Muchos de los que nos hemos mudado de ciudad —o de país— hemos experimentado de primera mano lo incómodo que es romper una norma cultural sin haberlo premeditado. De niño me mudé a una ciudad muy distinta a donde vivía, y en mi primera semana de clases hice un chiste que no funcionó. No recuerdo cuál fue (seguro que algún día saldrá en terapia), pero sí me acuerdo que esperé un par de semanas hasta intentarlo de nuevo.
En las inversiones somos como Alicia en el País de las Maravillas —visitantes de un mundo con una lógica completamente diferente–. Muchos de los principios que han demostrado ser efectivos y confiables para la toma de decisiones cotidianas —como consultar la opinión de otras personas antes de tomar acción, evaluar lo que ha ocurrido en el pasado en situaciones similares o usar nuestra intuición— generan resultados indeseables al momento de invertir, lo cual, de hecho, no es intuitivo.
El Vanguard Investment Advisory Research Center (parte de Vanguard, una de las administradoras más grandes de mundo) publicó un estudio titulado Right mindset, wrong market: Understanding investor decision-making and coaching for success, que nos da muchas pistas de por qué criterios perfectamente racionales fallan épicamente en el mundo financiero.
Mirar hacia atrás
En algunos ámbitos de la vida, el desempeño pasado está altamente correlacionado con el desempeño futuro. Por ejemplo, según el U.S. News & World Report's “Best Colleges”, prácticamente todas las universidades norteamericanas en el top 10 en el año 2014 siguen siendo parte del top 10 en 2025: una década de estabilidad. Y al momento de decidir en dónde cenar o qué freidora de aire comprar, muchas personas nos guiamos por los reviews de otra gente. Es improbable que unos tacos con 4.9 estrellas y miles de evaluaciones vayan a saber mal. El criterio de ver la historia para tomar decisiones es lógico y racional. Y funciona en la gran mayoría de los ámbitos. ¿La excepción? las inversiones.
Resulta que el mundo de hoy no tiene por qué respetar la trayectoria del mundo de ayer. Por poner un ejemplo claro: en 2018 el precio de las acciones de Tesla dejó de seguir las leyes de la lógica —no se diga de las finanzas— cuando Elon Musk publicó un tuit desorientador:
Am considering taking Tesla private at $420. Funding secured.
— Elon Musk (@elonmusk) August 7, 2018
Este tuit provocó, según las estimaciones de un economista, 12 mil millones de dólares en pérdidas por transacciones desencadenadas a partir de ese mensaje. ¿De qué servirían en ese caso proyecciones basadas en los precios históricos de Tesla?
Y si mirar atrás no funciona, exploremos qué pasa cuando miramos en otras direcciones.
(Si quieres saber más sobre por qué mirar rentabilidades históricas no sirve para predecir rentabilidades futuras, puedes leer este otro artículo)
Mirar alrededor
Los reviews que las personas dejan sobre su experiencia en un restaurante o plaza comercial son usualmente un muy buen indicador de la experiencia que podríamos tener nosotros.
Todos hemos estado en esa situación: desistimos de probar un nuevo lugar solo porque tiene 3.2 estrellas en Google Maps, y en cambio elegimos algo quizás más aburrido, pero que no nos decepcionará terriblemente. Nate Silver, autor del famoso blog de FiveThirtyEight (una página de encuestas y análisis sobre política, economía y deporte), demostró que incluso hay una correlación positiva entre las reseñas de restaurantes de usuarios “normales” de la aplicación Yelp y la evaluación de catadores profesionales encargados de otorgar estrellas Michelin. Es decir, cuando se trata de comida, todo el mundo sabe distinguir entre un completo callejero y un crème brûlée.

Pero resulta —surprise surprise— que este criterio tampoco funciona en el mundo de las inversiones. En el estudio de Vanguard anteriormente citado, los autores señalan que el equivalente de una estrella Michelin en fondos de inversión es tener un mejor desempeño que otros fondos en los últimos años. Si a tu fondo le ha ido mejor que a los demás, quizás más personas deberían invertir en tu fondo, ¿correcto? En realidad, solo el 17.1% de los fondos en el primer cuartil se mantienen ahí en los próximos tres años, mientras que más de la mitad terminan liquidados o en los últimos dos cuartiles.

Y si mirar alrededor tampoco es una gran idea, ¿qué podemos hacer?
Mirar hacia adentro
Daniel Crosby explica de forma particularmente clara —y cómica— en su libro The Laws of Wealth: Psychology and the secret to investing success que nos encontramos en una situación difícil dado que:
- Necesitamos invertir en activos riesgosos si es que queremos salvarnos.
- No estamos psicológicamente preparados para invertir en activos riesgosos.
Al ver el siguiente gráfico podemos entender por qué Crosby habla del mundo de las inversiones como “el mundo al revés”, o a través del espejo, como diría Lewis Carroll. En cierto sentido el futuro es más conocido que el presente. Es prácticamente un hecho que, en el largo plazo, portafolios diversificados compuestos por índices de acciones van a tener un rendimiento positivo, pero en el corto plazo todo puede pasar, desde un tuit desafortunado hasta un descubrimiento tecnológico milagroso.

Hay sabiduría en las palabras de Daniel Crosby —haz menos de lo que crees que deberías. Ser consistente y paciente es clave para obtener rendimientos positivos en el largo plazo, pero se requiere un estómago capaz de sobrellevar ciertas variaciones temporales. Aunque prefiero la versión de otro paladín de la inversión pasiva, Winnie The Pooh: “No subestimes el valor de no hacer nada, de simplemente seguir adelante, escuchar todo lo que no puedes oír y no molestarte”.
Ahora, habiendo dicho todo esto, evita juzgarte con severidad si has cometido alguno de estos errores en el pasado. Es completamente normal que las personas depositen más cuando al mercado le va bien y que lo hagan menos cuando va mal. Recuerda que, como explican los autores del estudio de Vanguard, dejarse llevar por ideas que nos funcionan de maravilla en otros ámbitos es perfectamente racional —lo irracional sería no hacerlo— y es por eso que tenemos que entrenarnos pacientemente una y otra vez, con la confianza de que podemos desarrollar nuevos hábitos. Al leer este artículo, ten por seguro que ya diste un paso en la dirección correcta. Ahora solo es cosa de dejar que el tiempo haga lo suyo, y disfrutar de los resultados.