En 1939 mi abuela salió del colegio. Era la única mujer entre 6 hermanos y la mejor alumna de su curso. Quería estudiar medicina y, aunque las mujeres ya podían estudiar en la universidad desde 1877, sus papás no la dejaron porque “no le correspondía a una mujer estar trabajando”. Como era terca, estudió en la Cruz Roja para ser arsenalera. Después de ser mamá tuvo que dejar de trabajar, ya que tenía que cuidar a sus hijos.
En 81 años las cosas han cambiado un poco y en el 2020 varias mujeres se lucieron. Estamos llegando a cargos y lugares que eran inimaginables para mi abuela. Nos hicimos nuevos espacios en el mundo corporativo, en la política y el deporte.
Las Daenerys
Las elecciones del Congreso de EE.UU. dejaron cifras récord de igualdad. De un total de 535 miembros del congreso, fueron electas 134 mujeres (un 24%) y entre ellas destaco a Sarah Mcbride, la primera mujer transgénero en convertirse en senadora del país. Además, Kamala Harris asumió como la primera mujer vicepresidenta.
Latinoamérica también estuvo bien movido. Chile va a ser el primer país de todo el mundo en tener una constitución escrita por la misma cantidad de mujeres como de hombres. Cuando hablamos de discriminación de género, la tendencia política no importa ya que todas hemos pasado por lo mismo. Por eso es tan bacán que la Nueva Constitución de Chile sea paritaria, porque asegura que nuestra perspectiva será tomada en cuenta.
Y nuestro país vecino tuvo un cambio importante: después de varios años de intentos fallidos y manifestaciones, Argentina aprobó el aborto bajo cualquier circunstancia dentro de plazos establecidos, lo que significa un triunfo para el movimiento feminista.
A pesar de los esfuerzos, la representación en cargos políticos sigue siendo baja. En 1995 las mujeres ocupaban un 11% de los parlamentos nacionales a nivel mundial y en 25 años este porcentaje aumentó a solo un 25%. A este ritmo, según ONU Mujeres la paridad de género en los órganos legislativos se alcanzaría recién en 2063.
Solo hay 4 países con más de un 50% de mujeres en el parlamento: Rwanda 61%, Cuba 53%, Bolivia 53% y Emiratos Árabes Unidos con un 50%. Otros 19 países han alcanzado o superado el 40% y para hacerlo, ⅔ de estos países aplicaron exigencias para la elección: escaños reservados para las mujeres y cuotas de género en los y las candidatas. Así que, si vemos la evidencia anterior, la paridad podría ser una super buena herramienta para nuestro país.
Las Elle Woods
Según Fortune, en agosto del año pasado alcanzamos el récord de mujeres CEO (Chief Executive Officer o Directora Ejecutiva) en el mundo. Mientras más grande es la empresa, mayor es la brecha de género.
Por ejemplo, el S&P 500, el índice de mercado que considera a las 500 empresas más grandes de EE.UU. listadas en la bolsa, cuenta con solo 30 mujeres CEO (6,4%). Aunque sea un porcentaje bajo, es un avance con respecto al año 2000, en que solo habían 9. La cifra actual aumentará en febrero cuando dos mujeres más se sumen a esa lista. Una de ellas es Jane Fraser, que asumirá como CEO de Citigroup y se convertirá en la primera mujer en liderar un banco de Wall Street.
A finales del año pasado Nasdaq (la segunda bolsa de valores más importante de Nueva York) anunció que iba a empezar a exigir a las compañías enlistadas en su bolsa a tener por lo menos 2 personas diversas como miembros del directorio , esto incluye una mujer y una persona que pertenezca a una minoría o sea LGBTQ. Dentro de sus razones mencionaron que muchos inversionistas han presionado o por directorios más diversos y citaron estudios académicos que muestran que directorios diversos están asociados con probabilidades más bajas de fraude o manipulación de ingresos.
En un estudio realizado el 2019 por las Naciones Unidas, explican que a nivel mundial las mujeres representan un 39% de la fuerza laboral. En los cargos directivos la cosa cambia: solo un 28% es mujer. En el caso de Latinoamérica las mujeres representaban un 39% (¡yujú!), de cerca le siguen Australia y Nueva Zelanda con un 38% y Europa y Norteamérica con un 32%. Las zonas con porcentajes más bajos son Asia del Sur y Central con un 13% y el Norte de África junto al Oeste de Asia con un 12%.
Cada vez somos más mujeres las que trabajamos, tenemos mejores sueldos que antes —aunque se mantenga la brecha salarial— y gastamos más. Pero en el mercado de los créditos de consumo sigue la discriminación porque hay prejuicio de género. Nos aprueban menos créditos y por montos menores.
¿Qué pasó con el Covid-19?
En abril de 2020 se habló mucho de los países que mejor habían manejado la pandemia: la mayoría estaban liderados por mujeres. Lo que diferenció su estrategia de los gobiernos liderados por hombres fue decidir a partir de diversas fuentes de información, tomar medidas preventivas antes de que aumentaran mucho los casos y además comunicarse con su país de manera cercana y clara.
El ejemplo más claro fue la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern. Ella hizo varios lives por Facebook desde su casa, vestida de forma casual, en los que informaba la situación de su país y respondía las preguntas que le llegaban. Un punto clave de estas interacciones fue que empatizó con las ansiedad de sus ciudadanos y pidió perdón por las medidas drásticas que podían haberles asustado.
La crisis económica provocada por el Covid-19 generó mucho desempleo y esto fue especialmente duro para las mujeres. El 2020 mostró una fuerte caída de la participación de las mujeres en el trabajo. El 2019 un 52,5% de las mujeres chilenas en edad de trabajar lo hacía, para el 2020 bajó a un 47,3%. Esto equivale a 910.000 mujeres trabajadoras menos, un poco más de 3 veces todos los habitantes de Valparaíso. En el caso de los hombres la baja corresponde a 781.000 trabajadores.
¿Y por qué esta diferencia?. La primera razón es que la crisis tuvo un fuerte impacto en sectores dominados por mujeres, como la venta de retail, turismo y los servicios en general. En Chile un 59% de las mujeres con empleo trabaja en comercio y servicios sociales y personales.
En segundo lugar, las medidas que se tomaron para reducir el contagio llevaron a un aumento de las labores domésticas y cuidado de la familia (niños y adultos mayores). La carga de este trabajo extra se lo llevan en su mayoría las mujeres.
Datos del 2020 muestran que en promedio las mujeres chilenas dedican a la semana 9 horas más que los hombres a labores domésticas y 14 horas más al cuidado de los niños.
En pandemia esto provocó que muchas mujeres tuvieran que reducir sus horas laborales o que al igual que mi abuela en los años 50 renunciaran a su empleo. Además, una cantidad importante de las que perdieron su trabajo decidieron no buscar otro para poder hacerse cargo de la casa. De las 930.000 mujeres que perdieron su empleo, 18.000 están buscando trabajo (“desocupadas”) y las otras 910.000 salieron del mercado laboral.
Las cifras son bien decepcionantes y nos queda mucho para poder eliminar esta brecha, pero cada paso cuenta.
En mi primera entrevista para entrar a Fintual me preguntaron a qué persona mayor que yo y menor de 50 años admiraba. Me sorprendí a mí misma diciendo a un hombre, porque no se me ocurrió ninguna mujer y ¡eso que hay muchas!
Por eso es muy importante que cada vez que una mujer llega a un puesto antiguamente reservado para los hombres, o logra cosas bacanes, sea celebrado en los medios. Además de abrir la mente de las personas , se crean nuevos modelos a seguir para las niñas y niños.
Estos cambios los podemos ver en distintas áreas. Hasta hace unos años casi todas las películas infantiles con protagonistas mujeres eran de princesas cuyo gran objetivo en la vida era encontrar a su príncipe azul. Ahora, los personajes mujeres tienen más capas e intereses.
El año pasado vi Booksmart (Olivia Wilde, 2019) una comedia adolescente de dos amigas que llevan toda su vida estudiando para quedar en las mejores universidades. Se sienten superiores al resto, ellas no perdieron el tiempo carreteando, pero se dan cuenta de que a pesar de tener una vida social, sus otros compañeros igual entraron a la universidades de prestigio. Después de este alcachofazo deciden tener la mejor fiesta de sus vidas, para recuperar el tiempo perdido. La película puede sonar muy superficial, pero está llena de toques feministas.
Escribiendo esto me pasó que todos los datos eran muy deprimentes. Con la fuerza del movimiento feminista y las conversaciones enriquecedoras que tengo con mis amigas tenía la sensación de que las cosas estaban un poco mejor. Pero parece que todavía estamos en la edad media. Además no todas/os somos activistas o tenemos el tiempo y poder para movernos y lograr cambios concretos.
¿Qué puedo hacer yo?
Lo primero es ser consciente de la desigualdad que existe. Una vez que ya tienes más clara la realidad, es importante empezar a fijarse y estar atenta a las distintas situaciones cotidianas en que esta diferencia se hace presente, y esforzarse para evitar que se siga repitiendo.
Dentro de los lugares que se comparten entre hombres y mujeres, como el trabajo o la universidad, es importante ir abriendo espacios para que nosotras y las minorías participen y sean escuchadas. Esto es lo que hace la paridad en la nueva constitución, pero también se puede llevar a lugares más chicos. Por ejemplo una de las metas internas de Fintual el 2020 era que fuéramos 50% mujeres y 50% hombres. Todavía no se logra pero estamos cada vez más cerca, representamos un 42% de la empresa.
Otra cosa que podemos hacer es cuestionarnos lo que consumimos culturalmente. Si solo estamos leyendo, viendo o aprendiendo de hombres, hay que buscar autoras mujeres. Cuando nuestras fuentes de cultura provienen de lo masculino empezamos a sentir que es lo único que existe. Por eso nos cuesta tanto recordar a mujeres que fueron importantes en la historia, además de que nos enseñaron la historia desde la perspectiva de los hombres con puros héroes y casi ninguna heroína.
Lo triste es que para empezar con esto hay que investigar.
Y harto.
En este gráfico publicado por The Economist, se muestran los resultados de un estudio en el que se analizaron más de 100.000 novelas publicadas entre 1800 y 2009. Lo que se midió fue la cantidad de autoras mujeres vs las descripciones de personajes mujeres. Aunque ahora hay más posibilidades de encontrar bibliografía escrita por mujeres, el 2018 el Ministerio de Cultura de España publicó que de los 55.501 títulos publicados ese año, solo 17.802 eran de autoras, o sea un 32%.
Aquí les dejo una lista de escritoras y directoras de cine que admiro con las que pueden empezar a diversificar.
- Siri Hustvedt: si en mi entrevista hubiera podido decir a una persona más vieja de 50 la habría dicho a ella. Es una novelista y ensayista. Estudió literatura y a lo largo de su vida ha estudiado mucho el cerebro, tanto así que hace clases a alumnos de psiquiatría de la Universidad de Columbia. El 2019 ganó el premio Princesa de Asturias en literatura. Lo que más me gusta de ella es que escribe muy bien, sus dos novelas más conocidas son:
- Todo cuanto amé (2003): a partir del cajón de los recuerdos, Leo cuenta su historia de amistad con Bill, la relación entre sus familias, las mujeres de sus vidas e hijos. Un detalle: La primera parte es un poco cansadora, pero después de que la pasas el libro se vuelve adictivo.
- El verano sin hombres (2014) Una mujer se va a pasar el verano a su pueblo natal después de que su esposo le rompe el corazón y le provoca un episodio depresivo.
2. Chimamanda Ngozi Adichie (Nigeria 1977). Escribe novelas y ensayos.
- La flor púrpura (2018) Una adolescente nigeriana de clase alta que tiene una vida familiar tóxica, se va a pasar el verano donde su tía que tiene una situación económica mucho peor pero más libre y feliz.
- Todos deberían ser feministas (2014) un ensayo muy cortito y sencillo. Si te da lata leer puedes ver la charla Ted en la que presentó el texto.
3. Sally Rooney (Irlanda, 1991). Hasta ahora ha escrito dos novelas bacanes Conversaciones entre amigos y Gente Normal, ambas representan muy bien los dilemas de amor millenial, además de retratar a hombres sensibles. Si sabes inglés recomiendo leerla en inglés, la traducción no le hace justicia.
- Gente Normal (2019) Marianne y Connell comparten por 5 años una historia de amor y desamor intensa. Al libro le fue tan bien que el 2020 la BBC lo adaptó a la TV. Fue co-dirigido entre un hombre y una mujer y no decepciona, al igual que el libro es intenso y real.
4. Marie Curie (Polonia, 1867). Todas sabemos quién fue, pero mi admiración por ella cambió por completo después de leer una biografía medio híbrida que Rosa Montero escribió sobre ella.
- La ridícula idea de no volver a verte (2013) A Rosa Montero le pidieron de una editorial que hiciera una introducción de la vida de Madame Curie para un libro. Para eso leyó el diario de vida que escribió durante el primer año después de la muerte de su esposo Pierre. Al igual que Marie, Rosa Montero también es viuda. El libro funciona como biografía de las dos, pero desde una perspectiva emocional y con toques de educación feminista.
5. Claudia Huaiquimilla (Chile, 1987) es una directora mapuche, con su primer cortometraje “San Juan, la noche más larga” (2012) recorrió varios festivales, al igual que con su primera película:
- Mala Junta (2017). Tano, un santiaguino con antecedentes de mala conducta, llega a San José de la Mariquina a vivir con su papá para evitar ser enviado al sename. Ahí se hace amigo de Cheo, a quién le hacen bullying por ser mapuche. Esta es de las película que vale la pena ver y está disponible gratis en onda media.
6. Greta Gerwig (EE.UU., 1983): Por varios años se dedicó a la actuación hasta que en el 2017 dirigió por primera vez sola. “Lady Bird” (está en netflix) , con la que fue nominada a más de 5 premios Óscar, no ganó ninguno pero no importa.
El 2019 dirigió Mujercitas (adaptación del libro de Louisa May Alcott), con la que también estuvo nominada a varios premios y ganó el óscar por el diseño de vestuario. A pesar de ser producciones hollywoodenses sus películas son como una bocanada de aire fresco.
La ilustración de la portada la hizo @bubisola ❤️
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