En el mundo de las inversiones y el ahorro en México hay dos alternativas a los bancos, y que suelen captar bastante la atención: los fondos de inversión en deuda federal y el ahorro en Sociedades Financieras Populares (Sofipos).
A primera vista, ambas opciones podrían parecer similares en cuanto a su propósito de ofrecer un refugio para los ahorros y obtener rendimientos. Sin embargo, una mirada más profunda revela diferencias importantes, especialmente en términos de seguridad y riesgo.
El caso de las Sofipos: el riesgo de dar créditos
Las Sofipos son entidades de microfinanzas autorizadas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). Su propósito principal es ofrecer servicios financieros a aquellos sectores de la población que usualmente son excluidos por la banca.
Para esto, reciben depósitos de ahorradores, que luego ofrecen como préstamos a esa población normalmente excluida por la banca. A veces pueden ofrecer tasas de interés que parecen atractivas por el dinero depositado, pero, como dice el dicho, "no hay lonche gratis":esa mayor tasa conlleva un riesgo. Y generalmente, aquellas Sofipos que ofrecen mayores rendimientos lo hacen a expensas de una mayor vulnerabilidad financiera, ya sea porque reflejan la urgencia de tener más depósitos de ahorradores, o porque necesitan regalar algo extra de rendimiento a los ahorradores, disminuyendo sus utilidades.
Hay varias formas de cuantificar ese riesgo, pero una de las más famosas es el Nivel del Índice de Capitalización (NICAP), una medida para cuantificar los riesgos enfrentados por las Sofipos, y que intenta medir cuántas pérdidas no esperadas debido a los riesgos en los que incurre al prestar dinero puede soportar.
Este nivel se calcula a instituciones financieras que entregan créditos, y permite saber cuál es la cobertura que tienen los depositantes (inversionistas) respecto a los créditos que dicha institución entrega.
El hecho de que las Sofipos otorguen préstamos más arriesgados que la banca tradicional implica que presentan un mayor riesgo de crédito (riesgo de “no pago” a sus ahorrantes) en comparación con los bancos tradicionales. En respuesta a este riesgo elevado, suelen ofrecer tasas de interés más altas en productos de ahorro para atraer a más depositantes. Sin embargo, este atractivo viene con una advertencia: la cobertura del "Fondo de Protección de Sociedades Financieras Populares y Protección a sus Ahorradores" (Prosofipo), el análogo de las Sofipos al IPAB (Instituto para la Protección al Ahorro Bancario), es significativamente menor. Prosofipo ofrece una cobertura de hasta 25,000 UDIs (Unidades de Inversión), aproximadamente 198,000 pesos mexicanos, en caso de liquidación o desaparición de la Sofipo, contrastando notablemente con la cobertura más amplia del IPAB.
Pero ese no es el problema más importante.
El seguro Prosofipo tiene una cierta cantidad de dinero limitada. Si algo sucede con alguna Sofipo, y muchas personas reclaman su protección al mismo tiempo, esa cantidad puede no ser suficiente para compensar a todos los ahorradores, incluso aquellos que ahorraron menos que el monto máximo de cobertura. Eso ya ha pasado un par de veces y no es algo que se resuelva rápido, como el caso de la Sofipo Ficrea, donde los ahorradores perdieron gran parte de sus ahorros a pesar de la cobertura de Prosofipo.
La lenta respuesta del seguro en eventos de liquidación subraya la fragilidad de este sistema. Estos incidentes resaltan la diferencia crucial de seguridad entre invertir en Sofipos y optar por fondos de inversión en deuda federal. Más de esto lo puedes leer acá.
Los fondos de deuda federal
En contraste, los fondos de inversión en deuda federal, que invierten en deuda como los CETES (Certificados de la Tesorería de la Nación) o BONDES (Bonos de Desarrollo del Gobierno Federal), entre otros, ofrecen un mayor nivel de seguridad.
Estos fondos, que invierten en bonos del gobierno, son considerados entre los instrumentos más seguros debido a su respaldo gubernamental. Es decir, el riesgo de crédito es mínimo, más bajo que cualquier institución financiera privada: es el mismísimo Estado Federal de México el que tiene la obligación de devolver pesos mexicanos. Dado esto, la probabilidad de impago en estos casos es significativamente más baja en comparación con las inversiones en Sofipos.
Y como un fondo de inversión no es una entidad de crédito, es decir, no entrega préstamos, no necesita un seguro o similar que cubra los casos de riesgo de crédito. Esta diferencia en el nivel de riesgo es crucial, especialmente para aquellos inversores que priorizan la seguridad sobre los rendimientos potencialmente más altos pero más riesgosos de las Sofipos.
En la práctica, las grandes tesorerías corporativas del país, o las personas que necesitan tener el dinero en algo de muy bajo riesgo, suelen utilizar fondos que invierten en deuda federal de corto plazo. Y el motivo es no solo el prácticamente nulo riesgo de crédito de este tipo de deuda. La razón es también que el fondo se puede vender en cualquier día hábil, y así disponer del dinero sin necesidad de esperar ciertos plazos. Es decir, en términos de disponibilidad, este tipo de fondos también son más versátiles que los ahorros a plazo, o que comprar directamente deuda a plazo del gobierno (CETES), por ejemplo.