¿Cómo ser irónico en una ilustración? seguramente la forma más sencilla es hacerlo a través del contenido; yo pienso rápidamente en alguna tira cómica de Mafalda o algo por el estilo.
Pero hay otras formas, y el ilustrador Guy Billout es un experto en ese rubro.
Billout nació el año 41 en Francia, y hasta el 69 vivió en su país natal. Hijo de un periodista y una bibliotecaria, su niñez y adolescencia fueron de lo más normales. También la educación que recibió en Publicidad. Sus primeros trabajos fueron en agencias de marketing y su vida corría tranquila hasta que un día decidió agarrar sus cosas y, como Ana Torroja, marcharse a Nueva York.
Debe haber sido difícil "hacer la América" en Nueva York por esos días, aunque seguramente los movimientos sociales de los sesentas habían abierto varias avenidas nuevas para los artistas que quisieran probar suerte. Y este fue el caso de Billout, que le mostró al director de la por entonces nueva revista New York magazine una tira cómica sobre un artista obsesionado con Estados Unidos, llena de detalles técnicos notables. Al tipo le encantó y la publicó al siguiente número.

Esta fue la primera publicación de Billout. Ya vamos a llegar al momento de revisar sus ilustraciones más notables, pero por el momento detengámonos un segundo en este dibujo, que ya contiene todos los elementos que más tarde convertirían a Billout en uno de los ilustradores más cool de Estados Unidos.
Su estilo de dibujo es simple y limpio, recordando un poco lo que hacía Hergé, el creador de Tintín. Pero Billout además le incorporaba a sus dibujos una ironía que se sustentaba en el diálogo entre la geometría, los colores, las formas y el contenido, algo difícil de lograr pero que causa una impresión inmediata.
Esta primera publicación captó el ojo de varios directores de arte de las revistas más importantes, lo que le sirvió para conseguir varios encargos en diferentes lugares. Hasta que llegó Judy Garlan del The Atlantic Monthly, que le ofrecería a Billout una página completa bimensual en su revista, y con total libertad editorial. La columna se convirtió en una parte integral de la voz editorial de la revista durante 24 años.
El tema de la sección era tomar lo que parecía ser una escena ordinaria de la vida e introducir un elemento inesperado. Como un cuento de Cortázar.







A veces se trata de un elemento pequeño que no terminas de notar hasta que miras con detenimiento la imagen. Otras, salta a la vista y te hace reír. Algunas veces incluso te deja pensando.
Te dejo algunas de mis favoritas, aunque es difícil elegir las mejores: son todas muy buenas.









Y claro, con ese estilo medio irónico o a veces cargado de un humor negro y otras de un optimismo medio ingenuo, era cosa de tiempo que le pidieran portadas de las revistas más importantes de Estados Unidos. Las mejores, dicen los entendidos, fueron en la revista Time, aunque también hay un par del New Yorker que no están mal.





