Dicen que todos los artistas tienen una musa: esa persona, idea o lugar que los inspira constantemente, que les permite crear cosas originales y que transmitan algo más que una simple técnica pictórica bien aplicada. Para algunos va cambiando en el tiempo, para otros, es una sola persona.
Ese fue el caso del pintor irlandés John Leary, para quien su esposa Hazel Martyn fue la persona que inspiró más de 400 cuadros y retratos, y a quien incluso inmortalizó en los billetes irlandeses de la época.

Hazel había nacido en Chicago en 1880, y luego de enviudar se casó con el afamado pintor irlandés –que también había enviudado hace poco–. Por esos años, Lavery había sido contratado como pintor oficial por el gobierno británico en la Primera Guerra Mundial. Pero –tal vez para su suerte– problemas de salud no le permitieron viajar al Frente. Tuvo que quedarse viviendo a orillas del Támesis con sus amigos los Asquith, una familia de alta alcurnia británica.
En esos días se dedicó a pintar botes, ríos y escenas de vida tranquila. Se podría decir que su primer periodo estuvo marcado fuertemente por sus días de paz durante la Guerra.






Y de esa época data una de mis series favoritas: el partido de tenis. Es una especie de documento de primera mano de cómo era el tenis en sus inicios: un deporte recreativo, para ambos sexos, jugado en los elegantes pastos británicos. Tal vez lo único que cambió fueron los atuendos.





Aunque si te fijas bien, algunas imágenes no muestran canchas de pasto. Parecen más bien canchas sintéticas o de arcilla. Y es que Lavery pintó partidos de tenis también en Florida, cuando viajó a Estados Unidos –y donde conoció a su musa Hazel–.
Allí también pintaría otra de sus series más llamativas: las piscinas.






Y bueno, llegamos inevitablemente a los 400 cuadros que pintó con Hazel como inspiración.









En la nieve, en el río, posando, en su estudio, con su hija... Lavery dejó para la posteridad una tremenda cantidad de cuadros sobre su esposa en las más diversas situaciones.
Eventualmente, otro acontecimiento político llamaría a su puerta. El movimiento independentista irlandés pidió su ayuda y él y su esposa prestaron su casa en Londres para alojar a los diplomáticos que negociaron el Tratado Anglo-Irlandés.
En esos años, además, Lavery pintaría la muerte por asesinato de una de las principales figuras del movimiento independentista, Michael Collins.

Luego de este gesto, Lavery se convertiría en uno de los pintores más importantes del recién estrenado estado independiente de Irlanda, y por eso le comisionaron diseñar uno de sus primeros billetes, donde puso a su musa. Una vuelta larga para un pintor nacido en Irlanda del Norte, que creció en Escocia, convertido en pintor oficial del Imperio Británico y luego representante del movimiento independentista irlandés. Un camaleón dirían algunos, hijo de su tiempo dirían otros. Yo me quedo con la única constante en su obra: Hazel.