Esta es una lista que se hace cargo de algo muy particular que le pedimos al cine: refugio. Para cuando no queremos exigirnos, sino ser abrazados por lo familiar. Películas de resaca, películas de domingo, películas para después de una celebración dieciochera, placeres culpables o cualquier cosa que nos haga sentir seguros.
En inglés existe el término rewatchability (¿revisibilidad?) que tiene que ver con lo atractivo que nos resulta revisitar una obra. Y esto no depende de su calidad, sino de una combinación de factores más emocionales que buscamos en algo porque ya nos lo ha dado una vez.
Aquí un desglose de aquello que nos pide poco y nos da mucho, con ejemplos que recopilamos del equipo de Fintual.
Comedias tontas
Mínimo compromiso emocional, bajo riesgo, una que otra risa y un final feliz asegurado. El lugar más fácil al que acudir suele ser la comedia, aunque irónicamente un chiste no debería causar gracia dos veces.
Fueron mencionadas la infalible idiotez de Scary Movie, a la cual el tiempo ya la ha convertido en un clásico. Y hay una razón por la que las películas de Adam Sandler ya se han convertido en una marca propia (por algo hace un par de semanas salió Happy Gilmore 2). Zoolander, Wedding Crashers, Mrs Doubtfire. ¿Son tontas? Hay películas que son tan malas que son buenas. Otras son solo buenas.
“Ya me la sabía pero igual me impacta”
Suspenso, drama exagerado, giros inesperados y giros esperados. Al igual que con la risa, saber ya el secreto de una película que te lo está ocultando podría disminuir su impacto, pero por alguna razón nos atrae.
Cruel intentions es una teleserie que veríamos una y otra vez, Belleza Americana pierde profundidad con cada visionado y eso solo la hace mejor, y El sexo sentido (o cualquier película de Shyamalan) se apoya mucho en su giro final, pero conocerlo hace que la experiencia de volver a ver sea distinta.
Feminidad predecible
A veces uno solo quiere entregarse a las aventuras de una torpe y determinada chica blanca en busca del amor, y sufrir sus nimias aventuras y malentendidos aunque sepamos desde el principio que todo va a acabar bien.
Queremos apoyar una y otra vez a Elle Woods en Legalmente rubia, sufrimos el maltrato de Andy en El diablo se viste a la moda y lloramos por el amor imposible de 10 cosas que odio de ti.
A Chicas pesadas la hace rewatchable su infinidad de líneas citables que nos sabemos de memoria y Bridesmaids tiene una serie de sketches que se pueden dejar de fondo o ver en desorden.
Tristeza real
¿Cuál es la característica de la naturaleza humana que nos hace querer sufrir una y otra vez? ¿Es la necesidad de purgar? ¿Un placer en hacer catarsis? No hay que entenderlo, hay que sentirlo. Y es así como nos encontramos llorando por quinta vez con el final de Forrest Gump, o con Titanic, aunque ya sabíamos perfectamente lo que iba a pasar (incluso antes de verla por primera vez).
Mujercitas, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, El gran pez. Nadie dijo que volver a ver algo tenía que ver solo con disfrutar.
Escapismo fantástico
Es interesante pensar que muchas de las películas más taquilleras de la historia crearon mundos fantásticos. Desde El mago de Oz en su época hasta Avatar en la nuestra, confiamos en el cine como un formato que nos transporta más que ningún otro a mundos inimaginables.
Es por eso que la gente se repite Harry Potter a la vena, o que se sumerge en el detallado mundo de El señor de los anillos. Es escapismo puro, la comodidad de retornar a un lugar mágico donde puedes revolotear con espíritus como en Mi vecino Totoro o tener aventuras submarinas como en Atlantis.
Soundtracks adictivos
Algo que puede ser aún más poderoso que el cine para reconfortar es la música. Y así como volvemos a escuchar un disco o repetimos en loop infinito una lista de Spotify, volvemos a ver una película más para dejarnos llevar por su música que por nuestro interés en la trama.
Pueden ser soundtracks originales como la electrónica que hicieron los NIN en La red social, o compilaciones de clásicos como en Las ventajas de ser marginado o Casi famosos. Son películas indivisibles de su banda sonora.
Clásicos animados
¿Una teoría sobre por qué vemos películas una y otra vez? Porque lo hacíamos de niño. No sé por qué, porque habían más opciones, pero hubo alguna película que obsesionó a nuestro ser infante y que hizo que exigiera verla cientos de veces, hasta sabérnosla de memoria, pero
No hay mejor forma de sentirse joven que sentirse viejo viendo películas animadas. Tú sabes cuál es la tuya (y delata tu edad).

“Oye, esta de verdad es buena!”
¿No les pasa que hay una película que han visto más de una vez, pero que siempre les sorprende? Es ese sentimiento de realmente redescubrir por qué algo te gustó tanto la vez pasada, y de confiar en que no te decepcionará la siguiente.
Es, por lo general, el efecto que encontramos en clásicos, como Cuando Harry conoció a Sally, Volver al futuro y La princesa prometida. Si algo los mantiene vigentes es que la gente los ha seguido viendo durante el tiempo.
Mi nombre es Iñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate para morir
Estas películas varían según tu edad, el lugar en el que vives o algún trauma específico que necesites sanar. No existe una lista exhaustiva que incluya todos los títulos de algo tan personal como esto. Por eso, queremos saber cuáles son las películas que tú puedes ver una y otra vez. Si sientes que dejamos alguna película clave fuera o quieres compartir tu propia lista, escríbenos a cartas@fintual.com