No todos saben que Vince Gilligan, antes de pasar a la historia de la televisión con Breaking Bad y Better Call Saul, escribía para Los Expedientes Secretos X. Y eso tiene más sentido a la hora de entender su interés por una historia como Pluribus, que muestra la conversión de la raza humana en un colectivo que comparte mente, sentimientos y se mueve con una coordinación digna de las hormigas. Todos excepto por una persona.
En el año que nos dio The Studio, Adolescence y The Pitt (pero no mucho más), Pluribus ha sido elogiada universalmente, alabada por su originalidad y llamada la mejor serie del 2025. El proyecto fue parte de una guerra de ofertas que finalmente ganó AppleTV. Y bien le fue, ya que el piloto rompió los récords de audiencia históricos de la plataforma de streaming, que antes ostentaba Severance.

La humanidad como mente colectiva
El piloto de Pluribus (del latín “uno de muchos”) nos presenta a Carol, una escritora frustrada de novelas románticas que presencia cómo todo el mundo a su alrededor cambia. Una señal extraterrestre altera genéticamente a la totalidad de la población humana, lo que los convierte a todos en algo distinto. Se unifican, manteniendo recuerdos y experiencias, conservando el conocimiento y siendo capaces de comunicarse telepáticamente (si vieron Rick & Morty, piensen en Unity, es lo mismo).
Su objetivo es funcionar con eficacia, son extremadamente educados y amables y no entienden por qué Carol (y algunas personas más) no fueron absorbidas con el resto del enjambre. Y, mientras la unión llevó a todos los humanos a una especie de nirvana, una felicidad plena, Carol solo quiere revertirlo todo y volver a la normalidad. De ahí la premisa: la mujer más infeliz del planeta se convierte en la única esperanza para evitar que una extraña epidemia de felicidad destruya a la humanidad.
Carol reacciona en negación, alcoholismo y desesperación, entendiendo que es solo cosa de tiempo para que la conviertan a ella también. Y, literalmente, nadie puede entender cómo se siente. Los Otros son serviciales, incapaces de mentir o hacer daño y solo quieren complacer a Carol. Cuando ella quiere buscar a los otros pocos humanos que no han sufrido la transformación, nota que ellos han asumido esta nueva realidad, beneficiándose de un mundo que está, de repente, hecho para su complacencia.
Y aún así Carol quiere revertirlo. Aunque esté sola en esta misión. Y da gusto ver a una mujer amargada y enojona, un personaje complejo digno del hombre que creó a Walter White, verse obligada a ser la heroína que debe salvar el mundo.

¿El mundo merece volver a la normalidad?
Carol empieza esta cruzada quizás porque está frustrada de rodearse de gente que parece ChatGPT, deseosos de conversar, compartir información y satisfacer demandas. Pero quizás también porque su estatus en el mundo real era lo suficientemente alto como para que el nuevo status quo suponga una pérdida. Los otros pocos sobrevivientes no están en desacuerdo con la inminente fusión, que al parecer deja bastante felices a quienes la experimentan.
Además, si como especie humana no hemos podido hacer las cosas bien, ¿qué se puede perder con intentar algo nuevo? esta raza alienígena tiene todo funcionando perfectamente, y además sonríen y se ayudan entre ellos. Con esa conducta, hasta el calentamiento global se puede solucionar y lo que Carol no puede ver aún es que tal vez eso es más importante que su propia individualidad.

Pluribus aún no devela su verdadera tesis, aunque ya ha dejado claro que es más un ejercicio reflexivo hipotético que una historia de acción. Los extraterrestres no suponen un peligro, y más allá de la debacle del piloto, los 3 episodios que se han ido estrenando desde entonces se han ido distanciando de los sucesos impactantes, las persecusiones y explosiones (aunque todos estos elementos están presentes).
Lo que queda es hacernos preguntas sobre la manera en que hemos llevado el mundo siendo la especie dominante y si soluciones extremas o totalitarias suponen una mejora. Si es que la libertad y la individualidad son valores necesarios y si el mundo como lo conocemos es algo por lo que vale la pena pelear.
Sabemos que las cosas terminarán mal, pero no cómo ni cuándo. Gilligan tiene el control absoluto sobre las reglas de este universo y nos las va develando de a poco. Las próximas semanas entenderemos de qué nos está hablando en su totalidad: ¿una crítica a Occidente? ¿Una mirada a la forma en que la IA despersonaliza? ¿Una reflexión sobre la pérdida del “yo” en el mundo contemporáneo? ¿O una oda a ser hater?
Por ahora es todas, ya que hace lo que la mejor ciencia ficción sabe hacer y seguramente por eso ha recibido todas las flores que le han lanzado: Pluribus abre preguntas y nos desafía, rehusándose a darnos respuestas o explicitar sus temas. Prefiere mostrar sobre un lienzo una representación de la realidad y la forma en que vivimos, y dejar que nosotros proyectemos y concluyamos según nuestra propia mirada del mundo.
Nota de riesgo: se toma su tiempo, lo que podría alejar a la gente, pero en eso logra tenernos enganchados. Moderada.
