Más del 50% de los chips del mundo vienen de la isla de Taiwán, quienes están bajo constante peligro de caer en guerra con China. Peligro que se intensifica con la invasión de Rusia a Ucrania y que genera un ambiente en que los países más poderosos compiten por el dominio.
Estos chips son indispensables en la fabricación de smartphones, computadores, autos, consolas y hasta en equipamiento militar.
El surgimiento de nuevas tecnologías ha acelerado la demanda de semiconductores y la pandemia fue lo que la llevó a niveles que ocasionaron una escasez. Con los encierros y el trabajo desde la casa, equipos como computadores y consolas de videojuegos aumentaron notablemente sus ventas (en Europa, aumentaron las ventas semanales en un 180% y 272%, respectivamente).
Pero también los semiconductores están en equipamiento médico crítico para el tratamiento del covid como ventiladores, monitores de signos vitales y equipos de Rayos X.
Esta escasez y la vulnerabilidad de su principal fabricante ha motivado a Japón, Estados Unidos e incluso India a fortalecer su propia industria de semiconductores para depender de sí mismos.
Parece razonable buscar una diversificación en la manufactura de un elemento que se ha vuelto esencial, lo que se refleja en el incremento en sus ventas de 26% el 2021 y una proyección de más de 600 mil millones para este 2022 (más del doble del PIB de Chile).