Ya casi termina el 2023, y los mercados accionarios van bastante bien: el S&P 500 y el Nasdaq-100 han rentado un 22.37% y un 51.32% en lo que va del año. Incluso los mercados de renta fija han tenido un rendimiento positivo, y esto a pesar de la fuertes alzas que han tenido las tasas de interés en el mundo (el alza de tasas afecta negativamente en los precios de la renta fija).
Este escenario es algo totalmente opuesto a lo que ocurrió en 2022, donde las acciones y los bonos anduvieron bastante mal. De hecho, el 2022 fue el peor año para las acciones globales desde la gran crisis financiera del 2008. Por lo que si empezaste a invertir en 2022, o a fines del 2021, probablemente tuviste una mala experiencia, ya que ese año “no había a dónde escapar”.
Lo positivo de todo esto es que años como el 2023 son años bastante comunes, mientras que años como el 2022 son muy muy raros. El siguiente gráfico muestra el retorno que ha tenido un portafolio diversificado en 60% acciones y 40% renta fija durante cada año en los últimos 100 años.
El gráfico ilustra la rentabilidad histórica de un portafolio con 60% en acciones y 40% en bonos, año por año, durante el último siglo. El 2022 se destaca en rojo, marcando un rendimiento anormalmente bajo y situándose junto a los peores años registrados, como 1931 año de la famosa Gran Depresión, y 1937, la recesión que hubo en consecuencia a la Gran Depresión. En contraste, el 2023, mostrado en azul, con un retorno dentro del rango más común y esperado.
El hecho de que el retorno del 2022 (en rojo) fuera anormalmente malo, lo posiciona a la izquierda, donde están “los años raros” de mal desempeño: 1931, 1937 y el 2022. En cambio, el año 2023 (en azul) está “en el centro", dentro del montón de años que son frecuentemente “buenos”.
Si consideramos la historia como nuestra guía, la probabilidad de tener un año similar al 2022 tiene una probabilidad de ≈3%, mientras que uno como 2023 o mejor tiene una probabilidad de ocurrencia de ≈55%.
Otra moraleja importante es que no es recomendable retirar tu dinero de una inversión porque tuvo una caída en el corto plazo. Si hubieses retirado en 2022, lo más probable es que te hayas perdido el rebote de 2023, y materializas una pérdida.
Como mencionamos en este otro artículo, retirar o vender tus inversiones en momentos de turbulencia resulta en una tasa de retorno significativamente menor versus mantener tu dinero constantemente invertido en el largo plazo.
Este principio fue destacado por el matemático Benoit Mandelbrot en 1963, quien observó que, aunque los retornos de los activos financieros no se correlacionan en el tiempo, el valor absoluto de estos retornos sí lo hace. Este fenómeno es conocido como volatility clustering o cúmulos de volatilidad, y ha sido extensamente documentado, especialmente por economistas como Sir Clive Grange en los años 90.
La implicancia de todo esto es que al retirar dinero durante caídas de mercado se pierden posibles altos retornos que suelen seguir a estas caídas. Por lo tanto, caer en el pánico y "vender cuando cae" es generalmente algo no recomendado.
Como dice Warren Buffett: "El mercado es un mecanismo de transferencia de riqueza de los impacientes a los pacientes".
De cara a 2024, esperamos volver a un régimen en que la correlación entre las acciones y los bonos vuelva a tornarse negativa, es decir, que si las acciones caen entonces la renta fija sube. En parte porque a medida que la inflación en Estados Unidos caiga y la economía se enfríe, el foco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se volteará nuevamente hacia el crecimiento y el mercado laboral (recordemos que la Fed, a diferencia del Banco Central de Chile, tiene un mandato dual).
De esta manera, los instrumentos de renta fija volverán a comportarse como un buen elemento para diversificar carteras de inversión, y con ello, esperamos que 2024 traiga (al igual que 2023) retornos positivos para fondos diversificados.