Admitámoslo. Cuando salen estas listas da algo de envidia y morbo, y muchos pensamos “¿se lo merecerá?”. Dan ganas de ser invisible y espiar a esas personas. Analizar su día como si estuvieran en una película para decidir si se “merecían el Oscar”. Yo tuve suerte: he podido espiar a Florencia Barrios por 5 años, así que les puedo contar la película.
La conocí el 2019, mi primer día en la empresa, cuando solo éramos 20 personas. Florencia Barrios también había entrado hace poco y en esa época esto era lo que Fintual administraba (lo que apunta la flecha):
Ese primer día, tenía que pedir almuerzo pero se me olvidó. Por suerte, cuando revisé quiénes almorzaban, vi mi nombre en la lista. Pensé: “Qué buena onda, alguien me pidió almuerzo”.
Cuando llegó la hora, me dijeron que no era para mí, era “de la otra Florencia”, que sí se había acordado de pedirlo. También me dijeron que ella tenía el nombre @flo en slack, así que por eso yo tendría que ser “florencia”. Genial, mi sobrenombre en slack sería mi nombre completo, el que usa la gente para retarme.
“¿Y que hace la otra Flo?”, pregunté. “Es programadora”. Ahí vino el segundo bajón. Yo algo sabía de programar electrónica con Arduino y había hecho el código de varias páginas web, pero todo era bien básico. No era una programadora seria, a diferencia de la otra Flo. Me sentía como Pinocho cuando “no era un niño de verdad”. Porque entrar a una empresa de tecnología como Fintual sin ser programador, es parecido a ser un muggle en Harry Potter.
En esa época en que la IA no estaba de moda como hoy, a mí me interesaba el tema a nivel teórico. Y cuando me enteré que Flo estaba haciendo un magíster en Inteligencia Artificial y más encima lo estaba terminando mientras trabajaba en Fintual, solo se me pudo venir un pensamiento mezquino a la cabeza: “bueno, para alguna otra cosa tendrá que ser mala, nadie es seco para todo”. Así que me dediqué a observarla.
Además, yo no quería ser “la Florencia versión penca”, tenía que saber a qué me estaba enfrentando para ponerme a la altura.
Sin conocer a nadie en Fintual, y siendo un tanto antisocial, escuchaba conversaciones de otros atenta, y miraba de reojo.
No tuve que esperar mucho para pillarla dibujando algo con mucho detalle: era una de las pantallas más importantes de la app de Fintual, el famoso gráfico que muestra cómo va tu inversión.
Quizás mi “reojo” no era tan así, no pasaba tan piola: estaba apoyada con los dos codos en la mesa, para poder asomar la cabeza y ver el dibujo que estaban comentando con el otro desarrollador (John Peebles, que hoy trabaja en Netflix, saludos John si estás leyendo esto). Así que probablemente les pareció que “saltó muy lejos el maní”, pero no me importaba. Quería conocer mejor a mi tocaya. Y como los tenistas amateurs, me di cuenta que estaba subestimando a mi “adversario”: además de programar bien, sabía pensar un diseño para una mejor experiencia de usuario y sabía argumentarlo. Hasta ese momento, no había gráfico para ver cómo le estaba yendo a tus inversiones, y el gran cambio fue introducir ese gráfico con dos curvas, balance y depositado. Ahí, como sale en el dibujo de abajo, la diferencia entre las curvas representaba tu ganancia o pérdida. Mejorar con ese gráfico esa pantalla se aprobó gracias un pitch que escribió ella, donde convenció a todos los founders y desarrolladores sobre qué cambiar.
De hecho, un día escuché por ahí a uno de los founders con mucho entusiasmo decir “¿cacharon lo bueno del pitch de la Flo?”. Me puse nerviosa. Acostumbrada a que cuando dicen “flo” en mi casa se refieren a mí, pensé “ohh, les gustó mi pitch” (en esa época yo también escribía pitches, cualquier persona en la empresa podía hacerlo), pero al final me di cuenta que no era el caso.
Un tiempo después, para más remate me enteré de dos cosa más:
1. Flo ganó una beca parcial al Grace Hopper que es la conferencia de mujeres más grande en computación, y su magíster y Fintual la apoyaron con el financiamiento.
- Su tesis de magíster fue la mejor tesis de computación de ese año.
A estas alturas ya me estaba dando cuenta de que Florencia Barrios era de ese tipo de personas que tiene una facilidad con prácticamente todo.
Después de haber escrito y ejecutado un muy buen pitch, el 2020 dio una charla para Women Who Code sobre cómo escribir bien esos pitch y lograr ejecutarlos en 6 semanas:
En concursos y juegos de fin de año en Fintual donde había que sacar el lado deportivo, siempre le iba bien, y me enteré que jugaba hockey en el club de Viña, donde, en más de una oportunidad, salieron primeras en el campeonato nacional, lo que era bien llamativo al ser de los pocos equipos de región.
Y la guinda de la torta fue cuando un grupo en Fintual quiso hacer una copia del concurso “La Divina Comida”, para compartir afuera de la pega. Ahí me contaron que más encima cocinaba rico y salió segundo lugar en el concurso.
Pero volvamos a los logros en la industria:
El 2021 decidió dar la prueba de la CAMV (Comité de Acreditación de Conocimientos en el Mercado de Valores), que hay que dar si trabajas en ciertos cargos en la industria financiera, pero dio la categoría de directivo general, que es más larga y más completa, y es la que dan las personas de operaciones, riesgos, cumplimiento, y gerente general. Obviamente la aprobó.
Yo por mi lado intentaba escabullirme de esa responsabilidad (mi cargo no lo requería, pero Fintual siempre ha incentivado a la mayor cantidad de gente a hacerla), y una forma de hacerla era pedirle tareas engorrosas a personas para que me ayudaran a estudiar.
Pero fuera de bromas, cada vez pensaba más en Flo Barrios como el fenómeno del que habla el escritor del New Yorker, Malcolm Gladwell en su libro Outliers (él fue el que puso esa palabra de moda): una persona tan excepcional, que empieza a establecer una nueva vara de “qué es hacer las cosas bien”.
El 2022 estuvo como desarrolladora del código del producto de Acciones de Fintual, y luego pasó a ser manager del equipo que lo estaba construyendo. El hecho de que ahora puedas ir a la app e invertir en acciones individuales fue responsabilidad del equipo que ella lideraba, y lanzaron la primera versión de Acciones muy rápido. Pueden ver más detalle de eso en esta entrevista corta que le hace Pedro Pineda.
También, que puedas hacer tu declaración de impuestos de acciones en solo 19 segundos, de forma automática, lo construyó completamente ella.
A estas alturas yo ya había asumido mi rol de “la Florencia 2” y hasta pasó a ser algo con lo que bromeaba: Pedro Pineda, el CEO de Fintual, una vez dijo que ser inteligente también es rodearse de personas más inteligente que uno, así que me arrimé a ese árbol y no lo solté. Como en una novela nerd para adolescentes pasé “from enemies to lovers”.
El peak de nuestra amistad y colaboración con la otra Flo fue con el video de Fintual en el Times Square: yo había investigado que poner publicidad ahí era muy barato (40 - 45 dólares), y tenía algunas ideas que no prendieron. Pero meses después, cuando recién habíamos puesto el cartel de Fintual en la Plaza Italia, a Flo Barrios se le ocurrió poner una foto de ese cartel ahí. Así parecería que los edificios Turri de Santiago con el cartel de Fintual arriba, se colaban como unos edificios más en el paisaje de Nueva York.
El desafío de esta publicidad barata es que tienes que estar a la hora que sale en el Times Square para sacar fotos y filmarlo, al final eso es lo costoso, y no es fácil.
Intercambiamos whatsapps hilarantes justo antes de que saliera en vivo, pero por el lenguaje soez chileno que salió en el chat debido a lo nervios, preferiría no hacerlos públicos.
Después de lograrlo la Flo confesó: “el lado B de la hazaña: el letrero solo duraba 15 segundos. Tenía una oportunidad para grabar un “video selfie” y fallé rotundamente porque me pasé el letrero, pensando que era un edificio 😅".
Hasta que llegó el día. Mientras ella estaba en una conferencia de Alpaca (nuestro broker de acciones) en Abu Dhabi, la nombraron Country Manager de Fintual de Chile y tuve que salir del closet con mi situación:
Cuando se enteró un escritor del Fintualist, el científico Gonzalo Mena, me preguntó como chiste, “¿cómo está tu versión mejorada?”. “Bien” le contesté, “me siento como en la letra de la canción de LCD Soundsystem, Losing my edge:
But I’m losing my edge
To better-looking people
With better ideas and more talent
And they’re actually really, really nice
Ahora, Flo Barrios aún no ha leído este post, pero espero que si lo hace, le guste, y así me cumpla el favor que le pedí cuando me enteré que tenía un talento en carpintería y manualidades, y hacía sus propias remodelaciones de la casa:
Mientras miro este video, me acuerdo de que Flo alguna vez me contó que cuando niña tenía una fijación con las manualidades. Arreglaba su propia ropa con máquina de coser y hacía figuras con mostacillas en un taller extraprogramático, pero era demasiado rápida. Como había terminado sus figuras y quería hacer más, se consiguió el muestrario de todo el curso y los hizo todos sola en su casa. También tomó un taller de mosaico, y para una ocasión en que se esperaba que por el tiempo los alumnos construyeran una o dos tablas para los platos calientes, ella hizo una mesa y las dos tablas, lo que, sin querer, sobrepasó el presupuesto asignado para cada alumno de la clase.
Lo que me llama la atención de esta historia, que puede sonar anecdótica, es que Malcolm Gladwell, el escritor de Outliers que mencioné más arriba, dice que lo que hace que una persona pueda ser así de excepcional y experta, es que le dedique 10.000 horas a una sola cosa. Y construir rápido y bien manualidades –lograr que cada pieza encaje e improvisar decisiones de diseño para que la cosa que estás armando funcione– es el origen de la tecnología. Al final es hacer una herramienta con las manos. Y en eso es que Flo Barrios lleva más de 10.000 horas.
¿Y qué favor barsa le pedí cundo me di cuenta de que podía construir cosas con tanta facilidad? Le pedí que me hiciera este robot-bar (le mande el tutorial) y curiosamente me contestó: “algún día sí o sí”.