Esta es una pregunta que me hizo mi hijo cuando llegué a casa con cartas Magic del Señor de los Anillos, una nueva colección que se suma a mis otras colecciones de cámaras fotográficas, robots de juguetes y consolas antiguas.
Y lo que le contesté fue algo como “Porque me hace feliz encontrar una reliquia”, (soy como el Indiana Jones de las ferias y locales de antigüedades). Un hobby que aprendí de mi papá, que también le gustaba coleccionar cosas antiguas como candados o cajas de latas.
¿Qué cosas puede coleccionar la gente?
El coleccionismo es conectarse con el pasado. Recuerdo cuando era chico y coleccionaba álbumes como “Basuritas” , el de “Italia 90” o el de “Los Simpson”. O también juntaba llaveros o tazos. Hoy en día, existe un gran mercado para los coleccionistas nostálgicos como yo, desde grupos de Facebook, hasta personal shoppers que se dedican a buscar tesoros en las ferias.
En estos grupos, los coleccionistas estiman el precio de cada objeto que quieren cambiar o vender. Por ejemplo, la caja de los 24 “Super Autos de Copec” de una promoción lanzada en 1989 puede encontrarse en $390.000. En su época un autito se podía canjear con 2 cupones + 195 pesos.
O también, quienes coleccionan monedas raras o con fallas, podrían pagar 15 mil veces el valor de la moneda con tal de obtenerla. Es el caso de las monedas de 1 peso que sus lados están girados. Lo normal es que la cara y el sello debieran estar en la misma posición. Otras monedas como las de 50, 100 o 500 con algunas rarezas pueden llegar a costar entre los 40.000 pesos hasta el millón.
¿Qué dice la psicología de los coleccionistas?
Según Randy Frost y Vaselina Hristrova, coleccionar cosas alivia los sentimientos de inseguridad y la ansiedad que se produce cuando no tenemos una identidad muy definida. Al encontrar un objeto preciado, el coleccionista revive su infancia y se conecta con sentimientos alegres o recuerdos nostálgicos.
No hay que confundir al coleccionista con el acaparador o personas que sufren el “Mal de Diógenes”, individuos que acumulan, en exceso, objetos de poco valor y este acaparamiento comienza a interferir con sus tareas de la vida cotidiana.
El coleccionista, según Mark McKinley, se puede dividir entre quienes buscan preservar el pasado, ampliar sus círculos sociales, buscan cierto prestigio o fama, disfrutan con la búsqueda, o quienes lo hacen a modo de inversión.
Hay personas millonarias que les gusta invertir sus riquezas en propiedades, colecciones de arte o botellas de vinos.
Estas últimas fueron los activos que generaron mejores resultados, según un estudio realizado en la London Business School, por encima de las colecciones de estampillas, arte o metales y piedras preciosas como el oro o los diamantes.
Un ejemplo: en 1985 se vendió un vino en $156.460 dólares, porque se pensaba que era del mismísimo Thomas Jefferson, ya que las botellas tenían las iniciales de “Th. J”.
Hace algunas semanas escribí sobre el valor que podrían adquirir ciertas cartas de Magic, debido a su rareza. Bueno, la carta que estaba de moda era el Anillo Único, que finalmente apareció y fue comprada por el mismísimo Post Malone en la módica suma de 2,6 millones de dólares.
Post Malone es un coleccionista de autos lujosos y excéntricos, desde un Rolls-Royce Phantom hasta un Ford GT, pasando por Lamborghini y un Lincoln Continental. Además, colecciona joyas, NFTs, objetos relacionados con el Señor de los Anillos y más. Es un coleccionista que disfruta consiguiendo cosas únicas.
Respondiendo a la pregunta inicial, cada quien tiene una respuesta por la que colecciona o coleccionó algo en alguna época de la vida. En mi caso, lo hago a modo de inversión, soñando que algún día Post Malone pase por mi casa y me compre todo lo que he pillado en mis andanzas por las distintas ferias del mundo. Mientras no aparezca Posti, sigo invirtiendo en Fintual y desempolvando algún tesorito por ahí.