Todo el mundo conoce la serie Black Mirror, al punto de que el nombre ya traspasó el producto y se introdujo en el lenguaje de quienes observan con terror los avances tecnológicos. Incluso la gente que no ha visto la serie sabe de qué va: capítulos separados presentan un futuro cercano en el que alguna innovación de la tecnología produce el caos entre sus usuarios.
Son cuentos cautelares, en código de terror y ciencia ficción, que nos explican cómo el ser humano se puede corromper con sus propias invenciones. En sus mejores momentos, resultan aterradores por lo verosímil que pareciera la realidad que proponen.
La serie antológica vuelve, después de cuatro años, con su sexta temporada. Y, además de revisarla, se nos hace imposible no mirar atrás, a sus comienzos el 2011 y ver qué tanto de la distopía que presagiaba Black Mirror se ha vuelto parte de nuestras vidas.
¿Qué ha anticipado Black Mirror sobre el futuro? Los mejores capítulos de Black Mirror
Con más o menos precisión, el futuro que presenta Black Mirror podría hacerse realidad. A veces es exagerado e inverosímil, pero la premisa de la serie es basarse siempre en algo que podría pasar. Ese es el morbo que produce verla.
Por ejemplo, en The Entire History of You, el último episodio de la primera temporada, un implante permitía a la gente grabar todos los sucesos que vivía para poder acceder a ellos más tarde. Cinco años después de su emisión, Samsung anunció lentes de contacto con cámaras integradas para registrar eventos que más tarde podrían revisitarse con realidad aumentada.
En Shut Up and Dance, un joven descargaba accidentalmente un virus que permitía a hackers meterse en su webcam y grabarlo masturbándose para luego extorsionarlo. No solo es algo que sucede, sino que desde la emisión del capítulo los casos de “chantaje webcam” lamentablemente solo han aumentado.
¿Recuerdan ese capítulo extraño donde Miley Cyrus hacía de una cantante que básicamente era Miley Cyrus? En Rachel, Jack and Ashley Too, la estrella pop es reemplazada por un holograma que podía performar en su lugar. Ahora, ¿recordamos el concierto virtual de 90 minutos que dieron los avatares de ABBA en el 2002?
Striking Vipers presentaba a dos amigos que, ehm, estrechaban su relación en un videojuego de realidad virtual. No solo ya existe pornografía de RV, sino que incluso se están desarrollando tecnologías que permiten a los usuarios “participar” e incluso sentir lo que sienten sus avatares dentro de la simulación.
The Waldo Moment mostraba a un político ridículo que usaba racismo y lenguaje discriminatorio para ser electo solo tres años antes de que los estadounidenses votaran a Donald Trump como presidente, en una jugada similar a la que hizo que la serie Years and Years pareciera estar hablando más del presente que del futuro.
Metalhead, de la temporada 5, anunció la llegada de perros robot y Hated in the Nation pequeños insectos robot. Arkangel mostraba a padres que implantaban a sus hijos con tecnología para monitorear el contenido al que se exponían. Eso no ha pasado precisamente, pero con smartwatches cada vez más sofisticados que regulan los niveles de estrés, y un puritanismo que busca censurar cualquier discurso que consideren radical, ¿es tan difícil imaginar que estamos cerca de eso?
El capítulo que se siente más cercano es también uno de los mejores de la serie. Nosedive abre la tercera temporada con un mundo demasiado fijado en las apariencias, una alegoría en que la gente evalúa todo lo que le rodea a través de redes sociales. Los servicios son puntuados, pero también las personas, y mayor popularidad les da acceso a mayores beneficios. Ya estamos acostumbrados a ponerle estrellitas a Uber o prácticamente cualquier aplicación, pero hay quienes fueron más lejos.
El gobierno chino lanzó un sistema social de créditos, Zhima Credit, que funciona sobre los individuos. Puede seguir cada movimiento de los ciudadanos y sancionarlos si cometen faltas (fumar en lugares públicos, difundir fake news), o recompensarlos si siguen las conductas que la Administración considera adecuadas. Si no tienes suficientes puntos, puedes perder acceso a la asistencia gubernamental, subsidios y becas. ¿Cómo quedaste, Black Mirror?
Y, ¿recuerdan The National Anthem, el primer capítulo de toda la serie? ¿En que un primer ministro británico es chantajeado para tener relaciones zoofílicas con un cerdo? Bueno, no les contaremos lo que es el Piggate y cómo estuvo involucrado el ex mandatario David Cameron.
Black Mirror temporada seis: se viene algo diferente
La buena noticia es que los nuevos capítulos de Black Mirror no dan tanto miedo. La mala es que quizás justamente ese es el problema. No, ChatGPT no es el villano de la temporada, pero ¿no hubiera sido mejor que así fuera?
Black Mirror ofrece cinco capítulos dispares que parecen haber perdido parte de la magia que la hizo tan novedosa. En teoría, su fórmula podría seguir por siempre, pero hay algo en estas entregas que parece haberla desviado de su propósito inicial. Para bien o para mal, Black Mirror se aleja del terror tecnológico, con algunos de sus episodios calzando difícilmente en su plantilla.
Aunque la tecnología sí está presente. En el capítulo de apertura, Joan is Awful, una mujer llega a su casa a ver “Netflix” y se encuentra con un programa que documenta y transmite su día a día. Finalmente termina siendo un juego respecto a la cesión de imágenes en la época de la inteligencia artificial, con la que actores podrían entregar su apariencia y personalidad para que sean utilizados libremente en la creación de entretenimiento. Beyond the sea, con su viaje espacial y réplicas humanas, no es el mejor episodio pero se mantiene en línea con lo que conocemos. Hasta ahí, todo coherente.
Pero Loch Henry, por ejemplo, que sigue a una pareja de documentalistas a un pueblo rural en busca de su nueva película, no tiene mucho de eso. Es una hora de terror –y sátira al true crime que ayudó al mismo Netflix a consolidarse– que funciona bien, pero pareciera sacada de otra serie. Lo mismo Mazey Day, quizás el capítulo más débil, que habla de las repercusiones que causan los paparazzis, antes de introducir hombres lobo (?).
Pero con el último capítulo de la temporada, Demon79, se nos da una pista de lo que está ocurriendo.
Red Mirror: expandiendo horizontes
Demon79 es más fantasía que ciencia ficción, con un demonio que se le presenta a una mujer con un desafío: matar a tres personas en tres días para prevenir el apocalipsis. Es un un capítulo de época, sobrenatural, que hace que la serie tome otro rumbo. Y todo se explica con el título sugerente que aparece en letras rojas en la secuencia inicial: Red Mirror.
Charlie Brooker, el creador de la serie, reconoce que la última temporada se siente distinta y quería sacarse de encima el mandato de tener que obedecer a la distopía tecnológica. Red Mirror es la oportunidad de hacer justamente eso, de expandir la serie y lograr que siga sorprendiendo.
Brooker habla de Demon79 como algo inclasificable y que le permitiría tomar la serie y llevarla en una nueva dirección. ¿Un spinoff? ¿Algunos Red Mirrors esparcidos entre temporadas de Black Mirror? Nada se sabe, es una prueba. Depende de la recepción que tenga para ver la forma que tomará en el futuro.
Por mientras, nos quedamos con la nueva temporada y todos los capítulos anteriores, viendo cómo el paso del tiempo los va haciendo cada vez más parte de nuestro cotidiano.
Nota de riesgo: sí se atreve a hacer algo diferente con el formato que la gente esperaba y ya había validado, por lo que es una temporada arriesgada.