Hace poco me invitaron a un evento sobre ETFs en la bolsa de Nueva York (NYSE, por sus siglas en inglés). Me interesa saber sobre los nuevos avances en la industria de los ETFs, pero a decir verdad hubiese ido al evento aunque se hubiera tratado sobre, no sé, la importancia del agua en la navegación. Quería presenciar el caos que uno ve en las películas.
Ahí estaré, respondí a la invitación.
Ese día, después de pasar por cuatro filtros de seguridad (uno de ellos en medio de la calle), me contaron que la NYSE tiene más de 230 años de historia. ¿Qué? ¿Antes de que se inventara la locomotora? Sí, y tan sólo 16 años después de que se fundó Estados Unidos.
En 1792 un grupo de 24 traders se juntaron en Wall Street 68 para firmar el Acuerdo de Buttonwood y poner orden al comercio de valores. Este documento es la base de lo que hoy es la bolsa de Nueva York, la bolsa de valores más grande del mundo. Cuenta la leyenda que le pusieron así porque sus primeros corredores se reunían bajo un árbol de buttonwood en Wall Street para negociar acciones. De hecho, afuera del NYSE hay un árbol de buttonwood para conmemorar los orígenes históricos del NYSE.
Inicialmente los corredores transaban valores en un café que ellos mismos fundaron, el Tontine Coffee House, que era una especie de club social/casino/casa de bolsa con reputación más bien mala (dicen que hasta esclavos se comerciaban ahí). El lugar de reunión para las transacciones cambió varias veces porque la bolsa creció muy rápido.
Cuando diseñaron el actual edificio, que está en 11 Wall Street, no estaban seguros de qué es lo que querían, pero estaban claros de que esperaban que cupiera tanta gente como fuera posible. Sin embargo, para cuando lo terminaron de construir, ya había quedado chico. Había brokers que tenían que quedarse afuera. Se inauguró en 1903 y lo ampliaron en 1922. Es una explanada grande, con paredes de mármol y techo dorado de cuatro pisos de altura. El mobiliario está colgando desde una estructura sobrepuesta porque el edificio fue diseñado para que hubiera personas, no máquinas.
De todas formas, para la época era un edificio innovador. Fue el primer edificio en Estados Unidos en tener un sistema de aire acondicionado moderno. No era exactamente como los sistemas de aire acondicionado que conocemos hoy, pero utilizaba ventiladores grandes para hacer circular el aire sobre tres máquinas de absorción de amoníaco, cada una con una capacidad de enfriamiento equivalente a ciento cincuenta toneladas de hielo. Y claro, el sistema tenía que ser muy potente para poder controlar la temperatura y humedad de un edificio con techos de más de 30 metros de altura, y repleto de gente.
Aunque la bolsa tiene más de dos siglos de historia, recién en 1967 fue que la primera mujer tuvo un asiento en ella. Se llamaba Muriel Siebert y se especializaba en comerciar valores de aerolíneas y películas. Compró su asiento a pesar de mucho rechazo por parte de los bancos. También fue la primera mujer en dirigir un banco de inversión propio. Después fue superintendente de bancos de Nueva York; le tocó regular a las entidades que tanto la rechazaron. Lo hizo bien, ningún banco colapsó bajo su supervisión. Era una verdadera defensora de la inclusión de las mujeres en el mundo financiero.
Finalmente llegué al piso de negociaciones y encontré bastante orden. Al centro de la explanada, conocida como “The Pit” (“El Hoyo”) hay sólo market makers, que son entidades que se dedican a proveer de liquidez al mercado para que funcione mejor. Alrededor están los brokers, que ya no son tantos como solían ser. También hay un set de televisión que usa principalmente CNBC. Cuando fuí estaban transmitiendo el programa “Market Zone”.
Aunque ya no hay caos, hay tradiciones que siguen. La famosa campana, que en sus inicios solía ser un gong chino, aún suena todos los días, en la apertura y cierre de los mercados.
En el área de opciones (contratos que dan al comprador el derecho de comprar o vender un activo a un precio determinado en una fecha específica) aún se transan opciones a gritos y señas (“open outcry system”), a diferencia de la gran mayoría de bolsas en el mundo, que se volvieron totalmente electrónicas.
El funcionamiento del NYSE ha cambiado muchísimo con la adopción de la tecnología. Eso de necesitar a un broker humano que compre o venda activos financieros quedó en el pasado. Eso permitió que mucha más gente podamos tener acceso a instrumentos financieros. Y por lo mismo, el nivel de trading ha crecido bastante en los últimos años.
Hoy con un par de clics en nuestro celular podemos comprar acciones a precios muy convenientes, como en Fintual, que no cobra comisión de corretaje ni de administración.