donde está nominado a Mejor Actor. Aronofsky ya llevó a una de sus protagonistas a una victoria (Natalie Portman en El cisne negro) y habrá que ver si esta vez repite el mismo truco. Mucha gente quiere ganar, ¿el problema? El otro favorito es Austin Butler, interpretando a Elvis.
Otros actores que celebran su “regreso” en los Oscars, como el mismo Mickey Rourke o Michael Keaton por Birdman, han visto cómo esta narrativa es insuficiente frente a actores interpretando a gent real (Sean Penn como Harvey Milk y Eddie Redmayne como Stephen Hawking, respectivamente). Si hay algo que los Oscars aman son los biopics, lo que podría dejar a Fraser con las manos vacías.
Independiente de ello, Fraser ya ganó. Revivió su carrera por mérito propio entregando la actuación más empática del año, recordándonos de lo que es capaz y peleando por acercarse a la luz, igual que su personaje.
Nota de riesgo: hay elementos que se sienten frescos y el adaptar teatro siempre puede ser riesgoso, pero no hay un mensaje demasiado transgresor o provocador. Es una película conservadora.