El ingeniero matemático nos contó sobre su sueldo de $0 en los años setenta, su participación como accionista fundador de Azul Azul y la relación distante que tiene con el dinero.
Esta entrevista es parte de la serie “Con dinero y sin dinero” de FINTUAL donde preguntamos a gente interesante sobre el rol que el dinero ha jugado en sus vidas. Carlos Conca es ingeniero matemático y académico de la Universidad de Chile, PhD en Matemática Aplicada de la Universidad Pierre y Marie Curie de París y Premio Nacional de Ciencias Exactas de Chile en 2003.
¿Cuándo ganaste plata por primera vez?
Creo que la primera vez fue a los 12 años. Se me ocurrió una idea de juego y se lo fui a vender al vecino que tenía una tienda de juguetes y juegos para niños. Le gustó y me dijo: “ya, yo te voy a comprar tu idea” y me pagó.
¿Te acuerdas cuánto fue?
No me acuerdo, pero en esa época estaban los escudos en Chile así que menos me acuerdo.
¿Y en qué te la gastaste?
Se la pasé a mi mamá y no sé qué habrá hecho ella, creo que nos compró algunas cosas, pero me acuerdo que estaba muy contenta. Mi relación con el dinero siempre ha sido un poco distante.
¿Por qué distante?
Porque me ha interesado más tratar de dedicarme a pensar, a ser creativo. Y la creatividad no piensa en el dinero en primer lugar sino que piensa más bien en la innovación, en el arte. Evidentemente uno podría ser creativo para encontrar formas de ganar dinero, pero ésa es otra búsqueda. Distinta creo yo.
Dada esa relación distante ¿hay algo tonto que hayas hecho con la plata?
Sí, he hecho algunas locuras. Una de ellas fue ir al Amazonas. Fue una aventura total. No había nada planificado e íbamos haciendo camino al andar. Esto fue el año 75, no había nada, salvo un barco una vez a la semana desde la frontera de Brasil con Perú y Colombia en el triángulo amazónico… en realidad son cuatro ciudades, no tres, es un trapecio más que un triángulo, y que llegaba hasta el delta del Amazonas, en Belem.** **En total estuvimos dos meses.
Ya pero eso no es precisamente una tontera ¿hay algo que encuentres que sí sea tonto hacer con la plata?
¿De manera poco racional dices tú?
Claro, algo que después uno se arrepienta.
Sí, cuando viajo siempre compro libros y obras de arte que no me caben en la maleta y tengo que negociar para que me los envíen a Chile, entonces termina saliéndome súper caro.
Las otras locuras que he hecho han sido algunos intentos de emprendimiento, donde me ha significado invertir un poco de dinero.
¿Cómo cuál?
Uno que intenté fue el 76. La tiza que existía en Chile era de muy mala calidad y cuando hacía clases, al borrar el pizarrón se producía una nube en la cual uno se perdía dentro y terminaba completamente empolvado. Era hasta nociva esa cuestión.
Ese año vinieron unos profesores americanos a hacer unos cursos y traían una tiza amarilla que tenía un revestimiento plástico, entonces cuando uno borraba, el polvo caía paralelo a la pizarra. No se generaba ninguna nube y los profesores no quedaban ni sucios ni nada. Entonces, pensé: “hay que traer esta tiza a Chile”.
Como en esa época no había fax, tuve que enviar una especie de telegramas que había, preguntando a Estados Unidos cómo podía importarla. El 74 a Chile no llegaba nada importado. Todo se producía en el país.
Estuve varios meses tratando y al final nunca me resultó. Gasté un poco de dinero para ir al centro, enviar estas cuestiones, contactar gente, tratar de ver cómo la iba a vender después acá pero nunca me resultó el negocio y ya después me fui de Chile y cuando regresé algunos años después estaba lleno de estas tizas, jejeje.
¿Te acuerdas de tu primer sueldo?
Sí, mi primer sueldo fue 1 escudo.
¿1 escudo?
Sí. Fue mi primer sueldo como profesor auxiliar de cálculo I el año 72.
La inflación en Chile era casi 50% mensual (una cuestión de locos, más o menos lo que está viviendo Venezuela hoy en día) entonces cuando te pagaban el sueldo a fin de mes venía completamente disminuido.
Después me tocó vivir el cambio de los escudos al peso, cuando se dividió todo por mil y mi primer sueldo tras esta conversión, con el redondeo, quedó en cero.
Jaja.
En serio, un tiempo tuve guardado el comprobante y lo mostraba. Era el mismo boletín que hoy día te entregan y en la parte de abajo decía 0.
Ya pero entonces no valía la pena ir a cobrar.
No po, no valía la pena, si era un papel que decía 0.
Jajaja.
Increíble.
Volviendo a la actualidad ¿te endeudas?
No, no me endeudo porque soy muy torpe con la cuestión del dinero, entonces me angustia estar endeudado.
¿Ahorras?
Sí, trato de ahorrar y de tener ambiciones que estén acorde a mis ahorros.
¿Lo inviertes en algo tradicional?
Sí, soy muy conservador.
En algún momento invertí en la bolsa y como no estaba muy preocupado de eso, la manejaban otras personas que son más bien corredores e ingenieros comerciales. Perdí prácticamente el 80% de lo que había invertido y me di cuenta que la cosa no funcionaba porque las personas cercanas a la bolsa tienen una mentalidad jugadora.
¿Son ludópatas?
Claro. Esa cuestión parece que es un poco adictiva y estas personas pueden tener comportamientos muy compulsivos e irresponsables.
Otra cosa que hice relativamente arriesgada, fue participar en la creación de Azul Azul de la Universidad de Chile.
¿En serio?, ¿cómo fue?, ¿cómo alguien llega y dice vamos a hacer Azul Azul?
Fue después de la creación de Blanco y Negro cuando un grupo de personas dijo: “la Universidad de Chile -el equipo de fútbol- tiene una deuda de seis mil millones de pesos y como hinchas vamos a hacer algo para sacarla del hoyo en que está”.
Ahí se formó un grupo liderado por Carlos Hurtado, que había sido ministro de Obras Públicas en el gobierno de Eduardo Frei, presidente de Entel y profesor aquí en el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile. Carlos propuso formar una pequeña empresa con 25 personas que terminó teniendo un 20% o un 25% de Azul Azul.
Se juntó el dinero, se compraron estos seis mil millones de deuda que tenía el equipo de fútbol y cuando salió a la bolsa a final del año, recuperamos la inversión con acciones a precio privilegiado. Creo que salió a $360 en ese momento y nos entregaron una cierta cantidad de acciones equivalentes a lo que cada uno había invertido originalmente.
¿Y qué pasó después?
Pasó el tiempo y las acciones empezaron a subir eh. Llegaron a costar creo que $3800, o sea más de diez veces lo que había invertido. Pero después cayeron y hoy en día no sé a cuánto estarán pero ahí las tengo todavía. Creo que quedé igual.
¿Nunca las vendiste?
No. Ni una. Es más por cariño. En los negocios a mí nunca me ha ido bien. Nunca. En las cosas que me he metido lo he hecho más bien por pasión.
Hay que priorizar la pasión antes que el dinero entonces…
El consejo que siempre doy es que uno tiene que amar lo que hace y hacerlo incluso si no hay dinero de por medio.