En el 2000, cuando tenía 10 años y los estudiantes podían ir a la plaza del frente en el recreo, me encantaba ir a la panadería a comprar una colación. Mi favorita: pão na chapa (algo como una marraqueta con mantequilla a la plancha).
En ese tiempo lo compraba por 50 centavos (R$0,50). Pagaba con un billete de un real, o como lo escribiríamos en Brasil: R$1. Y me daban el vuelto. Al año siguiente, costaba R$0,60. Al tercer año costaba R$0,70 y ya tenía que pedir que mi vuelto fuera en caramelos o chicle. Al otro año, mi último de la básica, ya costaba el R$1 completo, y no había vuelto.
Esa era mi manera para medir los aumentos de precio, o la inflación. Pese a que para mí la subida de precio parecía muy alta, y que cada año mi mesada alcanzaba para menos, no tenía contexto: este aumento de precio estaba “muy piola” en comparación a lo que nos había tocado a los brasileños unos años antes. Hoy día ya lo sé y los entiendo.
500 años en 9 monedas
Cuando Brasil fue colonizado por los portugueses, en 1500, el principal método de pago era el escambo, o sea, cambiar una mercadería por otra, sin tener ninguna moneda en la transacción. Lo que aquí en Chile llamaría trueque. Mientras la colonia fue desarrollándose, el Reis, moneda usada en Portugal, fue adoptada en Brasil, y ahí se quedó por 442 años.
Desde entonces, otras 7 monedas pasaron por Brasil antes de la llegada del Real. Las monedas suelen ser cambiadas para contener la inflación y hacer más sencilla la vida de las personas: así pueden andar con menos efectivo para hacer sus compras (qué horror tener que cargar y contar miles de billetes para comprar un pan).
En 1986, otras tres monedas habían pasado después del Reis, y la inflación subía rápido, llegando a 16,2% al mes. Para contenerla, la moneda de ese entonces, el Cruzeiro, fue sustituida por el Cruzado, cortando tres ceros de la moneda antigua. Y fueron muy ahorrativos: ni siquiera hicieron billetes nuevos, se usaron los mismos, añadiendo un sello especial sobre ellas para marcar "la moneda nueva".
También se trató de congelar los precios y poner tarifas: los periódicos y mercados llevaban un listado con los precios que cada ítem debería costar. El problema es que los precios forzosos suelen traer consecuencias como desincentivar la producción cuando los precios no cubren los costos, y eso hace que los mercados oficiales puedan quedar desabastecidos. Y así fue que empezó a faltar carne, uno de los productos principales de los brasileños. Los granaderos no querían matar sus vacas si tenían que vender tan barato en mercados, no valía la pena.
La situación se puso tan radical que el gobierno entró a 3 haciendas de ganados y expropió a 2 mil vacas para abastecer los mercados. Otro intento sin éxito de controlar los precios fue el Plano Bresser de 1987, donde actualizaba los valores a cada 90 días, junto con una rebaja en los sueldos.
Pedí una traducción de este titular del Jornal de Brasil de 10 de Octubre de 1986 y ChatGPT creyó que era una metáfora. La traducción literal sería algo como: "el gobierno se endurece y atrapa al ganado en el pasto".
Después vino el Cruzado Novo, en 1989, pero que de "novo" no tenía nada.
Con los precios y sueldos congelados, el tipo de cambio se devaluó 18%, y se creó una política monetaria rígida, con altas tasas de interés. La gran novedad de este año fueron las primeras elecciones presidenciales directas desde 1964 (cuando partió la dictadura).
Entre 1990 y 1993 volvimos al Cruzeiro, y se hicieron dos planes de contención. El Plano Collor I tuvo como marco principal el confisco de los ahorros, privatizaciones y apertura comercial. Y el Plano Collor 2, el año siguiente, con reducción de subsidios, aumento de impuestos y nuevos controles de precios para personas naturales.
El confisco de ahorros de marzo de 1990 fue algo muy traumático para los brasileños. Incluso hoy día hay 600 mil procesos abiertos sobre el tema que aún no se solucionan, suspendidos y ninguna claridad de cuando o si alguna vez serán resueltos en un juicio.
Pasaron 3 años y dos planes distintos, y todavía no se lograba controlar la inflación, que estaba al nivel de 15% al mes. Entre 1993 y 1994, se adoptó el Cruzero Real. Nadie se sorprendería a estas alturas si les cuento que tampoco logró controlar la inflación, lo que quedó claro en el solo un año que la moneda estuvo en circulación.
El 01 de Julio de 1994, bajo el gobierno de Itamar Franco, y por el ministro de la hacienda Fernando Henrique Cardoso (que al año siguiente fue presidente de Brasil por dos mandatos, entre 1995-2003) oficialmente partió el Real, la misma moneda que usamos hasta hoy. A diferencia de las otras monedas, el Real fue exitoso.
Cuatro meses antes de partir con la moneda nueva, se creó una Unidad Real del Valor (URV) que cada día divulgaba una tabla con el ajuste del precio del día, y los precios ahora eran múltiplos del URV. Por ejemplo, el sueldo mínimo eran 64,797 URVs, y lo que cambiaba de un día al otro era la URV y no el valor del sueldo mínimo. Quizás algo equivalente a fijar los precios en las UFs chilenas.
Además de venir junto con reformas económicas que aumentaron la recaudación del gobierno, reducía el gasto público y mantienen fijo el tipo de cambio.
El primer día del real
Pese a que el país estaba acostumbrado al cambio de monedas, el primer día del Real fue un caos. Antes, en cada cambio de moneda, lo que se hacía era cortar 3 ceros. Esto te dejaba un poco más fácil hacer la cuenta. Además, muchas veces se aprovechan las mismas cédulas antiguas y solo se añadía un sello para decir que ya estaban con el valor nuevo. Pero con el Real, dado que el ajuste fue mucho más complejo con las URVs, durante el primer día hubo que convertir 2.750 Cruzeiros reais, la moneda oficial (el equivalente a 1 URV del día anterior) a R$ 1,00.
La cuenta no era fácil de hacer, no habían muchas monedas en circulación para dar el vuelto correcto, y las personas no estaban acostumbradas a tener monedas, ya que su valor era demasiado bajo (como en Chile actualmente). Fue un caos: no había vuelto para los pasajeros del bus o del peaje en las autopistas, por ejemplo.
El último mes del Cruzeiro real tuvo una inflación de 500% al mes, o el equivalente a 12,500% al año: una hiperinflación. Al primer mes del Real, la inflación cayó a 120% al año, y en el primer año acumulado fue un 35%. En 1997, la inflación fue 10% al año y en 1998 un 1,6% al año. Mucho mejor que la inflación actual de Brasil, que en el acumulado de 2023 fue de 4.6%. Exitazo.
Los impactos de los años de hiperinflación hasta hoy
Cuando la inflación está en los niveles de 12.500% al mes, los precios en los mercados tienen que ser actualizados cada día. Eso significa que apenas recibes tu sueldo, vas al mercado y compras todo lo que puedes, sino al otro día ya alcanzarás a comprar menos cosas. Los mercados tenían hartas filas, porque los precios estaban mal registrados, o en etiquetas que tenías que tipear los precios uno a uno (los códigos de barra todavía no existían). 30 años después de haber resuelto este problema, aún vemos los impactos de esos años en la vida de los brasileños.
Las casas antiguas todas tienen una gran despensa poner las compras del supermercado. Al final se compraba una vez que recibías el sueldo para que la comida te durará todo el mes, y tenías que guardarlo en alguna parte. Otra cosa es que los hogares suelen tener freezers gigantes, porque la comida fresca que se compraba se tenía que congelar para hacerla durar. Hasta los jóvenes hoy día, que no tienen recuerdos o no habían nacido en estos años, suelen tener la práctica de hacer "las compras del mes".