Usamos el promedio para todo. “El estudiante promedio”, “el ciudadano promedio”, “el consumidor promedio”. También en finanzas lo usamos mucho, sobre todo el “retorno promedio”.
El promedio es la suma de todos los valores en un conjunto de datos dividida por el número de valores en ese conjunto.
En finanzas, el retorno promedio de una inversión es un promedio en el tiempo: la suma de los retornos dividida entre el número de periodos. El concepto es útil, pero hay que tener en cuenta sus limitaciones, especialmente cuando lo usamos para organizar nuestras finanzas personales.
Si me dicen que cierta inversión tiene un retorno promedio anual de 8%, mi cerebro automáticamente piensa que 8% es una expectativa de retorno razonable para cada año. Después de todo, al promedio también se le conoce como “valor típico”.
Pero la verdad es que, como esta gráfica del índice S&P500 muestra, los retornos muy rara vez están cerca del promedio.
Dale tiempo al tiempo
Volvamos al ejemplo del índice S&P500. Durante los últimos 100 años hasta 2022, dos tercios de los años han tenido retornos positivos. Pero no han sido pocos los años con retornos negativos, por ejemplo en 2001-2002 o durante 2008. Las bajas del mercado son totalmente normales en una cartera de inversiones de buen retorno, incluso aquellas bien diversificadas.
Por eso es importante tomar periodos de tiempo largos. Cuando las inversiones son más riesgosas, es decir, cuando fluctúan más, como en el caso de las acciones, la manera de acercarnos a ese promedio es mantener la inversión por un tiempo prolongado. Y si somos disciplinados, veremos como, con todo y las bajas temporales, nuestra inversión despega.
Para muchos de nosotros, invertir implica un esfuerzo emocional. Eso es natural, somos humanos. Pero, al menos en mi caso, aprender que la volatilidad es normal en las inversiones me sirvió para mantener la calma y para saber que mi paciencia tendrá recompensas.