Hemos visto un auge de las energías renovables no convencionales (eólica, fotovoltaica, motriz del agua, etc.) en el último tiempo, ligado a una mejora en las tecnologías y una baja en los costos de producción. Como escribimos en este post, la energía solar hoy es 100 veces más barata que hace 50 años.
Pero uno de los problemas que tienen algunas de estas energías es que no son constantes y dependen de factores externos: que haya viento para la eólica o que tengamos luz solar para la fotovoltaica. Esto significa que el flujo de energía entregada no es continuo y, por lo tanto, debemos seguir dependiendo de la generación a partir de otras fuentes, como los combustibles fósiles contaminantes.
Una de las alternativas que se proponen para el almacenamiento y posterior uso de la energía es el hidrógeno verde. El hidrógeno es el elemento más abundante en el universo y en nuestro planeta constituye cerca del 75% de la materia, pero es difícil encontrarlo en su estado puro dado que se combina con otros elementos para formar moléculas, como el agua.
Y es precisamente del agua donde podemos obtener el hidrógeno a través de la electrólisis. Este es un proceso que rompe la molécula del agua en hidrógeno y oxígeno utilizando energía eléctrica. He aquí la relación con las energías renovables no convencionales, pues éstas pueden producir la electricidad requerida para realizar este proceso.
Lo importante de la electrólisis, y que le otorga la característica de “verde”, es que no emite gases contaminantes a la atmósfera. Lo mismo ocurre cuando se hace combustionar ("quemar") el hidrógeno para producir energía. Con un comburente como el oxígeno, el residuo que se produce es vapor de agua.
¿Cuál es el problema entonces? Son varios. Uno es que el proceso de electrólisis es caro. Además, requiere de agua que se tendría que extraer del mar y desalinizar para no agotar el agua dulce. Y, por último, almacenar el hidrógeno es peligroso y requiere de contenedores especiales para mantener condiciones de presión y temperatura adecuados. Esto se traduce en que el hidrógeno verde no es competitivo frente a otros combustibles más baratos.
La buena noticia es que en el futuro no tan lejano se espera que, tal como pasó con la energía solar, el precio caiga considerablemente y se vuelva competitivo frente a combustibles más contaminantes.